La semana que viene voy a Zaragoza a grabar un vídeo sobre la tumba de San Pedro.
Es la conferencia que vamos a desarrollar a continuación. ldentificación científica de la tumba de San Pedro. ldentificación científica de los huesos de San Pedro. Éste va a ser el tema de esta conferencia. Después sacaremos esta conclusión: el que está enterrado ahí es San Pedro, y el que está encima es su legítimo sucesor, el Papa de Roma.
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Hacer vídeos tiene una gran ventaja. Con los vídeos doy mucha más difusión a mi trabajo apostólico. Predico en sitios donde no he ido nunca, ni puedo ir. Predico en dos sitios a un mismo tiempo. Incluso predicaré después de muerto. Como algunos artistas de cine que se han muerto y seguimos viendo sus películas. Los vídeos ruedan. Tú te mueres, pero el vídeo sigue rodando, y tú sigues predicando. Además, lIegas con el vídeo a los sitios más inverosímiles.
Una vez hacía un viaje en autobús. Ponen un vídeo de dibujos animados.
Otro vídeo de una película de risa, y de repente, un vídeo de los míos. Y yo no conozco al dueño del autobús, ni el dueño del autobús me ha visto en la vida. Pero en Barcelona vio en una tienda uno de mis vídeos, le interesó y lo compró, y lo pone en el autobús. Y los pasajeros, mientras van de viaje, van oyendo un sermón. Una conferencia mía. Esto de los vídeos es una cosa muy práctica.
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Pues para hacer este vídeo de la tumba de San Pedro he estado un mes en Roma. Allí he podido hablar con las personas más conocedoras del tema.
Con el padre Luis Martínez Facio, que es Catedrático de Arqueología Cristiana, en la Universidad Gregoriana. Con el padre Ferrúa, que es uno de los arqueólogos que identificó la tumba de San Pedro. Con la profesora Margarita Guarducci, que es Directora Nacional de Arqueología en ltalia, y es la que identificó los huesos.
Todo muy interesante e importantísimo.
Hablo con ellos, y me he traído mucha información. Es de lo que voy a hablar.
El contactar con los padres Martínez Facio y Ferrúa me fue muy fácil, porque son jesuitas como yo, y un día me fui a comer a la Universidad Gregoriana y hablé con el padre Martínez Facio. Otro día fui al edificio de la Civilta Católica, donde está el padre Ferrúa y hablé con él. Conectar con la profesora Guarducci me fue mucho más difícil. Lo voy a contar porque fue providencial. Si Dios no me lo facilita, creo que me vuelvo a España sin hablar con ella. Y era decisivo hablar con ella.
A los cinco minutos de llegar a Roma, se me acerca un claretiano y me
dice:
-¿Es Vd. el padre Jorge Loring?
-Sí.
-Le he conocido porque he visto uno de sus vídeos.
-Encantado.
Iba yo leyendo un libro de la profesora Margarita Guarducci para ir informándome de lo que iba a ver en la Tumba de San Pedro. Y me dice:
-¿Está Vd. leyendo a la profesora Guarducci.
-Sí. Porque vengo a Roma a hacer un vídeo sobre la tumba de San Pedro, y quiero hablar con ella.
-Eso es imposible. Esta señora es Directora Nacional de Arqueología, y es muy difícil hablar con ella. Yo soy alumno de ella, la conozco, y sé que está muy ocupada.
-Hombre, ¿Vd. es alumno de ella?
-Sí
-¿Y la conoce?
-Mucho.
-Por favor, arrégleme la entrevista.
-Eso es imposible. No hay manera.
-Hombre, vamos a lIamarle por teléfono.
-Bueno. Vamos a intentarlo.
Llama por teléfono a la profesora Guarducci. Hacía un cuarto de hora que yo estaba en Roma. La señora dice que no. Y le digo: «lnsista, insista». Y ella, que no. Bueno, después de mucho hablar dice:
-Le concedo un cuarto de hora el domingo. Y que traiga las preguntas escritas.
El domingo a las cinco de la tarde me voy a ver a la profesora Guarducci, con las preguntas escritas. Y estuve de 5 a 9 de la noche. No un cuarto de hora, estuve cuatro horas. Tuve mucha suerte. Dios me lo facilitó. Y la señora tan contenta, que al final me firmó uno de sus libros, y además me traje una fotografía suya.
