V.- Reportaje gr�fico de la S�bana
Santa
Impresi�n frontal
Entre
las dos l�neas negras de la tela chamuscada, se observa perfectamente la imagen
de Jes�s. Llama la atenci�n las perfectas proporciones de su cuerpo. El Profesor
J�dica-Cordiglia de Mil�n, que ha hecho las mediciones que los m�dicos suelen
hacer para estudiar a un individuo particular, da este juicio global sobre
el aspecto f�sico de Jes�s: �Desde el punto de vista de su constituci�n som�tica
est� visto que se trata de un individuo de particular belleza, y prestancia
f�sica no com�n. Perfecto en la masa corp�rea, excediendo un poco de las proporciones
del hombre medio normal. Era de 1,80 mts de estatura. Las l�neas de su tronco
y de sus extremidades, guardaban armon�a y proporci�n escultural: tanto en
la anchura como en la longitud de su cuerpo. El grado de perfecci�n corp�rea
es tal, que puede y debe ser clasificado por encima y fuera de cualquier tipo
�tnico�.
Seg�n la
clasificaci�n de Kretschmer, el tipo som�tico a que corresponde es muscular
atl�tico.
El Dr. D.
Gregorio Mara�on, en carta privada a la Delegaci�n de �Cultores Sanctae
Sindonis� de Barcelona, como acuse de recibo de un obsequio bibliogr�fico que
esta asociaci�n le hab�a hecho, escribi�: (Esta turbadora imagen no es la
efigie solamente de� un ser humano
excepcional... El estremecimiento que causa su contemplaci�n hace pensar... que
as� debi� de ser el Dios hecho hombre�[1].
La imagen
est� solamente en la cara de la S�bana que estuvo en contacto con el cuerpo.
Por el rev�s no hay imagen, aunque algunas manchas de sangre si han calado[2].
Foto
pág. 83
Miniatura atribuida a Clovio
Aunque
esta miniatura se ha atribuido a Clovio, disc�pulo de Rafael, la cr�tica
moderna afirma que Clovio copio a Juan Bautista Della R�vere.
Los detalles
de esta pintura muestran c�mo fue empleada la S�bana para envolver el cuerpo
de Jes�s.� Por eso en la S�bana Santa
aparecen las figuras frontal y dorsal yuxtapuestas por la cabeza.
Evidentemente
que a Cristo no lo fajaron con vendas, como hicieron con L�zaro, pues hicieron
una sepultura provisional por falta de tiempo. La fiesta del s�bado empezaba a
la puesta del sol del viernes. Por eso las mujeres volv�an al sepulcro despu�s
de la fiesta, para completar las ceremonias que no tuvieron tiempo de hacer el
viernes por la tarde.
Es
posible que las vendas para hacer la sepultura definitiva las pusieran en el
suelo.
�Parece
absurdo que vendaran el cuerpo el viernes para luego quitarles las vendas
despu�s del descanso sab�tico y hacer la unci�n definitiva�[3].
Esta
s�bana, probablemente, la ten�a en su casa Jos� de Arimatea; pues seg�n le dijo
una se�ora jud�a a mi amigo el ingeniero holand�s Guillermo van Vroenhoven, era
costumbre hebrea incluir en el ajuar de las novias una s�bana mortuoria.
Miniatura
atribuida a Clovio
La S�bana Santa en positivo y
negativo
Tanto en
el positivo como en el negativo, se observan las dos im�genes frontal y dorsal,
yuxtapuestas por la cabeza, debido al modo c�mo el lienzo cubri� el cad�ver de
Jes�s, seg�n la miniatura que acabamos de ver.
Resaltan
las l�neas longitudinales de la tela chamuscada en el incendio de Chambery, en
la noche del 3 al 4 de diciembre de 1532, estando la S�bana Santa en una urna
de plata.
Fue
salvada por el can�nogo Filiberto Lambert[4].
Parte de
la plata de esta urna se fundi�, y unas gotas de plata fundida atravesaron el
lienzo doblado haciendo diecis�is orificios que fueron remendados con
tri�ngulos de lino blanco por las religiosas clarisas de Chambery. Estos
remiendos fueron cosidos de rodillas por las religiosas clarisas de Chambery,
entre el 15 de abril y el 2 de mayo de 1534[5].
El
interior de la urna de plata, donde se guardaba doblada la S�bana Santa,
durante el incendio pudo llegar a las 900 grados cent�grados[6].
Esto
contribuy� a la alteraci�n del carbono-14 seg�n el f�sico ruso Dimitri
Kouznetsov[7].
Las
dimensiones de la S�bana Santa son de 4,36 por 1,10 metros. �Al tejido de la
S�bana Santa le faltan tiras enteras laterales y terminales. Se sabe que estas
tiras fueron cortadas en la �poca constantinopolitana imperial, para hacer con
ellas reliquias�[8].
Por el
mundo no hay muchas copias de la S�bana Santa, pero en todas se pone que son
copias[9].
La S�bana
Santa en positivo y negativo
Capilla de la S�bana Santa
En 1694,
la S�bana Santa se instala en la Capilla que construy� Guarini por encargo del
Duque de Saboya, Carlos Manuel II, donde se conservaba enrollada en un cilindro
de madera de 4 cent�metros de di�metro, para evitar las arrugas, y encerrada en
una urna de plata, cuyas dimensiones son 150 por 38 por 38 cent�metros.
El 12 de
abril de 1997 esta capilla sufri� un incendio.
Capilla
de la S�bana Santa
Ostensi�n de la S�bana Santa
En el verano de 1978
Con
ocasi�n del IV Centenario de la llegada de la S�bana Santa a Tur�n, se celebr�
en esa ciudad, el II Congreso Cient�fico Internacional de Sindonolog�a, y se
hace una ostensi�n de la S�bana Santa, que dura mes y medio: el 27 de agosto al
8 de octubre de 1978. Fue visitada por m�s de tres millones de personas, seg�n consta
en la p�gina 566 de las Actas del Congreso. La S�bana Santa no se expon�a al
p�blico desde el a�o 1933. A continuaci�n fue sometida al estudio de ochenta
cient�ficos europeos y norteamericanos, con los aparatos m�s modernos y
especializados que existe. Los cient�ficos pudieron investigar la S�bana Santa
directamente durante 120 horas: cinco d�as sin interrupci�n[10].
�En 1389
Pierre D� Areys, obispo de Troyes, tuvo conocimiento de que la familia Charny,
expon�a la S�bana Santa a la veneraci�n p�blica, con el consiguiente �xito de
p�blico y donaciones. Indignado porque la iniciativa hab�a sido tomada sin su
consentimiento, escribi� al Papa de que era una falsificaci�n pict�rica. Se
llev� a cabo un largo proceso, pero todo qued� en nada�[11].
Los actuales
estudios cient�ficos de la S�bana Santa demuestran la falacia de Pierre D�
Areys.
Ostensi�n
de la S�bana Santa en el verano de 1978
Rey Humberto II de Saboya
El 18 de
marzo de 1983 muere en Ginebra el desterrado rey de Italia, Humberto II de
Saboya, dejando en su testamento la S�bana Santa al Vaticano. Esta reliquia
pertenec�a a la Casa de Saboya desde el a�o 1452.
El Rey
Humberto II de Saboya
Tejido de la S�bana Santa ampliado
fotogr�ficamente
La S�bana
Santa presenta un tejido de lino muy bien conservado, a pesar de los a�os y
azares sufridos. No es de extra�ar tan larga conservaci�n, pues, seg�n los
entendidos en la materia, el lino tiene una duraci�n casi ilimitada, con tal
que se mantenga en lugar seco.
