b)
Divorcio: El divorcio es un mal.
Si fuera bueno Dios
no lo prohibiría.
Dios ha hecho el matrimonio indisoluble.
Pero el
matrimonio hay que contraerlo con responsabilidad.
Muchos
matrimonios fracasan porque se han hecho a la ligera, por vanidad, por capricho,
por despecho, para hacer rabiar a una tercera persona, o sencillamente, por
lujuria o egoísmo.
Muchos
matrimonios fracasan porque nunca debieron
realizarse.
El divorcio
no
La
prohibición evangélica del divorcio es tan clara que el Papa Clemente VII no se lo concedió a Enrique VII de Inglaterra, que quería
divorciarse de su esposa Catalina de Aragón
para casarse con Ana Bolena;
aunque esta prohibición llevó consigo que
San
Mateo pone una excepción[3]: «en caso
de concubinato». Porque si no estaban casados, la separación no sólo es lícita:
es conveniente.
A no ser que
decidan casarse.
«Los autores
apuntan a interpretar correctamente la expresión porneía, que utiliza San Mateo.
ȃsta no
sería simple fornicación ni adulterio, sino propiamente el estado de
concubinato.
»El término
rabínico empleado por Cristo
habría sido zenut, que designa la
unión ilegítima de concubinato. (...)
»En tal
caso, es evidente que no sólo es lícito la separación, sino obligatoria, puesto
que no hay matrimonio sino unión ilegal.
»Esta
explicación se refuerza tomando en cuenta que San Pablo, en su carta a los
Corintios[4] ,
califica la unión estable incestuosa del que se había casado con su madrastra
como porneía. A esto mismo haría
referencia el Concilio de Jerusalén[5] al
exigir que los fieles se abstengan de
porneía, o sea de las uniones ilegales aunque estables. Ésta última
es, tal vez, la más plausible de las interpretaciones, y la sostuvieron autores
como Cornely, Prat, Borsirven, Danieli,
McKenzie; también algunas versiones de la Biblia»[6] .
La Iglesia
católica sólo permite la
separación de los esposos si la vida en común resulta
insostenible[7] , pero
no volver a casarse mientras viva el otro cónyuge; porque el vínculo matrimonial
permanece hasta la muerte de uno de los dos.
Por lo
tanto hay que escoger entre seguir viviendo juntos, o la soledad hasta la
muerte.
La
separación es el comienzo de un camino que conduce a problemas mayores. Antes de
separarse, los cónyuges deberían acudir a un especialista por si sus problemas
tienen solución.
El vivir los
esposos separados, aunque no se unan a otra persona (lo cual sería un pecado de
adulterio) puede ser un pecado contra la caridad para con el cónyuge y los
hijos.
Algunos
acusan a la Iglesia de que no admite el divorcio y, sin embargo, anula por
dinero muchos matrimonios.
Esto
se puede responder largamente.
Para
hacerlo con brevedad me limitaré a dos cosas: El divorcio rompe el vínculo
matrimonial y la declaración de nulidad demuestra que no hubo tal vínculo, lo
cual es totalmente distinto.
Por otra parte,
es cierto que la declaración de nulidad cuesta dinero, pues hay personas
dedicadas a ese trabajo, que viven de ello. Pero no basta el dinero para lograr
de la Iglesia una declaración de nulidad matrimonial, si no hay razones para
ello. El Padre Kelleher, que ha
dedicado casi toda su vida a los tribunales eclesiásticos matrimoniales, en su
libro «Divorcio y matrimonio», dice: «No he conocido ni un solo caso en el cual
el dinero hay sido un factor influyente en la obtención de una declaración de
nulidad».
La declaración de
nulidad siempre se debe a la existencia de algún impedimento: coacción, engaño
substancial, etc. Ahora bien, si para lograr esta nulidad hay personas que juran
en falso, sólo de ellas es
El divorcio
civil, que pretende romper el vínculo
sacramental, es totalmente inválido ante Dios[8].
.
El poder
civil no tiene autoridad ninguna sobre el matrimonio canónico[9] .
«Pero si el
divorcio civil representa la única manera posible de asegurar ciertos derechos
legítimos, el cuidado de los hijos o la defensa del patrimonio, puede ser
tolerado sin constituir una falta moral»[10] .
Los
divorciados vueltos a casar no pueden acercarse a la Sagrada
Comunión[11] ,
porque ellos mismos se autoexcluyen de la Iglesia, pues viven en situación de
adulterio público y permanente[12] .
«Es muy
triste la situación de los divorciados vueltos a casar. Su situación moral
irregular les impide recibir
»Con todo,
hay casos en los que no parece prudente romper este segundo matrimonio.
»En este
caso podrían acercarse a comulgar, después de haberse confesado y prometido
interrumpir su vida sexual; comulgando en una iglesia donde no sean conocidos,
para evitar el escándalo»[13] .
«Sólo
podrían acercarse a comulgar si, evitado el escándalo y recibida la absolución
sacramental, se comprometen a vivir en plena continencia», ha dicho
En el
discurso de Juan Pablo II en la
clausura del Sínodo celebrado en Roma en octubre de 1980, dijo que había que
mantener la práctica de la Iglesia de no admitir a la comunión eucarística a los
divorciados vueltos a casar.
A no ser que
cuando no puedan separarse, prometan vivir en total continencia, siempre que no
sea motivo de escándalo.
En todo
caso, añade el Papa, deben perseverar en la oración para conseguir la gracia de
la conversión y de la salvación[15] .
Sin embargo
esto no lleva consigo el que no puedan bautizar a sus hijos.
Hay que
estudiar cada caso y ver qué posibilidades ofrecen de educar en católico a sus
hijos[16] .
Se les debe
animar a que participen lo más posible de la vida cristiana[17] .
Y sobre la
situación de los divorciados vueltos a casar dice Juan Pablo II: «Exhorto cordialmente a los
pastores y a toda la comunidad de fieles a que ayuden a los divorciados que se
han vuelto a casar. (...)
»Se les
invitará a escuchar la Palabra de Dios, a asistir al Santo Sacrificio de la
Misa, a perseverar en la oración, a aportar su contribución a las obras de
caridad y a las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, a educar a
sus hijos en la fe cristiana, y a hacer obras de penitencia, a fin de implorar,
día tras día, la gracia de Dios»[18] .
El divorcio es un
mal. Mal para los hijos.
Mal para la
mujer, que fácilmente quedará abandonada, y a partir de cierta edad, sin
posibilidades de rehacer su vida con otro hombre.
También mal
para los maridos, que aunque de momento no es raro que una chica joven se
enamore de un hombre maduro, a la larga se cansará del viejo, y se buscará otro
más joven y a su gusto, y el marido «engañado».
Y también mal
para todos, porque si el 80% de los delincuentes juveniles son hijos de
divorciados, cada vez será más peligroso andar por la
calle.
Algunas
piensan que el divorcio las libera, pero la realidad es que el divorcio ha
perjudicado a muchas mujeres abandonadas. Los estudios de Hackstaff y Deutsch señalan que las mujeres
necesitan familias en las que los hombres estén comprometidos con los roles de
esposo y padre[19].
Lo que
algunos se preguntan es si puede considerarse como un mal menor que en ciertas
circunstancias podría permitirse para evitar males mayores.
Lo mismo que
una operación quirúrgica es un mal, pero se acepta para evitar males mayores.
Otros opinan
que la licitud del divorcio traería a la sociedad peores males que los que se
siguen de su prohibición, pues aunque el divorcio pueda solucionar algún caso
concreto, trae grandes perjuicios al bien común, y no es solución lo que empeora
una situación, sino lo que la resuelve.
Las
soluciones deben atender al bien general y ser conformes a las normas morales,
como dijo Juan Pablo II en Nueva
York.
El bien
común a veces exige el sacrificio de un particular.
La fácil
solución del divorcio haría que se rompieran muchos matrimonios con problemas
perfectamente superables, que no deberían haberse roto nunca.
Por eso el
divorcio hace más daño que bien.
Una solución
que hace más daño que el mal que remedia no es solución.
No sirve una
medicina para quitar las pecas pero que al mismo tiempo produce cáncer de
piel.
