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Homilías del Padre Jorge Loring S.I. |
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Segundo Domingo de Cuaresma - A
Transfiguración (Mt 17:1-9)
1.- En el Evangelio que acabo de leer se nos narra el hecho de LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR en el que Jesús se pone resplandeciente delante de Moisés y Elías, dos personajes del antiguo Testamento.
2.- Al terminar, San Pedro se había encontrado tan a gusto que propone al Señor construir allí tres cabañas, una para el Señor, otra para Moisés y otra para Elías; y así prolongar más tiempo aquella situación.
3.- Esto me sugiere hablar del cielo, donde toda la felicidad consiste en estar con el Señor.
4.- Cuando yo era pequeño pregunté: «¿En el cielo hay bicicletas?»
Porque con lo que a mí me gustaba la bicicleta yo pensaba que en el cielo no podía ser feliz si no tenía una bicicleta. Tanto me gustaba la bicicleta que mi padre me compró una grande siendo yo un chiquillo. Tan grande que no llegaba a los pedales si me sentaba en el sillín.
5.- Y me decían: «Sí hombre, sí. En el cielo tendrás todo lo que quieras»
Ahora comprendo que en el cielo no hay bicicletas; ni falta que hace para ser feliz.
6.- Porque la felicidad del cielo está en el amor.
7.- No en el amor físico que tanto se propagandea, sino en el amor espiritual, que da mucha más felicidad que el placer sensitivo. Lo espiritual nos da más felicidad o sufrimiento que lo sensitivo.
8.- Una bofetada en público hace sufrir más por lo que tiene de humillación que por el dolor en la cara.
9.- La felicidad del cielo consiste en un amor espiritual: Amar a Dios y ser amado de Dios.
10.- Si el amor a personas llenas de defectos nos hace tan felices en la Tierra, ¿qué será el amor a Dios? Dios es la persona más digna de ser amada, pues es omniperfecto, infinitamente perfecto. Y en el cielo lo conoceremos como es; porque en la Tierra, con la limitación de nuestro entendimiento, lo que conocemos de Él es una caricatura, como dice San Pablo.
11.- Nadie me ama ni me puede amar más de lo que Dios me ama. Sentirme amado de Dios en el cielo me llena de felicidad.
12.- Hay personas que sufren porque no son amadas como ellas desean.
13.- En el cielo sentiré saciado el deseo de ser amado.
15.- Y eso por toda la eternidad. Porque bien que se acaba no hace feliz. El pensamiento de que se va a acabar, entristece: a un ciego le devuelven la vista por un día; o a un preso la libertad por una hora. Eso no les hace felices.
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