Yo he
visto en el museo egipcio de Tur�n el lienzo funerario del Fara�n RA que fue
tejido 1.600 a�os antes de Cristo, y est� perfectamente conservado. Mide siete
metros de longitud y tiene la misma anchura que la S�bana Santa.
El� Profesor G. Raes y su equipo del Laboratorio
de T�cnica Textil de la Universidad de Gante (B�lgica) estudiaron el tejido de
la S�bana Santa y comprobaron que es un sistema de tejido que no se tej�a en
Europa en la Edad Media. Por el contrario, es propio del Oriente Medio, y dej�
de fabricarse a partir del siglo V. Este tejido ven�a de Oriente Medio, pues en
la S�bana Santa hay trazas de algod�n de esta zona, sin duda al quedar en el
telar restos del algod�n que anteriormente se hab�a tejido en �l[12].
La existencia de algod�n elimina la posibilidad de que el lienzo haya sido
confeccionado en Europa antes del siglo XIV, pues todav�a no se conoc�a el
algod�n en Europa.
En cambio
es perfectamente aceptable que este tejido se comercializara en Jerusal�n en el
siglo I.
En este
tejido se han encontrado tambi�n restos de mirra y �loe[13]
, que se sabe son sustancias con que se embalsam� el cuerpo de Jes�s al
descenderlo de la cruz[14].
Entre hilo e hilo no hay grumos de pintura[15].
El Dr. D.
Leoncio Garza- Vald�s, microbi�logo de San Antonio, Texas (EE,UU) ha encontrado
en el tejido de la S�bana Santa el hongo �lichenotelia� y la bacteria
�leoncinella�. Con la actividad metab�lica de estos microorganismos se han
producido alrededor de las fibras unas fundas que han enriquecido el Carbono-14[16].
Este
enriquecimiento del Carbono-14 ha rejuvenecido el lienzo. De ah� la fecha de
1260- 1390 de los analistas[17].
El Dr. D.
Leoncio Garza- Vald�s tuvo la idea de hacer esta an�lisis al enterarse de que
en el Museo de Manchester se conserva una momia envuelta en un lienzo de lino,
y al ser ambos sometidos a la dataci�n del Carbono- 14 result� que la tela era
mil a�os m�s joven que la momia que envolv�a, debido a la contaminaci�n de las
fibras del tejido[18].
En Enero
del a�o 2000 un equipo de t�cnicos textiles dirigidos por la experta suiza
Mechtild Flury Lemberg, Directora del Museo Abbeg de Berna, ha retirado los
parches que pusieron las clarisas de Chambery y el forro posterior.
Tejido de
la S�bana Santa ampliado fotogr�ficamente
El Doctor John Heller
En la
S�bana Santa aparecen manchas de sangre estudiadas por el doctor norteamericano
John Heller, biof�sico del Instituto de Nueva Inglaterra: ha afirmado que son
de sangre humana. Incluso ha averiguado el grupo sangu�neo. Es AB.
A la
misma conclusi�n lleg� el doctor italiano Baima Bollone[19]
Catedr�tico de Medicina Legal en la Universidad de Tur�n.
El grupo
AB es muy raro en Occidente, pero muy corriente en Oriente medio.
El factor
Rh de la sangre, con los m�todos que tenemos, no se puede saber en sangre tan
antigua.
Lo que
s�, quiz�s, logremos obtener es el c�digo gen�tico de Cristo. Se est�
estudiando el ADN.
Los
an�lisis qu�micos de la sangre, realizados por el especialista Dr. Alan Adler,
(pruebas del hemocrom�geno, de la alb�mina, de pigmentos biliares, prote�nas y
la fluoresce�na de Heller) fueron todos positivos.
El Dr.
Baima Bollone us� el m�todo de Dotzauener y Keding para hematoporfirina con
iguales resultados positivos. El m�todo de Teichman para cristales de hemina
fue positivo. Todas las pruebas forenses realizadas sobre las manchas rojizas
de la S�bana Santa demuestran que son de sangre.
En la
S�bana Santa no hay se�ales de descomposici�n del cad�ver, a pesar de que la
s�bana estuvo en contacto con el cad�ver del Cristo treinta y seis horas[20].
El doctor John Heller
Jackson y Jumper
En el
Congreso de Tur�n, descollaron los doctores en Ciencias F�sicas de la NASA
americana, Jackson y Jumper,� por� su trabajo con el analizador de imagen VP-8.
Ellos afirman que la grabaci�n de imagen se produjo por una radiaci�n, quiz�s
en el momento de la resurrecci�n. No hay explicaci�n m�s aclaratoria.
La
radiaci�n que grab� la imagen� fue
exactamente la precisa para que la imagen se viera bien. Dice el Dr. Juan
Bautista Rinaudeau, Profesor de Medicina Nuclear en la Universidad francesa de
Momtpellier: �Todo sucedi� como si esa radiaci�n hubiera sido finamente
dosificada. En efecto, si hubiera habido demasiada energ�a, la imagen hubiera
resultado excesivamente oscura; y si, por el contrario, la energ�a hubiera sido
escasa., la imagen hubiese sido poco contratada, y por lo tanto ilegible. Es
exactamente como si alguien hubiera tenido la intenci�n precisa de provocar la
imagen�[21].
El P.
Manuel M. Carreira, S.I. Profesor de F�sica en la universidad norteamericana de
Cleveland, en su estudio sobre la S�bana Santa desde el punto de vista de la
f�sica dice: �el origen de la d�bil energ�a que marc� la tela tal vez sea el
hecho sobrenatural de la resurrecci�n�[22].
Jackson y
Jumper
Foto
tridimensional de Jackson y Jumper
La imagen tridimensional demuestra claramente que no
ha sido pintada por ning�n artista medieval. Su origen no puede ser otro que el
cuerpo que envolv�a.
Los ojos abultados sugieren la existencia de dos monedas sobre los
p�rpados, al uso hebreo de la �poca, para mantenerlos cerrados.
Esta moneda ha sido identificada por el P. Francisco Silas, S.I. de la
Universidad de Loyola de Chicago. Se trata de un lept�n acu�ado por Poncio
Pilatos que circul� en Palestina por los a�os 26 y 36 de Nuestra Era[23].
Se aprecian las letras U CAI que son la �ltima de
TIBERIOU y las tres primeras de CAISAROS. Significa DE TIBERIO CESAR.
Se presenta la dificultad de que C�sar en griego se escribe con K y no
con C. Fue un error del troquelador, por influjo del lat�n, donde Cesar se
escribe con C. Hay que tener en cuenta que en aquel tiempo en Palestina, era
corriente alternar el griego con el lat�n y el arameo; y las monedas se
troquelaban a mano, una a una. El P. Filas ha encontrado en un numism�tico de
Chicago, Peter Meiss, varias monedas con errores y un lept�n igual con el mismo
error[24].
En la revista SINDON de investigaci�n sobre la Sabana Santa, el P. Filas
publica varias fotos de estas monedas[25].
Mario Moroni, uno de los que m�s se ha distinguido en el estudio de esta
monedas, dice que en el cementerio hebreo de Jeric� se han encontrado calaveras
con dos monedas cada una[26].
La costumbre de poner monedas sobre los p�rpados desapareci� por
completo a partir del siglo II.