La
posibilidad del divorcio lleva al malestar
familiar.
No hay
persona sin defectos. Las decepciones irán seguramente en aumento.
Es muy
posible que cambiando de pareja se repitan los mismos conflictos. «Los
divorciados suelen llevar sus problemas de una relación a otra», dice Howard
Markman.
Según la
revista norteamericana Newsweek,
en Estados Unidos, seis de cada siete matrimonios de divorciados, vuelven a
divorciarse de nuevo; y ocho de cada diez matrimonios divorciados dos veces, se
divorcian por tercera vez[20] .
Es decir, el
divorcio da paso a una poligamia sucesiva.
Muchos
matrimonios se salvarían del divorcio si hubieran sabido exponer con calma en
común los conflictos y reconocer cada uno sus errores. «Cada uno debe admitir su
responsabilidad en los conflictos. De lo contrario, no los solucionarán», dice
John
Gottman.
Algunas
feministas consideran el divorcio como
liberación de la mujer; sin embargo, la Iglesia al prohibir el divorcio defiende
a la mujer.
Es trágica
la situación de mujeres casadas abandonadas por sus maridos que han encontrado
una jovencita atractiva que les ha entusiasmado, y por ella abandonan a su
esposa y a sus hijos.
Pero estas
jovencitas también serán abandonadas cuando lleguen a mayores y sean suplantadas
por otras más jóvenes y atractivas que ellas.
Según los
datos del censo de los Estados Unidos, en los últimos años han aumentado en un
66% los norteamericanos que viven solos.
La mayoría
son hombres que se separaron de sus esposas.
Según las
mismas estadísticas, uno de cada diez hogares en que hay niños, el padre se ha
ido[21] .
El divorcio
engendra divorcio.
En Francia,
Alemania, Suiza y Dinamarca, en catorce años se han duplicado los divorcios.
En
Inglaterra, Estados Unidos, Canadá y Suecia, los divorcios se han multiplicado
por tres.
Y en Holanda
se han multiplicado por cuatro[22] .
En Francia
hay un divorcio por cada dos matrimonios[23] .
En Estados
Unidos más del 50% de los matrimonios se divorcian[24] .
Frank
Furstenberg, sociólogo de la Universidad de
Pensylvania en EE.UU., afirma que hoy en Estados Unidos, ante las funestas
consecuencias del divorcio vuelve a estar de moda el matrimonio estable y el
casarse por la Iglesia.
Incluso
proliferan cursos como los de la Universidad de Denver,
En todos los
matrimonios hay altibajos y momentos de crisis. Pero estos momentos hay que
superarlos con aguante y con virtud. El que vaya al matrimonio pensando que
nunca tendrá nada que aguantar es un iluso. En todos los matrimonios hay algo
que tolerar y no se soluciona, lo que es intrínseco a todos los matrimonios,
cambiando de persona; pues no hay persona sin defectos. Y no se va a estar
cambiando de persona en el matrimonio, como quien cambia de camisa.
El divorcio
hace que los esposos difícilmente se soporten sus defectos, y con facilidad
creen que cambiando de persona va a desaparecer lo que no puede desaparecer,
pues es inherente a las deficiencias del carácter
humano.
Una aventura amorosa, de momento, puede parecer
maravillosa; pero a la larga es fácil que caiga en las mismas dificultades que
el matrimonio estable.
Las
aventuras sexuales sin amor, duran más o menos; pero antes o después terminan, y
generalmente, de mala manera. En cambio «el amor fiel de una pareja estable, que
ha madurado en su familiaridad, es fuente de un placer mucho más profundo que lo
que pueda dar de sí una aventura amorosa»[26] .
Es verdad que el
divorcio podría solucionar algún caso concreto, pero
Si la nación
necesita autopistas, habrá que hacerlas, aunque salga perjudicado un señor que
tiene un huerto por donde tiene que pasar la
autopista.
El divorcio,
aunque solucione algún caso concreto, hace más daño a la sociedad, porque la
posibilidad del divorcio es una invitación a que se rompan matrimonios que nunca
debieron romperse. Todos los matrimonios tienen sus momentos de crisis, que
deben superarse con amor y virtud; pero la posibilidad del divorcio facilita que
en esos matrimonios se busque la salida fácil del divorcio con perjuicio de
ellos mismos. Me dijo un señor en Torrevieja: «Yo doy gracias a Dios de que la
Iglesia no permita el divorcio, porque si yo hubiera podido haberme divorciado,
en un momento de crisis por el que pasó mi matrimonio, lo hubiera hecho. Y hoy,
superada la crisis, nos queremos muchísimo, me siento muy feliz con mi mujer y
no podría vivir con sin ella. Si entonces me hubiera divorciado, se la habría
llevado otro, y yo la habría perdido»
Muchos
matrimonios fracasados se hubieran salvado con un poco de
esfuerzo.
Decía un
divorciado vuelto a casar:
«Mi segundo
matrimonio marcha bien.
»Pero
reconozco que si hubiera hecho los mismos esfuerzos con mi primera mujer, como
los estoy haciendo con esta segunda, estoy seguro de que no nos habríamos
separado, y quizás sería más feliz de lo que soy ahora. Pero entonces era
incapaz de aceptar la parte de renuncia que
Aunque los
medios de comunicación airean los casos de matrimonios fracasados de artistas,
sin embargo, las estadísticas dan que en España los matrimonios a quienes
beneficia el divorcio son solamente el 0’4%[27] .
En España el
90% de las familias viven un matrimonio estable, como dijo
El 89% de
los casados españoles asegura no haber sido jamás infiel a su pareja; y el 84%
afirma que ni siquiera lo ha deseado[28] .
A pesar de
la publicidad que se da al divorcio de personas famosas, el sociólogo de la
Universidad de Chicago, Andrew Grelley,
ha hecho un estudio según el cual en 1995 han vivido en fidelidad
matrimonial el 86% de los norteamericanos, el 89% de los británicos, y el 92% de
los franceses[29] .
«En Estados
Unidos han empezado a disminuir los divorcios»[30] .
Aunque
en teoría sólo se permita el
divorcio para casos especiales, inevitablemente se va aumentando el número de
casos hasta que se abra la puerta del todo; y el menor disgusto puede
atolondradamente llevar a un divorcio irreparable, y fácilmente quedar
abandonado el cónyuge inocente y los hijos
perjudicados.
Dice
Isidoro Martín, Catedrático de la
Facultad de Derecho de
El doctor
alemán Maximiliano Bajoc ha
realizado un estudio según el cual en Alemania se divorcian al año dieciséis mil
matrimonios porque uno de los dos ronca.
Es decir,
que los motivos del divorcio se van ampliando
desmesuradamente.
Lo que
teóricamente se implantó para remediar casos de matrimonios fracasados, en la
práctica hará fracasar a muchos matrimonios que podían haberse
salvado.
Desde luego,
es doctrina común en
Sólo el
matrimonio sacramental consumado es también indisoluble
extrínsecamente[32] .
El Nuevo
Código de Derecho Canónico dice: «El matrimonio rato y consumado no puede ser
disuelto por ningún poder humano, ni por ninguna causa fuera de la
muerte»[33].
Algunos
dicen que por qué los católicos, que no admiten el divorcio, van a imponer sus
ideas a todos los demás ciudadanos. Hablando de esto, el Cardenal Primado
D.
Sin embargo,
aun en naciones de mayoría católica, a veces hay una ley civil que regula el
divorcio. Pero, «el cristiano debe seguir siempre los imperativos de la fe, sea
cual fuere la evolución de las leyes del Estado sobre el
matrimonio»[35] .
Algunos
dicen que el divorcio es un
derecho de la persona humana.
Esto es
falso.
Los derechos
de la persona humana, lo mismo que las leyes de la Física, tienen valor
objetivo, no dependen de lo que a cada uno le parezca.
Lo que es
derecho de la persona humana es el matrimonio; uno
Las cosas
son como son, independientemente de nuestra opinión personal sobre ellas. Las
cosas se imponen por su propia naturaleza.
La unidad,
la indisolubilidad y la fidelidad son básicas para la defensa del matrimonio y
de la familia.
