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Homilías del Padre Jorge Loring S.I. |
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Trigésimo Domingo del Tiempo Ordinario - Año C
Lc. 18:9-14
1.- En la parábola que acabo de leer Jesucristo alaba la humildad del publicano y censura la soberbia del fariseo.
2.- Esto me trae a la memoria haber visto a veces por televisión personas famosas de vida públicamente desordenada que afirman que no se arrepienten de nada.
3.- Esto suena a hipocresía o soberbia. No sé qué es peor.
4.- Todos somos pecadores. Al menos con pecados de omisión, porque podíamos ser mejores de lo que somos.
5.- Pero la humildad es la verdad. Tampoco tenemos que sentirnos peores de lo que somos.
6.- No somos terroristas ni adúlteros. Pero deberíamos ser mejores de lo que somos.
7.- Cristo nos dice que deberíamos ser perfectos como nuestro Padre celestial. Debemos aspirar a la santidad.
8.- Debemos ser luz del mundo. Debemos de dar buen ejemplo. Nuestra vida cristiana debería ser iluminadora.
9.- Y esto sin vanagloria. No pensar que es mérito nuestro, sino dando gracias a Dios que nos ayuda, porque sin la ayuda de Dios seríamos, quizás, unos malhechores.
10.- Por eso dice San Pablo: ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿de qué te engríes? Demos gracias a Dios de las ayudas recibidas y procuremos ser fieles a su gracia.
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