Por lo tanto la existencia de monedas sobre los ojos de la S�bana Santa
es una prueba m�s de que es del siglo I.
La foto tridimensional se ha obtenido a base de computadora. Se basa en
que la intensidad del negro de la imagen del lienzo es inversamente
proporcional a la distancia de cada punto de la tela a la piel. No depende del
claro-oscuro de cada punto del objeto, como en una fotograf�a normal. La
computadora transforma la intensidad del negro en un n�mero, y luego el n�mero
en altura. Este trabajo lo realizaron Jackson y Jumper en 1977.
Esta imagen tridimensional se debe al profesor Tamburelli, Director de
Estudios Electr�nicos de la Universidad de Tur�n, que en uni�n de un grupo de
T�cnicos del IRI (Instituto Italiano de Investigaciones Cient�ficas), obtenida
con una t�cnica similar� a la de los
norteamericanos de la NASA, ha superado a la que �stos publicaron, al lograr
Tamburelli eliminar las deformidades de la sangre acumulada en el bigote y en
las ceja, y dando un rostro mucho m�s natural.
Foto tridimensional del Dr.Tamburelli
Aspecto que ofrec�a el rostro de Jes�s. Esta fotograf�a es obre del
Prof. Tamburelli, ordenando a una computadora, a la que se informa de una gota
de sangre, que muestro todo lo que sea sangre en el rostro de Jes�s. Este
rostro ensangrentado de Jes�s nos da idea de lo que tuvo que ser la corona de
espinas.
Seg�n rito funerario jud�o, cuando el rostro del difunto estaba
desagradable a la vista, se cubr�a con un velo[27].
Es posible que todav�a quedara en el rostro sangre de la que sud� en
Getseman�.
El sudor de sangre es conocido por los m�dicos como
"hematohidrosis". Se produce por una violenta tensi�n emocional,
mezcla de tristeza, angustia y pavor, que rompe los capilares, encharca la gl�ndulas
sudor�paras, y por los poros sale sangre mezclada con sudor. Aunque el fen�meno
es raro, es perfectamente posible desde el punto de vista m�dico.
Rostro ensangrentado de Jes�s
Estaba tejida con ramas de "ziziphus vulgaris", un espino de
duras y agudas espinas que usaban como le�a para encender la lumbre.
La corona no ten�a forma de anillo, como suelen representar los
artistas, sino probablemente forma de casco, como una corona oriental, que era
una especie de mitra.
En la cabeza se han contado treinta y dos heridas de perforaci�n de las
espinas.
La coronaci�n de espinas ha sido algo exclusivo de Jesucristo.
"Jam�s en la historia se hab�a dicho, sabido o escrito, que a
alguien se le hubiera puesto en la cabeza una corona de espinas"[28].
"No hay ning�n documento donde conste la coronaci�n de espinas ni
entre los romanos ni en otro pueblo"[29].
"No se conoce su uso en ning�n otro caso de la Historia"[30].
En el Congreso de Roma el Dr. Rodante, superponiendo diapositivas, nos
hizo ver que grandes surcos de sangre de la frente coinciden con la vena
frontal y la arteria temporal.
Esto hace imposible que la S�bana Santa sea una falsificaci�n medieval
pues supondr�a conocimientos muy posteriores a aquel tiempo.
La corona de espinas
La corona, con sus agudas y punzantes espinas caus� heridas profundas.
La sinuosidad y abundancia de surcos de sangre, nos dan idea de las hemorragias
y de los dolores terribles.
En el Congreso de Tur�n, en Junio de 1998, el Dr. D. Leoncio
Garza-Vald�s, microbi�logo de San Antonio,�
Texas (EE.UU), nos expuso que �l hab�a encontrado en las manchas de
sangre de la nuca part�culas microsc�picas de madera. Sin duda que son
consecuencia de los golpes que Jes�s se dio con la cabeza contra la cruz, tanto
en las ca�das como al empinarse y desplomarse en la agon�a para tomar aire
porque se asfixiaba al oprimirle los pulmones el diafragma por estar colgado de
los brazos.
Esto es una prueba m�s de que la S�bana Santa no es obra humana, pues es
impensable que esto lo haya hecho un falsificador de la Edad Media.
Huella de la nuca
El Prof. Tamburelli, tambi�n orden� a la computadora que eliminara del
rostro de Cristo toda huella de dolor. As� consigui� esta foto-robot. Para la
elaboraci�n de esta foto ha sido necesario hacer mil millones de operaciones
matem�ticas. "Con la computadora -dice �l- se han empleado quince hora.
Sin ella hubieran sido necesarios doscientos a�os.
Foto de Cristo sacada electr�nicamente
Uno de los cient�ficos que habl� en el Congreso de Tur�n, fue el
cimin�logo suizo Max Frei, Catedr�tico de Criminolog�a en la Universidad de
Zurich. Era Director del Laboratorio Cient�fico de la Polic�a Suiza, y
especialista en palinolog�a (la ciencia de los p�lenes). En 1973, fue uno de
los cient�ficos que tuvo acceso a la S�bana Santa, con otro grupo de
investigadores, y examinando el polen que el viento hab�a dejado incrustado en
la S�bana, ha descubierto granos de polen de cuarenta y nueve especies de
plantas distintas.
El 23 de noviembre de 1973 pudo, por primera vez, posar sobre el lino
cintas adhesivas especiales para recoger el polen de la tela.
En 1981 encontr� m�s: hasta cincuenta y siete.
Max Frei muri� el 15 de enero de 1983.
El que en el tejido de la S�bana Santa haya gran cantidad de granos de
polen de plantas exclusivas de Palestina es una prueba m�s de que este lienzo
estuvo en Palestina, pues si lleva mil a�os en Europa, en la Edad Media nadie
pudo manipular los granos microsc�picos de polen, pues todav�a no se hab�a
inventado el microscopio.
La cantidad de polen que hay en la S�bana Santa s�lo pudo dejarlo el
viento. Y el viento no se lleva el polen m�s all� de ciertos limites porque al
amainar, el polen cae a tierra.
El crimin�logo suizo Max Frei
Los granos de polen son muy diferentes y f�cilmente catalogables. Los
granos de polen encontrados por Max Frei en la S�bana Santa, son de plantas
diversa. Algunas son de amplia zona de difusi�n, por lo tanto, no permiten
ninguna conclusi�n; pero otras son exclusivas de Italia, de Francia, de
Constantinopla, de Edessa, y trece exclusivas de Palestina. Lo cual confirma la
trayectoria del lienzo, y excluye toda posibilidad de fraude, ya que la S�bana
Santa lleva en Europa un millar de a�os, y nadie pudo manipular los granos
microsc�picos de polen, antes de que se inventara el microscopio.
Por eso Max Frei dec�a: "Es absolutamente cierto que esta S�bana estuvo
en Palestina. No puede ser una falsificaci�n. Esto ha sido para m� un emocionante
descubrimiento"
[31]
.
Max Frei ha encontrado en la S�bana Santa gran cantidad de polen de
plantas exclusivas de Palestina, y algunas desaparecidas despu�s del Siglo
Primero[32].
"En la S�bana Santa hay polen de plantas
extinguidas hoy, pero de las que se ha hallado polen en estratos sedimentarios
de Palestina de hace 2000 a�os"[33].
En un escrito firmado por Max Frei en Zurich del 8 de marzo de 1976,
donde recoge las conclusiones de sus investigaciones, dice que en la S�bana
Santa hay polen id�ntico al que se encuentra en estratos sedimentarios de
Palestina de hace dos mil a�os"[34].