Nadie tiene
derecho a manipular el matrimonio a su capricho, como nadie puede manipular a su
antojo las leyes de tráfico.
Uno
Por lo
tanto, quien libremente se casa no puede libremente romper el vínculo
matrimonial.
El matrimonio no es de
institución humana, sino de institución divina, no pudiendo, por lo tanto, estar
sujeto al capricho subjetivo y cambiante de los hombres.
Decir que el
matrimonio puede disolverse por mutua voluntad de los contrayentes, es
inadmisible.
El
matrimonio no es sólo un compromiso entre un yo y un tú. Tiene una función
social ineludible. Por eso la Iglesia y los políticos no renuncian a incidir en
él.
«Matrimonio
y familia son considerados como la base de la comunidad humana: no se dejan, por
lo tanto, en manos del capricho o del interés de los hombres»[36] .
«El vínculo
matrimonial no depende del arbitrio de los casados. Su consentimiento es
irrevocable, y de éste nace una institución confirmada por la ley divina que la
sociedad debe respetar»[37] .
«La unión
libre de un hombre y una mujer que se niegan a dar forma jurídica y pública a su
intimidad sexual, constituye siempre un pecado grave, y excluyen de la comunión
sacramental, pues el acto sexual debe tener lugar exclusivamente en el
matrimonio»[38] .
Para
casarse, lo fundamental es amarse.
Pero el
matrimonio es una cosa muy seria, con implicaciones en
Los
experimentos que se han hecho de comunas de amor libre, donde todos son de
todos, al fin han terminado formándose parejas cerradas dentro de la comuna, o
se han ido de la comuna para formar pareja con otra persona de fuera. El «todos
para todos» sólo es posible cuando no hay amor y el sexo se realiza sólo por
apetito.
Pero en
cuanto nace el amor se busca la pareja estable. Es decir, que la pareja humana
estable es algo natural.
Los mismos
divorcistas que quieren romper una pareja humana, es con el deseo de formar otra
pareja, pensando que el cambio de persona iba a acabar con las imperfecciones
inherentes a todas persona humana.
La solución
no está en pensar en una persona sin defectos, que no la hay, sino en amar a una
persona a pesar de sus defectos, y sobrellevarlos con
virtud.
Los que se
casan pensando en divorciarse, si
las cosas no van bien, es que no aman; y si no se aman es seguro que fracasarán.
Pues el matrimonio si no es con amor es un infierno.
Nadie pone
plazo a su amor. El amor quiere serlo para siempre. El que piensa poner
término a su amor, es que no ama. Quien admite una fidelidad quebradiza, tendrá
pasión pasajera, pero eso no es verdadero amor. El amor exige exclusividad. De
ahí la razón de los celos. Quien cambia fácilmente de amor, lo que tiene son
caprichos sentimentales o sexuales. Como quien se encapricha con un juguete y
luego lo deja por otro. El amor es otra cosa.
El auténtico
amor quiere ser eterno.El amor no es algo pasajero que sólo interesa mientras
sirve, como si se tratara de un objeto que se abandona cuando sale un nuevo
modelo en el mercado. Para muchos el matrimonio es una unión efímera que puede
romperse ante cualquier dificultad para iniciar una nueva aventura cambiando de
persona.
Eso de que
el matrimonio monógamo produce
tedio es sólo verdad cuando está ausente el amor. Los sacerdotes
conocemos muchísimos matrimonios que se aman y son felices a los cincuenta años
de casados.
Naturalmente
estos matrimonios no van al psiquiatra, y por lo tanto no están reflejados en
las estadísticas de los matrimonios fracasados.
En cambio,
es notable el hecho de que los fracasados en el primer matrimonio, suelen
fracasar en los siguientes; por eso es tan frecuente que los divorciados vuelvan
a divorciarse. El Anuario Demográfico norteamericano afirma que el 70% de los
divorciados reinciden[39] .
«Estadísticas puntuales han
demostrado que en los países donde el divorcio está a merced de cualquier
contrariedad, del más fútil pretexto, se da un elevado y creciente porcentaje de
jóvenes inadaptados socialmente, delincuentes, desorientados, descentrados,
proclives al gamberrismo, inútiles para la vida de trabajo y convivencia, por
haber estado privados de ambiente y medios familiares adecuados»[40] .
«Que el
divorcio lo pagan los hijos es una verdad que pone de manifiesto el estudio
realizado por Martin Richards que
dirige el Centro de Investigación de la Familia de la Universidad de Cambridge,
que ha realizado un ambicioso estudio sobre el desarrollo psico-social de
diecisiete mil niños británicos. La conclusión es demoledora: a los hijos de los
divorciados les va mucho peor en la vida»[41] .
«Una
estadística publicada por el Tribunal de Menores de Chicago afirma que el 80% de
los menores que comparecen ante este Tribunal, son hijos de
divorciados»[42] .
Según un
reportaje del semanario Newsweek
del 11-II-80, en Estados Unidos hay doce millones de menores de dieciocho años
hijos de divorciados, y según el Uniform
Crime Report (1976) de
los menores procesados por delitos comunes en Estados Unidos, el 82% son hijos
de divorciados[43] .
Los grandes
perjudicados del divorcio son los hijos, que necesitan de un hogar que los ame;
y nunca puede ser lo mismo el amor que reciben de sus propios padres, que el que
puedan recibir de la persona que ha sustituido a su verdadera madre o a su
verdadero padre. Por eso se suele decir que los hijos de los divorciados son
«huérfanos de padres vivos» (Dr.
Carnot); y esto es lógico que produzca en ellos traumas psicológicos
y afectivos que los convierten en hostiles a la sociedad y en
delincuentes.
Los hijos
de los divorciados son más huérfanos que los verdaderos huérfanos; pues éstos,
al menos, pueden vivir de un recuerdo y guardar a sus padres difuntos todo su
respeto y todo su amor.
Los divorciados
buscan egoísticamente su libertad, pero a costa del bien de sus
hijos.
Las estadísticas
dicen que se ha podido comprobar perturbaciones psíquicas en casi la mitad de
los hijos de los divorciados.
En el
Segundo Congreso Mundial de Derecho Familiar, celebrado en San Francisco
(California) en Junio del 97, la psicóloga norteamericana Judith Wallerstein presentó un estudio
sobre las desastrosas consecuencias que tiene el divorcio para los
hijos[44] .
«El divorcio
suele tener efectos demoledores en los hijos. Entre otros, se han descrito
manifestaciones depresivas»[45] .
Según
Gerald Caplan Profesor de la
universidad norteamericana de Harvard, el 40% de los hijos de padres divorciados
sufre psicopatologías[46] .
Entre otras cosas afirmó: «Los hijos de padres divorciados son tres veces más
propensos a sufrir trastornos mentales que el resto de los
niños».
Los hijos
tienen derecho a un hogar y a unos
padres que les amen y eduquen. El divorcio les priva de ese elemental derecho.
Muchísimos
divorciados son responsables de que sus hijos terminen en la delincuencia,
faltos de educación, de hogar, de familia y de amor.
Un gran
porcentaje de delincuentes juveniles son la consecuencia del divorcio de sus
padres. «El 95% de los delincuentes juveniles proceden de familias
rotas»[47]
Según el «Uniform Crime Rapport USA» del 1977, el 82% de los delincuentes
juveniles en Estados Unidos, son hijos de divorciados. El divorcio aumenta
además el número de hijos ilegítimos, según el «Demographic Year Book» de
1969.
Para la
buena educación de los hijos es fundamental que se sientan amados. Muchos
traumas se deben a la falta de amor[48] .
El divorcio lleva
también al suicidio y al desequilibrio mental. Según el «Demographic Year Book»
de 1972, publicado por la O.N.U., de 28 países, 7 países no divorcistas ocupan
los últimos puestos en la tasa de suicidios.
Los
divorciados buscaron egoístamente su libertad, pero a costa del bien de sus
hijos. «Estadísticas conocidas dicen que se ha podido comprobar perturbaciones
psíquicas en casi la mitad de los hijos de los divorciados»[49] .