La cosa fue así. Durante la conversación le dije:
-Mire, para el vídeo me gustaría poner una fotografía suya.
-iAh, no! No.
De repente se me ocurre:
-Bueno, no hace falta que sea actual. Puede ser de cuando Vd. era joven.
--¡Ah, bueno. De esas si tengo!
Y me trae una foto de cuando ella era joven, que estaba de muy buen ver.
Porque ahora ya es mayor y está un poco arrugada.
En el vídeo pongo la foto diciendo: «La profesora Margarita Guarducci, durante las investigaciones». No ahora que es ya mayor, sino durante las investigaciones que era una señora joven y atractiva.
Bien, quiero decir esto, porque si Dios no me facilita las cosas, si no me encuentro con el claretiano, desde luego no veo a la profesora Guarducci.
Porque si la llamo yo diciendo:
-Soy un padre jesuita que viene de España, que quiere verla, me dice:
-No tengo tiempo.
Y te cuelga. Punto. No hubiera podido verla. Pero Dios me hace coincidir con este claretiano, que me reconoce por un vídeo, y yo iba leyendo un libro de la profesora Guarducci, y él discípulo de ella. No me dirán Vds. que no son providencias. Otro diría casualidades. Yo digo providencia de Dios.
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Pues este vídeo de la tumba de San Pedro tiene dos partes:
Primera.-ldentificación científica de la tumba de San Pedro.
Segunda.-Identificación científica de los huesos de San Pedro.
La identificación científica de la tumba de San Pedro es obra de los padres jesuitas Engelbert Kirschbaum y Antonio Ferrúa, y de los Sres. Bruno Ghetti y Enrique Josi. Todo empezó en 1939, con Pío XII, cuando estaban haciendo unas excavaciones para preparar la tumba de Pío XI. Haciendo las excavaciones, descubren un mosaico.
Había una tradición de que debajo del altar papal, debajo del baldaquino de Bernini, debajo de la cúpula de Miguel Angel, había una necrópolis, un cementerio, donde había sido enterrado San Pedro.
Cuando al hacer la excavación para enterrar a Pío XI apareció un mosaico, dijo Pío XII: «Que sigan excavando». Siguen excavando, y aparece la necrópolis. Un cementerio importantísimo. En él aparecen mausoleos de familias importantes de Roma, como los Flavios, los Valerios, etc.
Me dijo el padre Ferrúa que sacaron 50.000 metros cúbicos de tierra, debajo de la Basílica.Y le pregunto al padre Ferrúa:
-¿Y los 50.000 metros cúbicos de tierra no han afectado a la Basílica?
-No. No ha sufrido nada, porque la excavación no tocó los cimientos de la Basílica.
En la excavación aparece una tumba cavada en la tierra abierta y vacía.
Ahora explicaré todo esto que es muy interesante. Una tumba en la tierra abierta y vacía.
Y deducen que es la tumba de San Pedro.
Sabemos por la Historia que Nerón persiguió a los cristianos. Nerón era un maniático, que incendió Roma, y echó la culpa a los cristianos. Y para justificar el incendio de Roma, echa la culpa a los cristianos y persigue a los cristianos. Desencadena una matanza de cristianos, entre ellos San Pedro. Y lo martiriza en el circo de Calígula. Lo empezó Calígula y lo terminó Nerón.
Este circo, que se llamó de Nerón, está al lado del Monte Vaticano.
Dice la tradición que a San Pedro lo crucificaron cabeza abajo. Así lo afirma Orígenes, el famoso teólogo alejandrino, a mediados del siglo III.
Flavio Josefo, historiador de aquel tiempo, que conocía las crucifixiones de los romanos, dice Ias distintas maneras cómo los romanos solían crucificar, y una de elIas era cabeza-abajo.