Entre otras, Max Frei, ha encontrado en la S�bana Santa, polen de estas
plantas propias de Palestina: reaumuria hirtella, zygophyllum dumosum; acacia
�lbida; nosma orientalis; hyoscyamus aureus.
Tambi�n se ha encontrada en la S�bana Santa en 1978 polen de "aloe
socotrina" y "mirra cummiphora"[35].
De plantas europeas ha encontrado polen de haya, laurel, acacia, mirto,
etc.
De plantas de Oriente Medio ha encontrado polen de "linum mucro
natu" de "atragalis selensis" de "romeria hibria" etc.
En un �rea de diez kil�metros se puede recoger buena cantidad de polen
de una planta. Pero s�lo peque��sima cantidad puede llegar a largas distancia
porque el viento amaina y el polen cae. Por eso la gran cantidad de polen de
Palestina que se encuentra en la S�bana Santa demuestra que estuvo all�.
Granos de polen de la S�bana Santa
Algunos de los granos de polen encontrados por Max Frei en el Sudario de
Oviedo
En el pa�uelo de Oviedo, Max Frei ha encontrado polen de Oviedo, de
Toledo, del Norte de �frica y de Jerusal�n. En cambio no hay polen de
Constantinopla, ni de Francia, ni de Italia, como en la S�bana Santa. Esto
confirma que los dos lienzo tuvieron distinta trayectoria.
El pa�uelo de Oviedo fue llevado por los disc�pulos de los Ap�stoles a
C�rtago cuando la invasi�n de Palestina por los persas de Cosroe II en el a�o
614.
Cuando la invasi�n �rabe del �frica del Norte, fue llevado a Cartagena y
de all� a Toledo. Cuando Espa�a fue invadida por los musulmanes, el arca con
esta reliquia fue llevada hacia el norte por los cristianos de Toledo[36].
Lleg� a Oviedo entre el 812 y 842[37]
y fue escondida en el Monsacro. El arca aparecida en el Monsacro, a diez
kil�metros de Oviedo, fue trasladada a Oviedo a comienzos del siglo IX en que
el rey Alfonso II, El Casto; (792-841), construy� la iglesia de San Miguel,
actual C�mara Santa de la Catedral, para custodiar dignamente la reliquia[38].
Algunos de los granos de polen encontrados por Max Frei en el Sudario de
Oviedo
Este sudario est� en al Catedral de Oviedo desde el a�o 1075, seg�n
documentos del Archivo Capitular de la Catedral de Oviedo: Serie B, n�m. 2,
cuadernillo 9.
As� consta por el Acta de la apertura del arca el 14 de Marzo del a�o
1075, delante del Rey de Castilla Alfonso VI, Do�a Urraca, varios obispos y el
Cid Campeador, que acompa�aba al rey antes de ser desterrado en 1081.
En este documento se lee clar�simamente la firma vertical de Do�a
Urraca, hermana del rey.
Manuscrito de Oviedo
Su volumen es de un metro c�bico. Lleg� a Oviedo en el a�o 735.
Es de madera recubierta de plata por Alfonso VI en el siglo XI.
Este arca est� considerada como uno de los m�s preciados tesoros de la
Espa�a Cat�lica, pues conserva el Sudario con la Preciosa Sangre de Cristo.
En la superficie frontal del arca figuran los doce Ap�stoles; en el
centro est� la imagen del Salvador rodeado de los cuatro evangelistas.
En la tapa de este arca hay una relaci�n completa del contenido, y se
menciona: �el Santo Sudario de N.S.J.C.�.
El Arca Santa de Oviedo
El Sudario mide 84 x 53 cent�metros.
Estuvo doblado en dos sobre la cara
de Cristo en el traslado de la cruz al sepulcro. Dice Kraus, en su Arqueolog�a
talm�dica que era un rito funerario jud�o cubrir con un velo el rostro de un
difunto.
Hay manchas de sangre, pero no hay
imagen, pues �sta se produjo por una radiaci�n en la resurrecci�n, y en ese
momento este sudario estaba doblado a parte.
Tiene sangre en las cuatro caras, aunque de distinta intensidad. Esas
manchas coinciden con las manchas de sangre de la cara de la S�bana Santa, lo
cual solo se explica si los dos lienzos cubrieron la misma cara. Era costumbre
hebrea enterrar con el cad�ver cualquier cosa manchada con su sangre. Asi nos
lo dijo Alan Wagner, investigador de la Sabana Santa,a los congresistas que nos
reunimos en la Universidad de San Luis de Missouri, en Estados Unidos[39].
Cuando en el a�o 614 el persa Cosroe II invadi� Palestina el presb�tero
Filipo se encarga de llevar a Alejandr�a un arca de cedro con reliquias de
Jes�s y Mar�a. El empuje de los persas en �frica hizo que este arca fuera
llevado a Espa�a. Primero a Sevilla, a manos de San Isidoro; y cuando �ste fue
nombrado Obispo de Toledo, se llevo consigo el arca con las reliquias. Cuando
la invasi�n musulmana del 718, los cristianos de Toledo se la llevaron hacia el
Norte[40].
Sudario de Oviedo
El 13 de Octubre de 1988, un comunicado de prensa inform� que seg�n el
an�lisis del carbono-14, realizado por unos laboratorios, el lino del tejido de
la S�bana Santa habr�a que fecharlo entre 1260 y 1390, por lo tanto la S�bana
Santa no pod�a haber cubierto el cad�ver de Cristo en el siglo I, es decir, que
era falsa.
Esta noticia, ampliamente difundida por los medios de comunicaci�n,
result� ser una precipitaci�n.
M�s tarde Michael Tite, Jefe del Departamento de Investigaci�n del Museo
Brit�nico, y coordinador de los an�lisis del carbono-14 en la S�bana Santa, en
carta al Dr. Gonella, Profesor de Instrumentaci�n F�sica en el Polit�cnico de
Tur�n y Asesor Cient�fico del Arzobispo de Tur�n, fechada el 14 de Septiembre
de 1989, pide perd�n de haber sido causa de que los medios de informaci�n hayan
desorientado a la opini�n p�blica diciendo que la S�bana Santa es falsa.
Algunos opinan que el fragmento analizado no era de la S�bana Santa sino
de la capa pluvial de San Luis de Anjou
[41]
.
Carta de Michael Tite
El alboroto que la noticia de la falsedad de la S�bana Santa produjo en
la opini�n p�blica despert� el inter�s de un equipo de investigadores espa�oles
por estudiar el Sudario de Oviedo que pod�a demostrar que la S�bana Santa no
era del siglo XIV si lo dos lienzos cubrieron la misma cara, y el Sudario de
Oviedo est� all� desde el a�o 1000.
El 9 de noviembre de 1989, nos trasladamos a Oviedo un equipo de investigadores
con aparatos cedidos por el Laboratorio de Investigaci�n de Hidroel�ctrica
Espa�ola, donde ellos trabajaban. Fuimos en tres coches, y el material que
llev�bamos pod�a valorarse en m�s de veinte millones de pesetas: m�quinas
fotogr�ficas con macro-objetivos, c�mara de v�deo, microscopio, dos ordenadores,
aparatos de luz ultravioleta e infrarroja, etc.
Primera Investigaci�n
Obtenida la autorizaci�n del arzobispo de Oviedo, Mons. Gabino D�az Merch�n,
empezamos a trabajar. Nos acompa�� D. Jorge Rodr�guez Almenar, Vice-Presidente
del Centro Espa�ol de Sindonolog�a, al que pertenecemos los investigadores.