Según un
estudio realizado en Londres, el divorcio
Y el 65% de los
enfermos mentales son personas divorciadas.
Según un
estudio del Centro de Políticas Familiares de Londres, realizado con 17.000
niños, resulta que los hijos de padres divorciados y vueltos a casar tienen más
problemas psicológicos[51] .
Dice el
conocido psiquiatra Dr. Juan Cardona
Pastor: «Una familia estable es requisito indispensable para el
equilibrio psíquico normal de la persona»[52] .
Según un
estudio del Centro de Investigaciones de
Suele decirse que
el divorcio nos pone a nivel europeo. Eso es una falacia.
Si el divorcio es
malo, es absurdo copiar lo que es malo.
En Europa hay muchas
cosas buenas que podemos imitar y que son más importantes para el desarrollo de
la nación, pero imitar lo malo es de tontos.
Y que la ley del
divorcio lo que hace es legalizar la situación de los matrimonios ya rotos, es
otra falacia. No se puede legalizar todo lo que es frecuente. Las cosas no se
convierten en buenas por ser frecuentes. En ese caso habría que legalizar los
atracos a los Bancos y los atentados terroristas. Esto es
absurdo.
Y decir que
debemos admitir el divorcio porque es propio de países civilizados, es tan
ridículo como decir que puesto que el terrorismo se da en países civilizados,
debemos consentirlo. Cuantas más facilidades se den para disolver matrimonios
rotos, más matrimonios se romperán.
c) Adulterio:
El pecado de adulterio es uno de los más execrables. «Se
comete cuando un hombre y una mujer, de los cuales, al menos uno está casado,
establecen una relación sexual, aunque sea ocasional»[54]
El adulterio
es ya una falta grave desde el momento mismo en que se desee deliberadamente.Ya
hay adulterio cuando hay infidelidad de corazón: cuando se pone a alguien por
encima del propio consorte.
Tal es el
sentido de las palabras de Nuestro Señor: «Quien mira a una mujer con deseos deshonestos, ya ha
cometido adulterio en su corazón»[55] .
Como pecado
externo es uno de esos crímenes enormes que ya entre los judíos y los paganos
era castigado con la pena de muerte[56] .
Las personas
casadas deben ser de una prudencia
extrema en este punto, y cerrar cuidadosamente la puerta de su
corazón al menor síntoma de un afecto desordenado naciente hacia tercera
persona.
Los antiguos
amores de la juventud, los actuales amigos de la familia, los subordinados, los
superiores, los compañeros de trabajo, pueden constituir un verdadero peligro
para la virtud de los esposos.
Pero, como
dice el Dr.Enrique Rojas: el
pronóstico de la nueva relación es incierto. El tiempo dirá. Es muy fácil que al
poco tiempo ella se desilusione de su nuevo amor como se desilusionó de su
marido, a quien tenía tantos motivos para amar.Enamorarse es fácil. Lo difícil
es mantenerse enamorado. El mejor amor se desmorona si no se cuida. Es enorme la
importancia de los pequeños detalles. Es necesario mantener la admiración sobre
la otra persona. La comunicación es una pieza clave. No hay felicidad sin amor,
y no hay amor sin renuncias. Es fundamental el respeto mutuo de palabra y de
obra. La mujer, con su coquetería, es una artista para seducir al hombre; pero
esto no basta para un amor auténtico. El amor debe apoyarse en
valores[58] .
Hoy no se
valora la fidelidad matrimonial. «La perseverancia en el amor no está
considerada, en la sociedad hedonista y permisiva, pero es de capital
importancia. (...) La fidelidad hace a la persona coherente, y la coherencia es
una de las puertas por las que se accede a la felicidad»[59] .
Hay que
evitar los celos infundados, pero
también el ser bobalicones poniendo en peligro la fidelidad del otro
cónyuge.
Una aventura
amorosa extramatrimonial puede hundir la felicidad de la familia, que no
podrá recuperar el cariño de antes. Y esto no tiene
precio.
No se llega
ordinariamente al adulterio de golpe, sino después de una serie de ligerezas, de
imprudencias y de concesiones.
Al principio
se resiste, y se ve con horror avecinarse
Por eso
deben tomarse toda clase de precauciones antes de que sea demasiado tarde. Los
esposos deben ayudarse en este punto evitando las ocasiones. Pero también deben
evitar el no menos grave peligro de celos infundados que son la ruina de la paz
conyugal[60] .
Los pasos
del adulterio pueden ser éstos:Un marido absorbido por su
trabajo.
Su mujer se
siente sola.Ella se encuentra casualmente con un hombre que resulta amable y
atento.Se deja llevar con la imaginación lo que sería un matrimonio con este
segundo hombre.Una circunstancia ocasional y un beso furtivo con este
segundo hombre.Necesidad de repetir este momento.Después, el adulterio, una
familia deshecha, y, puede ser, que la condenación
eterna.
Es un
proceso lento pero seguro, si no se corta al principio
radicalmente.
El
sentimentalismo suele ser una de las causas por las que una persona buena puede
llegar también al adulterio:Se encuentra con otra que atraviesa una situación
difícil. Su buen corazón le inclina a ayudarla, no viendo ningún peligro en
ello. Nace el afecto entre los dos. Ella se siente agradecida y comprometida a
complacerle en todo, etc. Si el hombre, premeditadamente, la engaña para
encariñarla y aprovecharse de ella, eso es una canallada.
Hay
imprudencias afectivas que comienzan por pequeñeces, pero que se van enredando y
terminan con que una persona se mete en la cabeza de modo inconcebible y termina
por destrozar un matrimonio[61] .
El adulterio
puede arruinar un matrimonio.
Recuerdo que
un hombre, cuya mujer había tenido una aventura amorosa con otro, me decía
llorando, lleno de dolor y de rabia: «nunca más podré hacer el amor con ella. No
podré evitar el pensar que ella está pensando en el otro».
En ambientes
pervertidos, algunos matrimonios practican el intercambio de parejas, como un
juego inofensivo: pero con esto han preparado una bomba de relojería que, antes
o después, hará saltar, hecho añicos, su
matrimonio.
A veces se
dan casos de un triste final de maridos infieles que, teniendo una esposa
maravillosa, se encaprichan con amoríos de «quita y pon», que son pasajeros,
pero que agostan el amor de sus esposas, y ellos terminan en la soledad y el
desamparo.
La amante
del hombre puede ser una profesional que va buscando hombres casados para
vaciarles
Otras veces
puede ser una mujer ingenua que insensiblemente se enreda en un amor prohibido.
Aunque ingenua no deja de ser culpable pues sabe que aquel corazón ya tiene
dueño.
Una aventura
amorosa extramatrimonial, al principio, puede resultar maravillosa; pero a la
larga es muy fácil que resulte peor que el matrimonio del que se
huía.
d) Armonía
matrimonial: Los casados deberían examinarse con humildad y lealtad
para ver si deben corregirse de algún defecto que obstaculice la armonía
matrimonial.
Pocos
matrimonios habrá en los que alguna
vez siquiera no haya habido un disgusto serio. A veces los disgustos
son frecuentes.
Las causas
pueden ser muchas: orgullo, egoísmo, frivolidad, obstinarse en querer tener
siempre la razón, sensualidad desenfrenada, sensibilidad exagerada, palabras
imprudentes, celos enfermizos, desorden negligente, etc.
Rara vez la
culpa será de uno solo.
Un silencio
cariñoso, el saber ceder con prudencia, el explicarse con calma, el olvidar
cristianamente, etc., ayudan a pasar por encima de muchas dificultades.
Los pequeños
disgustos, al prolongarse, pueden terminar en algo grave.
Lo mejor es
acabar con ellos cuanto antes, con un poco de humor, espíritu de conciliación y
capacidad de olvido.
Al cabo del
tiempo puede que un día aparezca la decepción del cónyuge. Evitar toda palabra
descalificadora: «Eres inaguantable». «No se puede vivir a tu lado». «Ya no te
aguanto más». «No te soporto». «Que sea la última vez». «Tu actitud es
inadmisible». Etc.,etc.