Una confirmación de que San Pedro fue crucificado cabeza-abajo es que las manos no tienen orificio de los clavos, necesarios para colgar el cuerpo, y que no hay huesos de los pies. quizás quedaron en el palo de la cruz#
Pues dice la tradición que a San Pedro lo crucificaron cabeza-abajo, en el circo de CaIígula y Nerón. Al lado del Monte Vaticano. Y en el Monte Vaticano había una necrópolis, un cementerio. Y a San Pedro lo enterraron en esa necrópolis en la ladera del Monte Vaticano, y en una tumba pobre. San Pedro era pobre. Aquellos cristianos eran pobres. Lo entierran en la tierra, en una tumba pobre.Cuando Constantino vence a Majencio en la Batalla de Puente Milvio el 28 de octubre del año 312, dice que vio el signo de Cristo en el cielo, y que Ie dio Ia victoria sobre Majencio, a pesar de que éste tenía tropas muy superiores. Por eso puso el signo de Cristo en su lábaro.
Todo esto lo cuenta el historiador Eusebio de Cesarea en su vida de Constantino, y dice que lo oyó de viva voz del mismo Constantino.
Constantino, en agradecimiento a Cristo, que le había dado la victoria, según él, se convierte al cristianismo.
Junto a la Basílica Lateranense, en Roma, hay un obelisco que pone: «Aquí fue bautizado Constantino, por el Papa Silvestre».
Constantino da paz a la Iglesia en el año 313 y edifica una serie de templos cristianos. Uno de ellos la Basílica en honor de San Pedro, sobre la tumba de San Pedro.
¿Y cómo Constantino sabía dónde estaba enterrado San Pedro?
Hacía muy pocos años que había muerto San Pedro.
Todavía vivían los hijos de los que habían conocido a San Pedro. Todo eI mundo sabía donde estaba enterrado. Sobre todo San Silvestre, su sucesor.
Las tumbas eran lugares sagrados y muy venerados.
Pero además hay una razón clarísima para saber que Constantino levanta su Basílica sobre la tumba de San Pedro, porque la edifica en Ia Iadera de un monte, con un desnivel de once metros. Hubo que hacer un enorme corrimiento de tierras, y entonces no había las máquinas que tenemos hoy. Hubo que hacer un enorme movimiento de tierras, para hacer una gran explanada en la ladera de un monte. Y a los pocos metros tenía la gran explanada del circo de Nerón, que tenía 300 metros de largo por 100 de ancho.
Pues si querían levantar una Basílica en honor de San Pedro, ¿por qué no aprovechan la explanada cercana del circo de Nerón, 300 metros de largo por 100 de ancho, y no que hace la explanada en la ladera de un monte? Pues porque ahí estaba la tumba de San Pedro.
Y además de las dificultades técnicas que tuvo que resolver para levantar la Basílica en la ladera de un monte, están las dificultades morales y jurídicas. Porque tuvo que sepultar una necrópolis que había llegado a ser una de las más importantes de Roma, y donde estaban enterradas muchas familias ilustres. Menudos problemas con las familias que tenían ahí sus seres queridos.
Por lo tanto, la única razón de que Constantino levantara su Basílica en la ladera de un monte, sepultando una necrópolis, con todas las dificultades que suponía, es porque ahí estaba la tumba de San Pedro. Si no, no tiene explicación que levantara su Basílica en un sitio tan complicado.
Pues en esa tumba abierta y vacía que aparece en la necrópolis debajo del baldaquino de Bernini y la cúpula de Miguel Angel, se descubren dos cosas muy importantes:
Primera.-Esa tumba está protegida por unos muros para defenderla de las filtraciones de agua muy frecuentes en esa ladera del monte Vaticano. Las otras tumbas adyacentes no tienen esa protección de muros. Luego la persona que estaba enterrada en esta tumba de tierra era muy importante.
Segunda.-Debió ser una persona muy venerada, porque en esa tumba abierta y vacía aparecen centenares de monedas. Monedas romano-imperiales y monedas medievales de casi toda Europa. Luego esa tumba fue venerada por toda Europa.
Por varias razones los investigadores llegan a la conclusión de que es la tumba de San Pedro. Entonces Pío XIl dice en el radiomensaje de Navidad de
1950: «Hemos encontrado la tumba de San Pedro».
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Terminada esta investigación, en 1952, la profesora Margarita Guarducci, que es la primera autoridad mundial en epigrafía griega, empieza a descifrar los grafitos que hay en uno de los muros adyacentes a esa tumba.