Visita al Arzobispo
Empezamos fotografiando documentos en el Archivo Capitular de la
Catedral.
En el Archivo de la Catedral
Con un microscopio estereosc�pico, NIKON-SMZ-2T, de 60 aumentos, pudimos
observar la hendidura marcada en el tejido por donde el Sudario estuvo doblado
durante siglos, y guardado en el arca. La forma en que estuvo doblado nos llev�
a la conclusi�n de cu�les fueron las caras 1, 2, 3 y 4.
Es curioso el hecho de que en este sudario se observa una mancha de
carm�n de labios. Pudo ocasionarla alguna ilustre dama que lo bes� devotamente
con los labios pintados. Pudo ser Isabel II, que seg�n consta por la
documentaci�n, fue a venerarlo.
Inspecci�n ocular
Encaje de las manchas de
sangre en el Sudario y la S�bana Santa.
Es indudable que los dos lienzos cubrieron la misma cara, por lo tanto
la S�bana Santa no puede ser del siglo XIV, si este lienzo est� en Oviedo desde
el a�o 1000.
Encaje de las manchas de sangre en el Sudario y la
S�bana Santa.
El Padre Francisco Filas,
S.I.
El 15 de febrero de 1985 muri� en Chicago el P. Francisco Filas, S.I.
Catedr�tico de Teolog�a en la Universidad Loyola de Chicago, y gran
investigador de la S�bana Santa de Tur�n.
En 1979 con modernos aparatos de ampliaci�n, logr� fotografiar una
peque�a moneda sobre el p�rpado del ojo derecho. Se lee en ella la inscripci�n
U CAI. La U es la �ltima letra de TIBERIU, CAI, las tres primeras letras de
CAISAROS.
La inscripci�n completa deb�a ser TIBERIU CAISAROS: De Tiberio C�sar.
Aunque en griego CAISAROS� se escribe con K, el error debi� ser del
troquelador por influjo del lat�n que se escribe con C.
En los numism�ticos hay monedas como esta con el mismo error.
Esta moneda, estudiada por el numism�tico Michael Marx, se encuentra en
el Cat�logo de monedas jud�as publicado por Madden en 1967.
La existencia de esta moneda en el ojo confirma que la S�bana Santa no
es una falsificaci�n humana, pues el dibujo de esta moneda no se ve a simple
vista
[42]
.
El Padre Francisco Filas, S.I.
Esa costumbre hebrea poner sobre los p�rpados de los cad�veres una moneda
para mantenerlos cerrados. Se lee perfectamente la inscripci�n griega y se ve
el bast�n de mando que orden� poner Poncio Pilato, evitando las efigies que
ofend�an las costumbres jud�as.
En las monedas se suele poner la cara del Jefe del Estado. En los tiempos
de Jes�s, en el denario, que era la moneda con la que se pagaba el tributo al
C�sar, estaba la cara del Emperador Tiberio.
Recomendamos el pasaje donde dice Jes�s:
-�De qui�n es esa cara?
-Del C�sar.
-Pues dad al C�sar lo que es del C�sar y a Dios lo que es de Dios.
Esta moneda fue acu�ada por Poncio Pilato, y circul� entre los a�os 26 y
36 de nuestra Era, durante los cuales gobern� Poncio Pilato.
La moneda se ve muy bien en el ojo derecho. En el izquierdo no est� tan
claro, pero tambi�n aparece una moneda, sobre la ceja, en honor de Julia, la
esposa[43]
de Tiberio. En ella se lee la sigla LIS que es el a�o XVI de Tiberio, que
corresponde al 29 de Nuestra Era[44].
�sta es precisamente la fecha que da San Lucas como comienzo de la vida
p�blica de Jes�s[45].
El descubrimiento de esta moneda ha sido confirmado por el m�dico
forense Baima Bollone y el profesor de inform�tica Nello Ballossimo[46].
Los sucesores de Poncio Pilato acu�aron sus propias monedas.
Mario Moroni encontr� dos monedas en dos calaveras del cementerio hebreo
de Jeric�, y una moneda en una calavera del cementerio de Jerusal�n.
El empleo de las monedas sobre los ojos de los cad�veres desapareci�
despu�s del siglo II[47].
En 1991 apareci� una moneda de Herodes Agripa, de los a�os 42-43, en un cr�neo
de la familia del Sumo Pont�fice Caif�s[48].
La presencia de una moneda de la �poca es una prueba para la fecha de la
S�bana Santa[49].
Moneda que estaba colocada sobre el ojo
Probablemente Cristo no carg� con la cruz entera, sino s�lo con el palo
horizontal, atado a los brazos[50].
Por eso en las ca�das no pudo poner las manos y dio con la cabeza en el suelo,
aplastada por el madero.
El peso del madero horizontal pudo ser de unos cincuenta kilos[51].
En la cara de la S�bana Santa hay tierra[52].
Es del tipo �travertino-aregenito�, como la que se encuentra en los alrededores
de Jerusal�n[53].
Las rodillas tambi�n aparecen lesionadas por las ca�das.
El palo vertical se manten�a fijo en lugar de la crucifixi�n.
Ca�da de Jes�s
Cristo se empinaba sobre el clavo de los pies para tomar aire, porque se
asfixiaba; pero al no poder soportar el dolor del clavo de los pies, volv�a a
desplomarse.
De esta manera, la mano giraba sobre el clavo del carpo, destrozando el
nervio mediano y produci�ndole un dolor de paroxismo, como dec�a el Dr. Barbet:
�La naturaleza se inhibe, sobreviene un s�ncope y se muere de dolor�.
Al empinarse y desplomarse, su espalda llagada por la flagelaci�n se
raspaba contra el rugoso madero vertical.
Este dibujo se debe a Mons. Ricci.
La crucifixi�n fue abolida por el emperador Constantino en el siglo IV,
y es impensable a partir del siglo XI
[54]
.
Movimiento de Cristo en la Cruz
Estos� dos surcos divergentes de
la sangre que brot� del clavo de las manos, hablan de las dos posturas de
Cristo en su agon�a, cuando se empinaba para toma aire, y luego se desplomaba
por el dolor de apoyarse en el clavo de los pies.
Surcos de sangre del clavo de las manos
Los brazos se presentan en la posici�n m�s natural, con la mano
izquierda cruzada sobre la derecha, a la altura que las mu�ecas. En los
antebrazos se observan los hilos de sangre que brotaron de las heridas de las
manos. Obs�rvese que la herida est� en la mu�eca y no en la palma de la mano,
como vulgarmente se cree.
El pulgar est� doblado sobre la palma de la mano, al lesionar el clavo
el nervio mediano, como demostr� el Cr. Barbet con experimentos hechos en
Par�s.
Clavos de la cruz hay m�s de una docena por el mundo: Jerusal�n, Roma,
Florencia, Venecia, Par�s, etc. Naturalmente no todos pueden ser verdaderos.
Hay que someter a estudio cada uno para poder garantizar su autenticidad.
La longitud de los clavos pudo ser de uno veinte� veinticinco cent�metros. Y �en opini�n del
Dr. Casselli el grosor del clavo debi� ser de unos 7 mm.
El orificio del clavo no es redondo, sino cuadrado, y tiene seg�n los
t�cnicos, igual per�metro que el que tienen los dos clavos que se hallan en
Roma, en la� iglesia de la Santa Cruz de
Jerusal�n y se han considerado desde siempre como los de la Pasi�n de Cristo�[55].
