1.- Dice san Pablo que Dios quiere que todos los hombres se salven.
12.- Dios nos invita a todos al banquete de la gloria eterna.
3.- Pero muchos rechazan la invitación, pues prefieren dedicarse a las cosas de este mundo.
4.- ¡Qué torpeza! escogen lo caduco y desprecian lo eterno.
5.- Es el misterio de la libertad del hombre que puede rechazar la voluntad de Dios.
6.- Este respeto de Dios a la libertad del hombre es un exponente de que Dios no quiere salvarnos a la fuerza. Él nos invita, pero si le rechazamos, nos respeta. Invita va otros.
7.- Él ve con pena nuestra torpeza, pero no nos coacciona.
8.- Nos ha hecho libres para que seamos nosotros los que elegimos el camino del cielo o del infierno.
9.- Pidamos a Dios que nos dé luz y fuerza para usar bien de nuestra libertad.
10.- Que no seamos sordos a su llamamiento, convencidos de que Dios quiere lo mejor para nosotros.
11.- Algunos dicen: «Yo soy católico, pero no practico». Esto es tan absurdo como decir: «Yo soy futbolista, pero jamás he dado una patada a un balón». Hay que ser coherente. Toda ideología supone un compromiso. Quien no cumple, no es católico.