Los grafitos son unas inscripciones hechas con punzón en el enlucido de los muros. Lo que se ve allí es una maraña, porque están unos encima de otros. Ella me dijo: «Yo he estado seis años de rodillas delante de este muro estudiando los grafitos». Ha publicado tres gruesos tomos en folio descifrando esos grafitos. Descubre unos muy interesantes.
Por ejemplo: «Pedro, ruega por los cristianos que estamos sepultados junto a tu cuerpo». Otra inscripción es el logotipo de Pedro, que era como una «p» y en el palo vertical tres rayas horizontales en forma de llave.
Significa: «Pedro el de las llaves». Alude al pasaje evangélico de San Mateo, en el que Cristo entrega a Pedro las llaves del Reino de los Cielos.
Total que llega a la conclusión de que por allí está la tumba de San Pedro. Estos grafitos están en el muro «G», que es un muro blanco. Pero en el adyacente, que es un muro rojo, descifra un grafito que pone: «Pedro está aquí». Pican y descubren un nicho forrado de mármol blanco, y allí unos huesos.
Encargan al profesor Venerando Correnti, que es catedrático de Antropología de la Universidad de Palermo, que estudie esos huesos. Y el profesor Correnti llega a esta conclusión: «Aquí hay huesos humanos y huesos de ratón». Un ratón que se coló por una rendija, no pudo salir y se murió allí. Y los huesos humanos, una vez estudiados, reúnen los siguientes datos:
Primero.-Tienen adherida tierra. En cambio los huesos de ratón estaban Iimpios. Se anaIiza Ia tierra adherida a los huesos humanos y es Ia misma tierra de la tumba abierta y vacía, identificada como la de San Pedro, mientras que las tumbas colindantes tenían otra clase de tierra.
Segundo.-Esos huesos están coloreados de rojo por haber estado envueltos en un paño de púrpura y oro. Hay hilos de oro y de la tela. Debían ser huesos de una persona muy venerada, pues los envolvieron en un rico paño de púrpura y oro, para guardarlos en ese nicho. Parece que estos huesos fueron retirados de la tumba de tierra y guardados en ese nicho para protegerlos de la humedad de aquel terreno. Este nicho ha permanecido intacto desde Constantino hasta hoy.
Tercero.-Los huesos humanos son de la misma persona. De sexo varón. De complexión robusta. Que murió en edad avanzada. Y vivió en el siglo I.
Decidme, como dice la profesora Guarducci, si nosotros «a priori» buscamos los huesos de San Pedro, ¿qué buscaríamos? Huesos de varón. De complexión robusta: Pedro era pescador. Muerto en edad avanzada: parece que Pedro murió a los setenta y tantos años. Que vivió en el siglo I. ¡Eso es lo que hemos encontrado! Pregunté a la profesora Guarducci qué porcentaje de seguridades había de que esos huesos sean de San Pedro. Me contestó:
-Sin duda el cien por cien.
La profesora Guarducci ha publicado la identificación de estos huesos en un libro titulado «Las reliquias de San Pedro», publicado por la Editorial Vaticana en 1965.
Por eso Pablo VI dijo el 28 de junio de 1978: «Hemos llegado al final.
Hemos encontrado los huesos de San Pedro identificados científicamente por especialistas en el tema».
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El recuerdo que ha quedado de San Pedro en Roma, desde su tumba hasta la cúpula de Miguel Angel, es incomparablemente superior al de todos los emperadores romanos de los que de la mayoría sólo quedan ruinas.
Los emperadores romanos tuvieron todo el poder terreno en sus manos. San Pedro fue un pobre pescador ignorante; pero murió por una verdad: la gran verdad de Cristo-Dios.
Cristo, el hombre que más ha influido en la Historia de la Humanidad. Y el Hombre más amado de la Historia. Cristo, el Hombre que con su doctrina de amor al prójimo, hizo posible en la Historia la abolición de la esclavitud, la igualdad de los derechos de la mujer ante la ley, y hoy el derecho a vivir del no nacido, en contra de los que defienden el aborto, que quieren legitimar la condena a muerte de un inocente. La doctrina de Cristo defiende siempre los derechos del tratado injustamente.
