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Homilías del Padre Jorge Loring S.I. |
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Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario - A
Mt 18:15-20
1.- Cristo nos anima a orar en común.
2.- Esto se puede hacer en muchas ocasiones, por ejemplo bendiciendo la mesa antes de comer, o rezando el rosario en familia o con alguien, etc.
3.- Rezar el rosario acompañado, o delante de un sagrario tiene indulgencia plenaria diaria, si se comulga y se reza al final un Padrenuestro por las intenciones del Papa.
4.- El valor de las indulgencias está hoy muy olvidado: unos por ignorancia y otros por negligencia.
5.- Pero si la Iglesia legisla sobre las indulgencias, es porque reconoce su valor.
6.- Recientemente la Iglesia ha reformado las indulgencias. Ha suprimido aquella antigua expresión de trescientos días, siete años, etc., que se prestaba a confusión, porque la gente lo entendía como días y años de los nuestros, y no es así. Se refería a las penitencias que se ponían antiguamente.
7.- La actual legislación sobre las indulgencias ha dejado sólo dos clases: parcial y plenaria.
8.- La indulgencia parcial concede a la oración u objeto indulgenciado multiplicar por dos el fervor que se tenga al rezar esa oración o besar el objeto indulgenciado. Se merece el doble.
9.- La indulgencia plenaria perdona todo el purgatorio. Quien la gana en la hora de la muerte no pasa por el purgatorio. Y aplicada a un difunto, éste sale del purgatorio.
10.- No sabemos si realmente esa indulgencia se aplica a la persona que deseamos. Pero es de esperar, por la misericordia de Dios, que ÉL tenga en cuenta nuestro deseo.
11.- La indulgencia plenaria se puede ganar una al día rezando el rosario delante de un sagrario o en común, o haciendo el Vía-Crucis, o media hora de oración delante del Santísimo, o media hora de lectura de la Biblia.
11.- Se puede ganar para uno mismo o para un difunto. Ganarla para uno mismo exige tener total aborrecimiento a todo pecado, incluso venial. Pero si se aplica a un difunto, esto no es necesario.
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