Esto mismo se lo o� personalmente al Dr. Enrique Rivero, Presidente de
la Sociedad Sindonol�gica Mejicana, en una conferencia suya a la que asist�
cuando estuve en M�jico para hacer mi video sobre el misterio de los ojos
de la imagen de la Virgen de Guadalupe.
La herida de las manos
Observemos en el dibujo el recorrido del clavo y su localizaci�n entre
los huesecillos del carpo.
Los experimentos hechos han demostrado la facilidad de introducir un
clavo en el lugar indicado. El punto de suspensi�n es, adem�s muy s�lido; pues
en dicho lugar tienen origen los tendones y m�sculos de la mano.
El clavo entr� en el espacio de Destot separando los huesos del carpo
sin romperlos, y sujetando la mano firmemente al madero[56].
El arque�logo hebreo, Tzafezis, del Museo de Israel, descubri� los
restos de un crucificado, junto a la puerta de Jerusal�n, con las huellas de los
clavos de las manos en el carpo[57].
Est� completamente descartado que el clavo haya sido introducido en la
palma de la mano. Se hubiera desgarrado, pues los tejidos de la palma no
habr�an podido sostener el peso del cuerpo.
Uno de los primeros en poner los clavos de las manos en la mu�eca fue Van
Dyk
[58]
. Seguramente vio la S�bana Santa en Tur�n con ocasi�n de
su viaje a G�nova.
Esquema de la mano perforada
En� esta foto, se observan las
huellas de los pies.
El que est� reproducido m�s claramente es el derecho.
En la parte central de la planta se ve un punto m�s oscuro, que
corresponde a la salida del clavo.
El pie izquierdo ha dejado s�lo la marca del tal�n.
En opini�n del doctor norteamericano Bucklin, los dos pies estuvieron
clavados en la cruz con un solo clavo.
El estar el pie izquierdo sobre el derecho qued� curvado, y tambi�n la
pierna. Al sobrevenir la rigidez cadav�rica, conservaron la misma forma en el
sepulcro.
Esto hizo pensar a algunos en la Edad Media que Cristo tuvo una pierna
m�s corta que la otra. De ah� el palo inclinado en la parte baja del palo
vertical que se observa en las cruces orientales, como las que coronan las
c�pulas del Kremlin en Mosc�. Era un apoyo de los pies, y est� inclinado por la
suposici�n de que Cristo ten�a una pierna m�s corta que otra.
En los pies de la S�bana Santa hay tierra que, analizada por el
cristal�grafo norteamericano Kohlbeck, y afirma que es la misma de
Jerusal�n.� Ricardo Setti, de la
Universidad de Chicago, a analizado el aragonito de la Sabana Santa y el de
Jerusalem y dice: �Ambos tipos de muestras han dado resultados
extraordinariamente similares; lo que hace altamente probable que el aragonito
de la S�bana de la S�bana Santa proceda de Jerusal�n�[59].
En el traslado de la cruz al sepulcro, fue amarrado por los pies donde
quedaron marcados los dedos del portador, seg�n indica este dibujo de Mons.
Ricci.
La herida de los pies
La cruz indica el punto de perforaci�n.
Con los experimentos hechos, se ha constatado que no es dif�cil poner
los pies uno sobre otro, y clavarlos con un solo clavo.
La posici�n del clavo permite que los pies se apoyen en �l firmemente.
El clavo penetr� por el segundo espacio metatarsiano.
El uso del �sedile�, puntal de apoyo entre las piernas aplicado al palo
vertical, no era de uso constante. Se utilizaba cuando se quer�a prolongar
el tormento, pues �se era su cometido. Dada la brevedad de la agon�a de Jes�s,
se puede suponer que no lo tuvo
[60]
.
Esqueleto del pie
La herida est� en la parte derecha del pecho.
La mancha de sangre mide 6 x 15 cms, y cubierta en parte por remiendo,
no tan oscura como la de la nuca, de la frente, o de los brazos, porque la
sangre que brot� del costado, estaba mezclada con suero.
La lanza atraves� el quinto espacio intercostal, penetr� por el pulm�n
derecho, y tras un recorrido de unos diez cent�metros Alcanz� la aur�cula
derecha, la cual� suele contener sangre
l�quida en los cad�veres recientes[61].
La cantidad de sangre que sali� por la herida del costado, s�lo pudo
salir del coraz�n. Si Cristo no hubiera estado ya muerto, la lanzada que le
abri� el coraz�n hubiera acabado con su vida.
El agua que brot� de la herida, dicen los m�dicos, pudo deberse a una
pleuritis traum�tica o pericarditis serosa.
Dice el Dr. Marino Molina, que en agon�as excepcionalmente dolorosas, el
agua del pericardio es abundante.
El Dr. J�dica Cordiglia, profesor de Medicina Legal en la Universidad de
Mil�n, ha demostrado que todas las heridas reflejadas en el Lienzo fueron
producidas en vida del sujeto, excepto la del costado derecho que fue producida
despu�s de la muerte. Esto se nota por el modo de coagular la sangre.
Es de notar que mientras la sangre de otras heridas es arterial, la
sangre del costado es venosa, como corresponde a la que hay en la aur�cula
derecha, donde desemboca la vena cava superior. Esta diferenciaci�n es
impensable en un falsificador medieval, pues la circulaci�n de la sangre no se
descubri� hasta 1593.
En la S�bana Santa no aparecen rastros de descomposici�n de cad�ver
[62]
.
La herida del costado
El presente esquema muestra la posici�n del coraz�n, no completamente
desplazado hacia la izquierda, como algunos creen, sino casi en el centro del
pecho. La herida est� situado entre la quinta y sexta costilla.
Tiene forma el�ptica y mide 4,4 x 1,4 cent�metros; que son las
dimensiones de una punta de lanza romana de las que usaban los legionarios. Una
lanza de estas dimensiones han sido encontrada en nuestros d�as entre las
ruinas de Jerusal�n y perteneci� al ej�rcito de Tito, que asedi� la ciudad de
Jerusal�n en el a�o 70 de nuestra Era[63].
Los crucificados duraban tres o cuatro horas si estaban clavados, y
hasta 3 � 4 d�as si estaban atados. Alguno resisti� una semana. A veces dejaban
el cad�ver en la cruz hasta que era descuartizado por aves de presa. Pero la
familia ten�a derecho a llevarse el cad�ver, seg�n la ley romana, despu�s de
obtener el oportuno permiso.
�La hip�tesis de que Cristo no muri� en la cruz, no coincide con los
conocimientos m�dicos modernos� afirman los dos m�dicos norteamericanos de la
Cl�nica Mayo: Dr. William D. Edwards y Dr. Floyd E. Hosner, que escriben el
art�culo: La muerte m�dica de Jesucristo en la revista JAMA� del 21 de marzo de 1986, Vol. 255, n� 11.
Adem�s de otras razones, la lanzada que le abri� el coraz�n es
definitiva.
Por otra parte, el Dr. Baima Bollone, Catedr�tico de Medicina Legal en
la Universidad de Tur�n, afirma que �el hombre de la S�bana Santa estaba en
estado de rigidez cadav�rica�
[64]
.
Esquema del recorrido de la lanza
Por todo el cuerpo se observan las heridas de la flagelaci�n que, seg�n
la ley romana, se inflig�a a los condenados a muerte.