Hay palabras
que nunca deberían pronunciarse: «Contigo es imposible hablar». «Siempre quieres
tener la razón». «Nada de lo que te digo te parece
bien».
Estas
generalizaciones y frases radicales ahondan más las discrepancias.
Y si a esto
se añade traer una lista de antiguos agravios, sin digerir, lanzados como
proyectiles, el efecto
Nunca eches
en cara errores pasados. El que ama, perdona. Y si tú te equivocas, reconócelo,
porque todos nos equivocamos.
Las palabras
agresivas, humillantes y ofensivas hacia el cónyuge o su familia son de efecto
destructivo para la armonía conyugal.
Nunca
expresar a tu pareja tus sentimientos de agresividad. Para desahogarte podrías
escribirle una carta manifestándole todos tus sentimientos. Pero una vez
escrita,
Ya sabes que
«dos no discutes si uno no quiere». Si discutís de cosas intrascendentes, dale
El amor no
se impone.
Se da y se
merece cultivándolo cada día.
Dile algo
amable, por lo menos una vez al día.
Y cuida de
los detalles que le gustan o le disgustan.
Dijo
Foerster: «un pequeño detalle, a
la larga, vence al amor».
Para la
armonía matrimonial es importante:
- Nunca
levantar la voz ni gritar al cónyuge.
- Nunca
decir palabras ofensivas o hirientes.
- Siempre
mantener un comportamiento correcto, delicado,
educado.
- Siempre
mostrar un trato afable, bondadoso, cordial[62].
«Ser
comprensivos al máximo.
»Ponernos en
lugar del otro.
»No tener
miedo a mostrar nuestras debilidades y defectos.
»Permitir
que el otro sea él mismo, y recordar que su dignidad de persona es su mayor
valor.
»No olvidar
jamás que quien no respeta, no ama. El respeto es la base de la felicidad.
»Antes de
corregirle y criticarle con amor, reconócele sus virtudes.
»Jamás
utilizar los hijos contra el otro. Es una vileza que se paga.
»Si los dos
estáis enfadados y pretendéis tener razón, la tendrá quien antes abandone la
discusión.
»Reconocer
privada y públicamente las cualidades del otro para ayudarle a potenciarlas.
»Una forma
segura de dinamitar el mutuo amor y la paz conyugal y familiar es recordarle al
otro sus errores y debilidades del pasado: pasarle factura. ¿No hay nada bueno
que se pueda decir del otro?
»El amor y
la convivencia es comunicación. Hay que saber escucharle con interés. Contarle
nuestras cosas y que nos cuente las suyas.
»Amar es
también unirse en el dolor, y hacer frente común en los momentos más
graves»[63].
«La vida
conyugal, que es fuente de grandes alegrías, también puede ser causa de grandes
sufrimientos. Y el riesgo de fracasar es tan grande como las posibilidades de
felicidad. No hay vida matrimonial sin crisis. (...)
»No hay vida
conyugal perfecta.
»Muchos son
víctimas del espejismo de la pareja modelo, sin fallos ni miserias.
»Pero crisis
no es sinónimo de fracaso.
»Muchas
parejas se imaginan, a la primera dificultad un poco seria, que su vida común ha
quedado rota.
»Eso se debe
a una concepción idílica de la vida en pareja, según la cual la vida conyugal
sería como una especie de luna de miel permanente»[64] .
El amor
matrimonial no excluye los conflictos.
Pero hay que
solucionarlos.
Aclarar las
cosas sin herir.
Más que
buscar culpables, hay que buscar soluciones.
En esos
momentos es muy importante la comunicación mutua. Quizás preguntarle: «¿En qué
te he decepcionado?».
El amor,
como las plantas, hay que regarlo para que florezca. Si no lo cuidas, terminará
por secarse.
¿Le das
muestras de cariño?
¿Le dices,
de cuando en cuando, palabras agradables?
¿Fomentas la
comunicación?
¿Evitas lo
que sabes no le gusta?
¿Cuidas tu
higiene?
¿Valoras su
familia?
Etc.,
etc.
A veces
puede surgir el deseo de buscar fuera del matrimonio una compensación, que puede
ser desde una santa ocupación hasta el adulterio.
Ni siquiera
la atención a los hijos puede justificar la desatención a
Hay que
procurar siempre, con prudente habilidad, que las disensiones -a veces
inevitables- no se prolonguen. Si no se pone a tiempo remedio se producen
heridas muy profundas.
El
desacuerdo serio y continuado en el matrimonio es una de las mayores cruces de
la vida terrena.
Conviene
saber llevar la cruz del
matrimonio sobrellevando mutuamente las deficiencias de carácter,
defectos, etc.
En el
matrimonio no todo es disfrutar.
Está hecho
también de comprensión y renuncia: conocerse y animarse, comprenderse y
perdonarse.
En el
matrimonio hay que saber tolerarse.
Cada uno tiene su modo de ser, sus gustos y preferencias.Esto puede
ser causa de fricciones en el matrimonio. Es muy difícil que la armonía sea al
100%. Esto sería maravilloso, pero es casi imposible. Por eso hay que ser
tolerante en las cosas que no son importantes. Y la mayoría de los choques
matrimoniales lo son por cosas insignificantes.
«También es
verdad que la tolerancia tiene otro extremo tan peligroso como
El respeto
mutuo es esencial.
Si uno de
los dos falta a él, es preferible que el otro guarde silencio hasta que pase la
tormenta.
Después, con
calma, puede reconocer que se ha pasado.
Conviene no olvidar que el hombre es
muy distinto de la
mujer.
El hombre y
la mujer son iguales ante la ley por tener la misma dignidad personal, pero son
distintos corporal y psíquicamente, para poder complementarse. Por eso la mujer
que no tiene feminidad es un marimacho, y el hombre sin masculinidad, una
damisela.
Las
diferencias fisiológicas entre el hombre y la mujer llegan hasta el
cerebro[66] .
Eso de que
las diferencias de modo de ser entre hombre y mujer sean consecuencia de la
educación recibida, no es cierto.
Es verdad
que la educación influye en el modo de ser, pero hay una base en la naturaleza.
Lo mismo que
fisiológicamente el hombre no puede dar a luz un hijo, psicológicamente la mujer
está dotada de unas cualidades propias de la maternidad, que el hombre no
tiene.
La
ternura femenina para con el niño es algo muy distinto de lo que el hombre es
capaz de dar.
La mayoría
de los hombres son capaces de tener una vida sexual sin amor; en cambio la mayor
parte de las mujeres sólo son capaces de entregarse a un hombre cuando lo
aman.
El hombre es
más carnal, la mujer más tierna.
El hombre
debe saber que ella no encuentra placer en el amor físico, sino a través del
amor psíquico.
La mujer es
más detallista, el hombre mira las cosas en síntesis.
Al hombre le
gusta conquistar, a la mujer ser conquistada.
A la mujer
no le importa ser dominada por la personalidad, el hombre prefiere ser dominado
por el cariño.
La mujer ha
nacido para amar y el hombre para luchar. No exclusivamente, pero sí
preferentemente.
El hombre es
más seco que la mujer en manifestar sus sentimientos. Los expresa más con las
obras que con las palabras. Siente rechazo a expresar su intimidad. Le desagrada
aparecer «sensible».
Se muestra
más interesado por las cosas que por las personas.
La mujer es
al revés. Le interesa más todo lo relacionado con la
persona.
El hombre se
entusiasma con las ideas, la política, el deporte, su coche o su ordenador..Por
el contrario, la mujer goza hablando de sus intimidades, y necesita ser
oída.
«El hombre
se manifiesta, sobre todo, por su carácter activo, emprendedor, creativo; la
mujer, más bien, por su carácter acogedor, receptivo. Hasta la constitución
física, de alguna manera, está moldeada para expresar esta diversa manera de
estar en el mundo»[67] .
El hombre
razona, la mujer intuye. El hombre es más cerebral, la mujer más cordial, más
sentimental: incluso puede dejar que los sentimientos influyan en su razón.
El hombre
tiene tendencia a lo universal, la mujer a lo concreto.
El hombre se
interesa más por las ideas, la mujer por los afectos.
