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Homilías del Padre Jorge Loring S.I. |
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Décimo Primer Domingo del Tiempo Ordinario - Año C
Lc 7: 36-50
1.- En las lecturas de hoy se nos narra el perdón a David y a la Magdalena. Dios perdona, pero exige arrepentimiento.
2.- Esto es de sentido común. ¿Qué diríamos de este caso? Un administrador le dice al propietario: «Este año le he robado un millón de pesetas, pero le ruego me lo perdone porque no puedo pagarle. Lo he gastado todo jugando a la ruleta». El propietario se lo perdona. Pero antes de salir del despacho, el administrador se vuelve y dice: «Pero sepa Vd que le voy a seguir robando». ¡Esto es una burla! Lo mínimo que se le puede pedir es que tenga propósito de no repetir.
3.- Lo mismo Dios. Para que Dios nos perdone tenemos que estar arrepentidos y tener propósito de enmienda.
4.- El prpósitio de enmienda supone la voluntad de evitar las ocasiones de pecado.
5.- Las ocasiones de pecar son de dos clases. Ocasión próxima y ocasión remota. La ocasión próxima es la que normalmente hace pecar. Esta ocasión hay que evitarla necesariamente. La ocasión remota es la que rara vez nos lleva al pecado. Esta es difícil evitarla, pero debemos procurar hacerlo y pedir a Dios superarla.
6.- Quien no evita la ocasión próxima es que no tiene arrepentimiento.
7.- Evitar las ocasiones es a veces duro. Pero dice el Evangelio que si mi ojo o mi mano son causa de pecado, me prive de ellos, pues más vale salvarse tuerto y manco que con los dos ojos y las dos manos condenarse al infierno eterno.
8.- En la vida hay que vencerse. El dominio propio es característico de la persona humana que debe regirse por la razón. El dejarse llevar de los instintos es propio de los animales.
9.- Pidamos a Dios que nos ayude, y podremos dominarnos.
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