Seg�n el eminente pat�logo norteamericano Dr. Bucklin el n�mero de las
huellas de la flagelaci�n es de ciento veinte.
Esto tiene dos explicaciones: bien porque fuera azotado al modo romano,
que no limitaba el n�mero de golpes; bien porque lo fuera al modo jud�o, que no
permit�a pasar de cuarenta golpes, pero que cada l�tigo tuviera tres correas.
Lo m�s probable es que fue azotado por los romanos con los cuarenta golpes
tradicionales de los jud�os.
Sobre los om�platos se ven dos zonas erosionadas al cargar con el madero
de la cruz. Probablemente Jes�s carg� solamente con el madero horizontal. El
madero vertical de la cruz sol�a estar clavado en el suelo, y despu�s de clavar
al crucificado en el madero horizontal se le alzaba sobre el palo vertical.
La fotos con fluorescencia mediante rayos ultravioleta de Vernon Miller,
han descubierto sobre los om�platos, contusiones situadas exactamente en el
punto donde el madero atado a los brazos, deb�a oprimir la espalda.
El reguero transversal de sangre en la cintura proviene de la vena cava
inferior que conecta con la aur�cula derecha, y sali� en el traslado de la
cruz al sepulcro
[65]
.
Impresi�n dorsal
Los l�tigos que se empleaban en la flagelaci�n sol�an ser de cuero, y
ten�an al final huesecitos o bolitas de plomo unidas por una barrita de tres
cent�metros, como peque�as pesas de gimnasia.
Al descargar sobre el cuerpo se clavaban en la carne. Por eso han
quedado huellas de sangre en la S�bana Santa.
A este tipo de l�tigo se le llamaba �escorpi�n� por el da�o que hac�a.
Alrededor de las huellas de la flagelaci�n se encuentran halos de suero,
invisibles a simple vista, pero visibles con luz ultravioleta
[66]
. �Esto pudo hacerse en la Edad Media?
El l�tigo
Los verdugos debieron ser dos, uno a cada lado, y eran de distinta
estatura; pues la direcci�n oblicua de los golpes no es igual en los dos lados.
El Dr. Miklik cita el n�mero de escritores romanos que describen la
inaudita crueldad del suplicio de la flagelaci�n. A veces dejaba al descubierto
las entra�as. Algunos mor�an en el lugar del suplicio. Otros quedaban lisiados
para toda la vida. Flavio Josefo y Fil�n, cuentan casos de muerte despu�s de
ser flagelados. La flagelaci�n pudo durar unos 45 minutos[67].
Los verdugos
El rostro de la S�bana Santa, tal como se ve a simple vista.
La imagen est� en negativo, pero la sangre est� en positivo, pues empap�
la tela: no se produjo por radiaci�n.
Se observa en la frente un surco de sangre en forma de 3 invertido. Se
debe a que una espina pinch� la vena frontal, que pasa por ese punto, y la
sangre que brot� tuvo que superar las arrugas de la frente producidas por el
dolor.
Este rastro, en forma de 3 invertido, influy� en muchos iconos antiguos
que lo interpretaron como un caracolillo del pelo en frente. En el Congreso de
Roma, el P. Pfeiffer, S. I., Profesor de Arte Cristiano en la Universidad
Pontificia Gregoriana de Roma nos mostr� multitud de iconos, de los primeros
siglos, con este caracolillo en la frente.
El rostro de la S�bana Santa condiciona las representaciones de Cristo
en las monedas bizantinas acu�adas a partir del siglo VII[68].
El Dr. Rodante, superponiendo diapositivas, nos demostr� a los congresistas
de Tur�n, que los surcos de sangre de la frente coinciden con las venas y
arterias que pasan por ese punto. Este dato confirma que la imagen de la S�bana
Santa no fue un fraude medieval, pues en la Edad Media no se conoc�a la circulaci�n
de la sangre.
El rostro de la Sabana Santa tal como se ve a simple vista
El rostro de Jes�s en positivo.
Las l�neas horizontales por encima de la cabeza y por debajo de la barba
son pliegues de la s�bana de cuando estuvo en Edessa doblada en cuadro de modo
que s�lo se ve�a la cara.
As� estuvo 800 a�os. Por eso, las arrugas de los dobleces se notan
mucho.
Los regueros de sangre de la frente coinciden con venas y arterias
importantes que pasan por este punto, como nos mostr� superponiendo
diapositivas el Dr. Rodante, a los congresistas de Tur�n.
Se observan deformaciones en el rostro, debidas a los golpes que recibi�
la noche de la pasi�n: observemos la mejilla y la nariz.
El Dr. J�dica-Cordiglia, especialista en Medicina Forense, cree que la
contusi�n de la nariz fue causada por un palo de unos cinco cent�metros de
di�metro, esgrimido vigorosamente por un agresor situado a la derecha del
Se�or.
El evangelio de San Juan nos dice que en casa An�s uno de los esbirros
dio a Jes�s un golpe en el rostro.
La palabra griega usada por San Juan es �r�pisma�, que significa �golpe
dado con un palo�, porque �rapis� significa �bast�n�.
Este rostro a pesar de estar desfigurado por las huellas de tantos sufrimientos
y tremenda agon�a, tiene un especial encanto y fascinaci�n. Nuestros ojos
no se cansan de contemplarlo y admirar esa fisonom�a apacible, fuerte y majestuosa,
a la vez que humilde y resignada. Algo verdaderamente impresionante.
El rostro de Jes�s en positivo
As� debi� ser el rostro de Jes�s: con esa incomparable grandeza y esa
emocionante belleza. Llena a la vez de majestad y dulzura, de armon�a y de paz,
de nobleza y humildad, de serenidad y de unci�n, de bondad y vida interior.
Como dice el padre salesiano Jos� Luis Carre�o:
�Jam�s se vio tan transido de vida el rostro de un muerto. Quiz�s porque
su muerte era la fuente de nuestra vida.
�La imagen de la S�bana Santa nos muestra a Cristo a la vez muerto y
vivo: lleno de la fuerza del ap�stol, del dolor de la v�ctima expiatoria, del
hero�smo del m�rtir, de la dulzura del Salvador. Es el Cristo triunfador de la
muerte. El Cristo del amor, de la misericordia, de la vida eterna: es Dios
hecho Hombre�.
Miremos esta dulce figura y acostumbr�monos
a leer en estos ojos cerrados.
Miremos esa sangre sobre la frente que ni a su madre se le concedi� quitar
para que nosotros la vi�semos.
Miremos esos ojos, que, aunque cerrados, nos miran y nos penetran.
Miremos esa boca, cerrada por la muerte: nos dice lo que nadie sabe decirnos.
Miremos a Jes�s.
Esta foto-robot, basada en la S�bana Santa nos hace pensar: �ste debi�
de ser el mismo rostro de Jes�s que vio Mar�a Sant�sima.
Y �ste ser� el rostro de Jes�s que nos encontraremos al otro lado de la
muerte, si en esta vida le hemos amado con fervor, servido con fidelidad y
merecido su misericordia.
Reconstrucci�n de Ariel Aggemian
[1] Alejandro
Rold�n. S.I.: El Car�cter IX, 2. I. Ed. F�
Cat�lica. Madrid. 1975.
[2] Mar�a Grazia Siliato: La S�bana Santa. I. Ed. P.P.C. Madrid. 1998.
[3] Juan
Alarc�n: La S�bana Santa. II.
I. Ed. Temas de Hoy.
Madrid. 1994.