El hombre
quiere que lo valoren, la mujer que la amen.
El hombre
vence por la fuerza, la mujer por la lágrimas.
La mujer se
deja dominar por los sentimientos mucho más que el hombre. Mientras ella
manifiesta sus sentimientos fácilmente, el hombre suele sentir pudor en
manifestarlos: por eso es frecuente que los oculte.
La mujer ama
y sufre con más intensidad que el hombre. Por eso cuando odia es temible: su
maldad, su espíritu de venganza y su ingenio para hacer daño son
terribles[68] .
El hombre es
estable, la mujer voluble.Ya lo dijo Virgilio
en la Eneida (IV,559)
«la mujer es variable y tornadiza».
Y también
Verdi en su famosa ópera Riggolletto (Acto IV,4º) : «la donna `e mobile»
: la mujer es variable.
Tan mudable
que muchas veces ni ella misma se entiende. Como está hecha para la maternidad
su psicología está afectada por los cambios fisiológicos del ciclo reproductor.
La pérdida periódica de sangre la debilitan.
Psíquicamente busca el apoyo del
hombre. La protección del hombre le da seguridad. Le gusta el hombre fuerte,
varonil. No sólo físicamente, sino también
espiritualmente.
«La lógica
en el hombre es reflexiva, en la mujer intuitiva. El hombre que tropieza con lo
imprevisto, se desorienta y tiene que estudiar de nuevo el asunto. La mujer, en
un caso similar, emplea la lógica de la adaptación o mutación.
»Esta
discrepancia matrimonial parece que les aleje al uno del otro.
»El hombre
debe imponer su criterio razonadamente, sin humillar a su mujer; la mujer, con
intuición, debe ayudar a su marido procurando aunar opiniones.
»La
felicidad matrimonial se consigue no mandando ni el uno ni el otro, sino
obedeciendo los dos.
»La
imaginación y sensibilidad es más acusada en
»La mujer es
fácilmente feliz con ilusiones pequeñitas, detalles, delicadezas, etc. El hombre
generalmente le da menos importancia a todo esto, y vive más las grandes ideas
de la fe, de la política, de los negocios, etc.
»La
imaginación masculina es de ideas y, por lo tanto, es intelectiva; menos
expuesta a error por apoyarse en la realidad y no en el sentimiento, que es lo
propio de la mujer.
»Esta
discrepancia a veces produce disgustos. El hombre debe comprender a la mujer y
apreciar sus sentimientos.
»El juicio
de la mujer es más rápido, y juzga según odie o ame; en cambio, el hombre juzga
después de madura reflexión.
»Esta
divergencia puede conducir a que la mujer considere al marido demasiado
calculador, y él a su mujer ligera y alocada.
»Sin
embargo, no debe el marido despreciar el juicio de su mujer, pues ella capta
detalles que el hombre desprecia y pueden conducir al fracaso.
»Estas
discrepancias las impone la diferenciación sexual; y el milagro del matrimonio
presidido por el amor hace que se adivinen los pensamientos.
»La mujer
aceptando lo que el hombre dice.
»El hombre
comprendiendo lo que la mujer quiere decir.
»Ella es
dichosa si el marido adivina sus deseos.
»La
diplomacia con que Dios ha dotado a la mujer puede emplearla siendo el ángel
tutelar de su marido, pero sin que se resienta su orgullo de varón.
»La propia
estimación del hombre es lícita, pero con exageración caería en un salvaje
egoísmo; cualidad ésta que usada ponderadamente hace que la mujer se sienta
protegida con sensación de paz y seguridad.
»La mujer es
feliz si lo son los que ella ama. El deseo de agradar es innato en
»El amor
conyugal es mixto, con tres factores: primero, amor sensible; segundo, amor
espiritual y, tercero, amor sobrenatural.
»El sensible
es el que acerca los dos sexos y cumple la función sexual del débito
matrimonial.
»El
espiritual valora las cualidades anímicas y desea para el ser amado el mayor
bien, entregándose a él en cuerpo y alma.
»El
sobrenatural ofrece nuestro amor para la propia santificación y hace la
continuación de nuestra propia vida en nuestra descendencia con miras a la
eternidad.
»La
felicidad matrimonial no se logra aturdiéndose con fiestas y riquezas, sino con
el hogar ordenado, el cariño de los hijos y la paz en el alma de ambos cónyuges,
dejando las adversidades y alegrías en manos de Dios»[69] .
Muchos
matrimonios fracasan porque se han
contraído con ligereza y frivolidad; sin conocerse y sin amarse. Por sólo
apetito sexual. Y esto no basta para hacer feliz un matrimonio.
Otros
fracasan por inmadurez. Se casan sin estar preparados para la unidad
matrimonial, sin haberla siquiera entendido. Siguen dentro del matrimonio
viviendo su individualidad, y los casados deben vivirlo todo «con y para» el
otro.
Para que un
matrimonio vaya bien, hace falta la colaboración de los dos; pero para hundirlo,
basta con uno.
«La
convivencia es un trabajo costoso que exige comprensión y generosidad
constantes»[70] .
El
matrimonio no es un contrato de
servicios sino una comunidad de vida y amor, como dice el Concilio
Vaticano II[71] . La
huida de todo sacrificio quita al amor el sello de su
autenticidad.
Cuando
vaya pasando el tiempo de tu matrimonio, encontrarás en tu cónyuge defectos de
carácter que no advertiste en el noviazgo. No se los eches en cara de una manera
desagradable. Eso sería contraproducente.
Tampoco los consideres como de gran
importancia.
Es preferible que atiendas las
virtudes que te movieron a elegir esa persona para unirte en matrimonio, y que
sirven de contrapeso.
En este mundo nadie es perfecto, y
hemos de resignarnos a sobrellevar los defectos de nuestros prójimos.
Procura portarte como si fuera tal
como tú deseas. Esto le ayudará a que llegue, a la larga, a ser como tú
deseas.
Durante el noviazgo sólo se ven las
buenas cualidades de la persona a quien se ama. Con los defectos hay mucha
indulgencia. En cambio de casados ocurre al contrario: hay cierta tendencia a
olvidar las buenas cualidades y a aumentar los
defectos.
«El mayor obstáculo para el ajuste
en el matrimonio es el miedo de ser dominado. (...)
»Es éste un miedo peligroso, porque
hace que ambos se pongan a la defensiva en lugar de preocuparse por el mayor
bienestar del otro.
»Tan pronto como uno traslada la
atención de la persona amada a uno mismo, el verdadero amor está amenazado.
(...) Si una persona tiene miedo de ser dominada, la otra queda contagiada del
mismo miedo, y surge un conflicto»[72] .
El
orgullo desempeña un papel muy importante
en las disputas matrimoniales.
El remedio es la humildad, reconocer
los errores y dar explicaciones aprovechando un rato de calma.
Y
si se domina el buen humor es un modo magnífico de terminar muchas disputas.
Las dificultades conyugales son
menos graves de lo que parecen, y pueden superarse con buena
voluntad.
«Supongamos dos esposos que después
de algunos años de convivencia se encuentran en plena discordia, pero de tal
modo exasperados y furiosos que quieren separarse lo antes posible y a costa de
lo que sea.
»Al principio estaban muy contentos,
se consideraban felices; ahora, en cambio, maldicen el día en que se casaron.
»¿Cómo ha sido
eso?
»Los dos tienen defectos, pasiones,
errores, pero, ¿quién no los tiene? ¡Cuántos tienen los mismos defectos que
ellos, o acaso más, y sin embargo viven en paz! ¿Qué es lo que les ha conducido
a la infidelidad y a la ruina?
»El esposo, algún tiempo después del
matrimonio, ha comenzado a darse cuenta de las lagunas y defectos de su esposa,
y esto le ha disgustado y le ha irritado.
»Bondadosamente, le ha hecho notar
estas cosas, pensando que su mujer se enmendaría pronto de sus defectos. ¡Le
parecía tan sencillo y tan fácil! Pero ella no se ha corregido...
»Entonces la atención del marido se
ha centrado más y más sobre las faltas y errores de ella, con lo que su
desagrado, y luego su mal humor, han ido en aumento.
