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Homilías del Padre Jorge Loring S.I. |
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Cuarto Domingo de Adviento - Año C
Lc. 1:39-45
1.-El Evangelio de hoy me sugiere hablar de la servicialidad, pues María fue a ayudar a su prima Isabel en su avanzado embarazo.
2.- María tenía excusas para no haber hecho el viaje, pero su espíritu de servicio pudo más, y fue a ayudar a su prima.
3.- Es muy importante que sepamos poner las necesidades del prójimo por encima de las nuestras.
4.- Hay un cuento en el que un ángel vio que los hombres tenían sólo un ala, y así no podían volar. Entonces le pregunta a Dios por qué ha hecho a los hombres así, y Dios le contesta que para que los hombres se necesiten unos a otros para volar, y así practiquen la caridad. Por eso Dios ha repartido los dones. Los hombres somos diferentes para que nos ayudemos unos a otros. En una ocasión leí la historia de dos soldados heridos en la guerra, uno ciego y el otro cojo: el ciego cargó con el cojo y el cojo guiaba al ciego. Se ayudaron los dos mutuamente y salieron andando.
5.- Otra lección del Evangelio de hoy es que Isabel reconoce que María es la Madre de Dios, pues le dice: «¿de dónde a mí que venga a visitarme la Madre del Señor»? El Señor es Dios.
6.- Las palabras de Isabel han pasado al Avemaría: «Bendita tú eres entre todas las mujeres».
7.- Éste es un bonito piropo para la Virgen. Por eso le gusta que recemos el Santo Rosario, porque se lo repetimos cincuenta veces, y Ella lo oye con agrado.
8.- En casi todas las apariciones de la Virgen Ella pide que recemos el Rosario. Deberíamos organizar nuestro tiempo para rezarlo a diario. Rezado en común o ante un sagrario tiene indulgencia plenaria.
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