[4] Francisco Ans�n: La S�bana Santa, III. Ed. Palabra. Madrid. 2000.
[5] Mar�a Grazia
Siliato : El Hombre de la S�bana Santa. IV.. Ed. BAC. Madrid.
1987.
[6] Mar�a Grazia Siliato: La S�bana Santa. II. 2. Ed. P.P.C. Madrid. 1998
[7] Manuel M. Carreira. S. I.: La Sindone de Tur�n. V. I. C.E.S. Valencia. 1998.
[8] Mar�a Grazia Siliato : El Hombre de la S�bana Santa. XII.. Ed. BAC. Madrid. 1987.
[9] Mar�a Grazia Siliato: La S�bana Santa. I. Ed. P.P.C. Madrid. 1998
[10]Francisco Ans�n: La S�bana Santa, IV. Ed. Palabra. Nadrid. 2000
[11] Mar�a Grazia Siliato : El Hombre de la S�bana Santa. V. Editorial BAC. Madrid. 1987
[12] Mar�a
Grazia Siliato : El Hombre de la S�bana Santa. IX.. Ed. BAC. Madrid. 1987
[13] Gino Moretto:� Sindone: La guida, II, 4, d. Ed. L.D.C. Torino. 1996.
[14] Silvano Scannerini: Dossier sulla sindone. V.I, Ed. Queriniana. Brescia. 1998.
[15] Jos� Luis
Carre�o. O.S.B.: La Se�al. IX.
15, p�g. 423. Ed. Don Bosco. Pamplona. 1983.
[16] Baima Bollone: Sindone, la prova. VI, e. Ed. Mondadori. Mil�n. 1998.
[17] Daniel Raffard: Indagine sulla
Sacra Sindone. VI. I. Ed. Perrin. Par�s. 1998
[18] Mar�a Grazia Siliato: La S�bana
Santa. II. 4. Ed. P.P.C. Madrid. 1998
[19] Gino Morello: Sindone: La
guida, II, 4, h. Ed. L.D.C. Torino. 1996
[20] Antonio Persili: Sulle trace del
Cristo risorto, 2�. III. B. Casa della Stampa. Tivoli.
[21] Francisco Ans�n. La S�bana Santa.
VII. Ed. Palabra. Madrid. 2000.
[22] Manuel M. Carreira. S.I.: La
Sindone de Tur�n. V. 4. C. E. S. Valencia 1998.
[23] Revista C.R.C. 260(1-90)24
[24] P. Igartua. S.I.: La S�bana Santa
es aut�ntica. II. 3. Ed. Mensajero. Bilbao. 1990.
[25] Revista SINDON. XII-1983.
[26] Mario Moroni: Revista SINDON, n� 2
(XII-1990), p�g. 72 y 109
[27] Julio Ricci. La Sindone contestata,
p�g. 258. Roma. 1992.
[28] Mar�a Grazia Siliato : El
Hombre de la S�bana Santa. III. Ed. BAC. Madrid. 1987.
[29] Bruno Barbieri: La Sindone. Storia.
Scienzia. E. Centrostampa. Torino. 1980.
[30] Gino Moretto: Sindone: la guida,
II, 10, 2. Ed. L.D.C. Torino. 1996.
[32] Francisco Ans�n. La S�bana Santa.
III. Ed. Palabra. Madrid. 2000
[33] Julio Marvis�n: La S�bana Santa. IV. 3. Ed. Giraldo. Sevilla. 1996
[34] Juan Alarc�n: La S�bana Santa.
XIII. 5. Ed. Temas de Hoy. Madrid. 1994.
[35] Mar�a Grazia Siliato : El Hombre de
la S�bana Santa. X. 14.
Ed. BAC. Madrid. 1987.
[36] Julio Ricci: L� uomo della Sindone,
2�.VI. I. Roma. 1985.
[37] Jorge Manuel Rodr�guez: El Sudario
de Oviedo. 2. 3. C.E.S. Valencia. 1998
[38] Julio Ricci: L Sindone contestata.
P�g. 261. Roma. 1992.
[39] Francisco Ans�n. La S�bana Santa.
VIII. Ed. Palabra. Madrid. 2000
[40] Francisco Ans�n. La S�bana Santa.
VIII. Ed. Palabra. Madrid. 2000
[41] Francisco Ans�n. La S�bana Santa.
VII. Ed. Palabra. Madrid. 2000
[42] Nello Vellocino: Dossier� sulla Sindone. IV, 3. Ed. Queriniana.
Brescia.� 1998.
[43] Revista 10 Giorni. XI-1988, p�g.
69.
[44] ACTES DU III SYMPOSIUM
SCCIENTIFIQUE INTERNATINAL DU CIELT-NIZZA. 1997, p�g. 228.
[45] Evangelio de San Lucas,� 3, 1.
[46] L� Avenire del 7. VII. 1996.
[47] Pierre Carnac: El Saudrio de Tur�n.
IV. 6. Ed. Lidium.
Buenos Aires. 1984.
[48] Daniel Raffard: Le secret du Saint
Suaire, 3�, I, 4. Ed.
Chir�.
[49] Nello Bolossino: Revista SINDON de
diciembre 1996, p�g. 39.
[50] Mar�a Grazia Siliato: La S�bana
Santa. X. 5. Ed. P.P.C. Madrid. 1998
[51] Francisco Ans�n. La S�bana Santa.
II. Ed. Palabra. Madrid. 2000
[52] Mar�a Grazia Siliato : El Hombre de
la S�bana Santa. P�g.
62. Ed. BAC. Madrid. 1987.
[53] INTERNET.
www.aciprensa.com/sudario.htm
[54] Bruno Barbieri: La Sindone, studio,
scienza. Ed. Centrostampa. Torino. 1986.
[55] Manuela Corsini: Historia del
Sudario de Cristo, XVI, Ed. Railp, Madrid. 1988
[56] Luis Ortiz Mu�oz: Cristo, su
proceso y su muerte, tomo 2�, p�g. 433. Ed. Fomento. Mad.
[57] La Sindone, questo mistero, III, 6
[58] Daniel Faffard: Le secret du Saint
Suaire, 3�, II, 4. Ed.
Chir�. Francia.
[59] Petrosillo-Marinelli: El esc�ndalo
de una medida, 3�, IV, 6. Ed. Marcomba. Barcelona. 1991.
[60] Luis Ortiz Mu�oz: Cristo, su
proceso y su muerte, tomo 2�, p�g. 447. Ed. Fomento. Madrid.
[61] Jos� Javier dom�nguez: La S�ndone
de Tur�n, III, 6. C. E. S. Valencia. 1998.
[62] Daniel Raffard: Le secret du Saint
Suaire, 3�, III, 3. Ed.
Chir�.
[63] Mar�a Grazia Siliato : El Hombre de
la S�bana Santa. V. Ed.
BAC. Madrid. 1987.
[64] Dr. Baima Bollone: revista SINDON,
VI-1944, p�g. 42.
[65] Jos� Javier Dom�nguez: La S�ndone
de Tur�n, III, 6. C.E.S. Valencia. 1998
[66] Petrosillo-Marinelli: El esc�ndalo
de una medida, 3�, IV, 7. Ed. Marcombo. Barcelona. 1991
[67] Mar�a Grazia Siliato : El Hombre de
la S�bana Santa. VII. Ed. BAC. Madrid. 1987.
[68] Petrosillo-Marinelli: El esc�ndalo
de una medida, 3�, III, 4. Ed. Marcombo. Barcelona. 1991