»Parecíale que ella no tenía buena
voluntad y no le amaba, pues nada cambiaba su conducta, ni su modo de hacer; lo
cual cada vez le disgustaba, irritaba y hería más
vivamente.
»Pero también el marido tenía
lagunas, defectos, errores; y la mujer en ese mismo tiempo ha fijado su atención
en ellos, y se ha desarrollado en su alma un drama igual al que se producía en
el ánimo del marido.
»Pensaba que él pretendía mucho de
ella y no se preocupaba de cambiar ciertas maneras suyas que la ofendían y
amargaban. ¡Hubiera costado tan poco!... Y así llegaron a donde
llegaron.
»Algún juez imparcial dirá
inmediatamente que la conducta de los dos ha sido estúpida, y ambos han sido los
autores de su desdicha.
»Si cada uno de ellos, en lugar de
atender a los defectos y agravios del otro, en lugar de emperrarse en la
pretensión de que el otro se corrigiera, hubiese observado sus propios defectos
y se hubiera esforzado en quitar de sí lo que disgustaba al otro, habrían vivido
en paz y la buena armonía se habría consolidado cada vez más.
»Ésta era la única conducta práctica
razonable; era también la única cosa que cada uno podría hacer, ya que no tenía
ningún poder sobre la voluntad del otro. Pero no han hecho lo que podían; han
pretendido cada uno que fuese el otro el que lo hiciese, y así han llegado a ser
desgraciados»[73] .
«En este proceso de mutua
“domesticación” que tiene que sufrir todo matrimonio, es esencial, por una
parte, la constancia y, por otra, la mutua delicadeza.
»Nada de impaciencia con los
defectos del otro; mucho tacto y, sobre todo, no restregárselo con dureza,
ironías o ridículos.
»Las moscas no se cazan con vinagre.
»Tampoco tratéis de rehacer el otro
a vuestra imagen y semejanza.
»Por parte de cada uno de vosotros,
el esfuerzo debe ser contrario: no tratar tanto de rehacer al otro, cuanto de
adaptarse al otro»[74] .
La mayor parte de los conflictos en
el matrimonio son causados por falta de mutua adaptación.
Para que el matrimonio progrese los
dos deben remar en la misma dirección.
Si cada uno rema en sentido
contrario, la barca girará sobre sí misma.
Quien no esté dispuesto a adaptarse
al otro, más vale que no se case.
Sin esfuerzo de mutua adaptación, el
matrimonio no hay quien lo aguante.
El continuo choque de opiniones,
deseos, planes, gustos, etc., convierte al matrimonio en un
infierno.
Es posible que no coincidáis en
gustos, planes, deseos, etc.
Pero si quieres a la persona, de
buena gana aceptarás lo que ella prefiera. Cuando los dos quieren dominar, el
choque es inevitable. Cuando los dos quieren adaptarse, la armonía es
maravillosa[75].
El Dr. Vallejo-Nájera dijo por Televisión
Española que la raíz de muchos matrimonios desgraciados es porque esperan
demasiado del otro y quedan defraudados[76] .
«Exigir del otro que se adapte, que
procure mejorar su personalidad, querer que luche contra sus defectos y
consolide sus cualidades, bien está.
»Pero exigir que eso se realice
enseguida, y que la transformación sea inmediata, sería nefasto.
»Se obligaría entonces al cónyuge a
contentarse con cambiar las apariencias, se le conduciría a adoptar unas
actitudes que serían forzosamente superficiales; el resultado no tardaría en
manifestarse con un retorno a las costumbres antiguas y un mutuo desengaño.
»Si hay algo que debe evitarse es
eso.
»Más vale proceder gradualmente,
contar con el tiempo y obtener resultados ciertos.
»Esta paciencia será sin discusión,
una de las formas superiores del amor y un testimonio irrecusable de desinterés.
Saber esperar a que el cónyuge logre superar sus defectos, animándole sin
hostigarle, ayudándole sin desquiciarle, éste es uno de los primeros pasos en el
camino del acuerdo de las personalidades.
»Este acuerdo se efectuará con tanta
mayor seguridad cuanto con más calma se proceda.
»Excitarse no servirá de nada; lo
más que se conseguirá es exasperarse uno mismo y exasperar al otro.
»En tal ambiente, el acuerdo, en vez
de progresar, retrocedería multiplicando los roces y exacerbando los choques.
»Todo esto no quiere decir que se
encierre uno en la pasividad esperando que el cónyuge se decida de una vez, a
realizar un esfuerzo para adaptarse, sino que significa que al exigir de él unas
manifestaciones de buena voluntad, se impondrá uno a sí mismo una paciencia a
toda prueba, respetando el curso del tiempo y contando con la lentitud normal de
toda evolución humana.
»Saber repetir una corrección.
»Repetirla sin dejar traslucir que
está uno harto y a punto de estallar.
»Repetirla, por el contrario, con
incansable afabilidad, con una pizca de buen humor, pero nunca fuera de
tiempo.
»Domeñar esta impaciencia, esta
precipitación, e imponerse contar con el tiempo.
»Esperar que poco a poco se efectúe
la evolución requerida.
»El tiempo destruye siempre lo que
se hace sin él.
»En toda observación evitar las
palabras agrias; en toda crítica, evitar las palabras ultrajantes; en todo
reproche, evitar la aspereza; tales son las condiciones que se requieren
previamente para el acuerdo conyugal.
»Éste no puede realizarse más que en
un clima en que el afán de comprensión recíproca sea evidente.
»Este ambiente se creará si de una
parte y de otra se emplea la destreza necesaria para hablarse con provecho.
»La preocupación por proceder con
tacto conducirá a no hablar nunca bajo el efecto de la emoción violenta
que acompaña habitualmente a la primera reacción. Le sucede a nuestro espíritu
lo que al agua: cuando ésta se enturbia ya no se puede ver
nada en ella; hay que dejarla reposar para que recobre su
limpidez»[77] .
La crítica mutua en el matrimonio es
buena y ayuda a mejorar.
Pero debe ser una crítica que nace
del amor y se hace con amor.
No una crítica-reproche que molesta
al otro. Éstas son inútiles y perjudiciales, porque deterioran la convivencia.
Una crítica que es un desahogo de la
agresividad, produce agresividad en el otro. La finalidad de la crítica
debe ser ayudar al otro a ser mejor.
Por eso, no pedir imposibles; ni
hablar con vaguedades que no concretan lo que debe cambiar; ni en plan exigente,
sino sugiriendo.
Y
en el momento oportuno. Una crítica a destiempo es perjudicial, o, por lo menos,
inútil.
«Es necesario, a todo precio, vencer
el mal humor y, para conseguirlo, cultivar el arte del perdón recíproco.
»Que no se tema ir demasiado lejos
en este sentido, porque si es peligroso perdonar demasiado, mucho más peligroso
es no perdonar lo suficiente.
»De tener que elegir entre los dos
excesos habría que optar sin titubeo por el primero; porque un exceso de bondad
sólo puede servir al amor, mientras que, por el contrario, éste no podría
sobrevivir a una negativa del perdón.
»En la vida conyugal es donde tiene
más aplicación la respuesta de Cristo: hay que perdonar setenta veces
siete[78] .
»Es decir, ¡siempre!
»Solamente en la medida en que el
uno y el otro hagan de esta ley cristiana norma de su vida cotidiana florecerá
la comprensión en la vida común.
»Cualquier otra orientación sólo
puede acarrear endurecimientos y choques que acabarán por destruir la felicidad.
»Para que la vida en común sea
bella, para que sea armoniosa y reine en ella la alegría, para que el amor sea
fácil, es preciso que marido y mujer se traten con toda caridad, concediéndose
recíprocamente un perdón renovado sin cesar.
»Cuando tengas que reprender a tu
cónyuge, no lo hagas con reproches duros, que suelen motivar reacciones
violentas.
»Es preferible una suave sugerencia
que facilite la disculpa, el acuerdo, la avenencia.
»Con mucha frecuencia en el origen
del enojo está el orgullo.
»Algunas torpezas inconscientes y
repetidas traen como consecuencia que la mujer ofendida se refugie en una
protesta silenciosa.