Y Cristo, el más amado de la Historia. Ningún hombre ha sido amado más allá de su tumba. A lo más, admirado, pero no amado. El amor a un difunto sólo dura unos años en el corazón de sus parientes. Y nada más.
Cristo hace dos mil años que murió, y hoy se le ama como a nadie en el mundo. Miles y miles de hombres y mujeres lo han amado hasta la muerte. Unos dando la vida de golpe, como los mártires. Otros dándosela gota a gota, consagrándosela por entero. Millones y millones de cristianos que lo aman con locura y están dispuestos a morir por Él antes que traicionarle.
La muerte y la victoria de Pedro es prenda de nuestra esperanza. Pues ese Pedro, a quien Cristo hizo piedra fundamental de su Iglesia, está aquí. Su tumba está aquí. Sus restos están aquí. Y encima, su único y legítimo sucesor en la Tierra. Una cadena de 265 Papas, legítimos sucesores de San Pedro, le transmiten su autoridad. El que quiera estar en la Iglesia que Cristo fundó en Pedro, tiene que estar en la Iglesia del Papa de Roma, que es el único en la Tierra legítimo sucesor de San Pedro. Estamos en la Iglesia de Juan Pablo II de Roma, el único legítimo sucesor de San Pedro, en quien Cristo fundó su única Iglesia. Nadie más en la Tierra puede pretender ser legítimo sucesor de San Pedro.
Hay una continuidad local. El altar papal está sobre la tumba de San Pedro. Los Papas de Roma han dicho siempre misa sobre la tumba y los restos de San Pedro.
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Somos la misma Iglesia que Cristo fundó en San Pedro. La que durará hasta el fin de la historia, porque Cristo-Dios se lo ha prometido.
Por tanto, no perdamos nosotros la fe en la Iglesia Católica.. Cuando vemos que hay Testigos de Jehová que engañan a la gente, y que organizan bautizos bastante numerosos; o que vienen los mormones abordándonos por la calle, nosotros no perdamos la fe en la Iglesia Católica. Nosotros estamos en la Iglesia verdadera de Cristo. Y nadie nos quita de la Iglesia verdadera de Cristo. Y sí tenemos que dar la vida por Él, la damos. Como el Beato Juan de Castillo, natural de Belmonte, que está bautizado aquí, y murió mártir.
Porque cuando sabemos que estamos en la verdadera Iglesia de Cristo, nos quitarán la vida, pero no nos quitarán la fe.
Pues demos gracias a Dios de que hemos sido educados en esta Iglesia, y pidámosle de corazón que nos ayude a vivir en ella como Dios quiere. Y la gracia inmensa de morir en ella, como el Beato Juan del Castillo, hoy en los altares. Porque supo vivir su catolicismo, y supo dar su sangre por su fe.
Muchas gracias.
N.B.: Esta conferencia está disponible en DISCO COMPACTO (CD) y en vídeo.
Todos los sistemas.
Pedidos a la EDITORIAL SPIRITUIS MEDIA-Apartado 2564-11080.Cádiz. (España) Correo electrónico (e-mail):spiritusmedia@telefonica.net
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Como confirmación de esta conferencia voy a poner aquí unas palabras de la Directora del Museo de Navarra, Mª Ángeles Mezquíriz:
«En 1979 pude visitar las excavaciones realizadas bajo la Basílica de San Pedro en Roma. Me interesaba como creyente y como arqueóloga. Puedo decir que, a mi juicio, las evidencias arqueológicas encontradas prueban que allí se halla la tumba de San Pedro.
Se trata de una tumba de inhumación, que los arqueólogos encontraron vacía. Las ³tegulas² de la cubierta tienen sellos de alfarero de la segunda mitad del siglo primero.
Sobre esta tumba común se construyó un edículo para protegerla, fechado arqueológicamente hacia la mitad del siglo segundo.
Otra prueba son los numerosos grafitos inscritos en el llamado muro G, en los siglos tercero y cuarto.
Los huesos encontrados en un nicho adjunto pertenecen a un anciano del siglo I.
Puedo decir que pocas veces contamos con tantos datos científicos para construir nuestras hipótesis históricas».
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