»Se encierra en sí misma, negándose
a avanzar por el camino de
»Pensando que ha iniciado ella
demasiadas veces los pasos de la reconciliación, se repliega ahora a la
defensiva y manifiesta su protesta con una terquedad irreductible.
»No posee ella, sin embargo, el
monopolio del malhumor.
»Hay que reconocer que el hombre, a
su vez, lo utiliza con frecuencia, impulsado también por el orgullo.
»En él también, puede triunfar la
fobia a dar el primer paso. Ésa es la manera mejor de hacer la vida común
insostenible.
»El triunfo de la terquedad, del
orgullo, y malhumor, actúa sobre el amor como un cáncer.
»Muchos de los fracasos
matrimoniales se deben a la falta de comunicación. Porque la mujer no encuentra
en el marido atención a lo que ella necesita
comunicar.
»Muy cercana al malhumor está la
taciturnidad.
»Es un estado de espíritu en el cual
no se encuentra nada que decir.
»Este defecto es, la mayoría de las
veces, patrimonio del hombre.
»Aun no siendo siempre consecuencias
de mala voluntad, no por ello debe dejar de ser corregido.
»Hay maridos que no comprenden que
imponen así a su mujer un verdadero suplicio.
»A lo largo de todo el día, ella no
tiene nadie con quien hablar.
»Cuando llega el marido, siente una
necesidad muy comprensible de comunicarse con él.
»Pero éste cansado y rendido, no se
encuentra con ganas de conversar.
»Se atrinchera tras el periódico o
se dedica a la televisión.
»Cuando esto se repite con
regularidad llegan a ser extraños entre sí.
»Están al borde del fracaso.
»El marido debe hacer un esfuerzo
para salir de sí mismo y dedicar a su esposa una atención parecida a cuando era
su novia.
»Hay que conseguir que en el hogar
brille
El doctor
Él dice que le gusta ser responsable
de lo que lleva entre manos, aunque reconoce que habla poco; pero considera que
para hablar hay que tener algo que decir, que hablar por hablar es ridículo, y
que para hablar de cosas insulsas prefiere estar callado.
Pero ella no aguanta esa falta de
comunicación. Y él se queja de que ella está siempre protestando de todo.
Total, que la falta de comunicación
iba a acabar con ese matrimonio.
En el matrimonio no basta coexistir, hay que convivir.
Y
esto no es posible si no tienen nada en común.
Hay que compartir gustos, ideas,
valores.
No basta que los cuerpos estén
juntos, si las almas están separadas[81] .
Para la armonía matrimonial es
fundamental la comunicación.
Muchos matrimonios fracasan por
falta de comunicación.
El hablar aclara las cosas. El
silencio enreda cosas que no debían haber sido problema.
Un día, una esposa ve pasar a su
marido en su coche con una joven al lado.
Es una compañera de trabajo, y la
lleva al médico.
Pero su mujer se imagina lo peor.
Cuando él llega a casa, con toda
naturalidad, y como siempre, va a besar a su esposa.
Ella con la idea que tiene en la
cabeza lo recibe displicentemente.
Él se extraña, pero calla.
Ella también calla.
Al día siguiente él se acerca a
darle el beso de costumbre, y nota en ella la misma reacción.
Al tercer día, se va directamente a
su habitación sin besarla. Ella saca su conclusión: «no hay duda que se ha liado
con la otra».
Ya tenemos una tragedia que se
hubiera evitado sin el silencio de los dos.
Hay mujeres que se quejan de que sus
maridos no hablan; pero no caen en la cuenta de que ellas no dejan hablar, pues
son interminables narrando sus cosas. Otras interrumpen continuamente lo que a
ellos les parece interesante contar, con multitud de «cositas»: ¿cómo te
has hecho esa mancha? ¿Está buena la sopa? ¡Ten cuidado con la ceniza!, etc.
Así dan a entender a su marido que
lo que él les cuenta no tiene para ellas ningún interés, y al marido se le
quitan las ganas de hablar.
Escuchar no es lo mismo que
alternancia en el monólogo, donde cada uno aprovecha una pausa del otro para
retomar el hilo de lo que estaba diciendo.
No es lo mismo oír que
escuchar.
Al escuchar intentas comprender al
otro.
Quien se siente escuchado se siente
querido.
Escuchar a una persona es
valorarla.
Todos necesitamos ser valorados por
los demás.
Si a una persona no se la hace caso,
no se la valora, se sentirá frustrada.
Esto la llevará a fracasar en la
vida y a vivir amargada.
También es importante amar lo que el
otro ama: su familia, su profesión, sus aficiones. Despreciar estas cosas enfría
el afecto y distancia las personas.
La comunicación es indispensable,
pero debe hacerse en el momento oportuno. Empeñarse en tenerla inoportunamente
es contraproducente.
Y, desde luego, no confundir la
comunicación con el reproche.
Hay personas que siempre están
poniendo defectos al otro. Resultan insoportables.
Para que el reproche sea eficaz debe
ser oportuno.
Y, por supuesto, nunca delante de
terceras personas.
Para
remediar las desavenencias en el matrimonio
te recomiendo este libro excelente: Felicidad conyugal: sus obstáculos; su
éxito[82] .
Además de ser un libro
provechosísimo para los casados, también lo es para los que se acercan al
matrimonio; para que sepan, desde el principio, evitar todos los pasos que les
aparten de la felicidad conyugal.
El matrimonio, como todas las cosas,
tiene su lado negro; y es necesario soportarlo.
El sufrimiento es en esta vida
inevitable, y hay que aceptarlo.
Nunca deberemos
olvidar que incluso en un matrimonio en el
que reine un verdadero amor, siempre habrá lugar para el sacrificio. A veces
puede ser necesaria una autodisciplina, tan recomendada por la ascética
cristiana, para el control sexual de los esposos.
Incluso en la formación integral
prematrimonial, siempre deberá promocionarse el sacrificio como elemento
indispensable del matrimonio cristiano.
La felicidad de un matrimonio
no se hunde porque en alguna
ocasión pueda haber un disgusto.
Son consecuencia de la fragilidad
humana.
Pero siempre sale el sol después que
pasan los nubarrones.
Cuando hay amor y virtud las
dificultades son más llevaderas.
Es muy difícil que en un matrimonio
no surjan problemas.
Lo importante es que se mantenga el
amor, y se sobrelleven con virtud los defectos de la otra persona.
Y
no contar a terceros las desavenencias conyugales; a no ser para pedir consejo a
persona amiga e imparcial.
Los esposos deben saber apreciarse mutuamente.
Que la mujer aprecie el trabajo de
su marido, su prestigio social, su responsabilidad, sus éxitos, etc.
Que el marido sepa apreciar lo que
supone la consagración total de la mujer a los hijos y al hogar.
Jamás decir nada que pueda suponer
menosprecio del otro, aunque sea una pequeñez.
Dar siempre a entender, en el
hablar, que se siente admiración por el cónyuge.
«Uno de los puntos esenciales para
mantenerse enamorado es seguir admirando al otro y alimentando las bases
positivas que hicieron nacer ese amor. (...)
»El amor es como el fuego. Hay que
avivarlo. Si no, se apaga. Hay que nutrirlo de detalles
pequeños»[83] .
«A una persona se la conoce cuando
sabemos qué valores tiene. Compartir sus valores es el primer paso para el
amor»[84].
No es raro el enfrentamiento entre
nuera y suegra.
Las dos aman al mismo hombre y
pueden surgir celos entre ellas.
El perjudicado es el hombre que
quiere hacer feliz a su mujer, pero no puede desatender sus obligaciones de
hijo.
El ideal sería que las dos fueran
comprensivas.
La nuera comprendiendo que su marido
tiene que atender a su madre.
Y
la suegra no entrometiéndose en el matrimonio.
Muchos matrimonios han fracasado por
las intromisiones de las suegras.
Los matrimonios deberían colocar el
cartelito de PRIVADO sin que por eso la suegra se sienta
rechazada[85] .
Otra dificultad puede estar en los
antiguos amigos de cada cónyuge.
A
veces son de ambientes muy distintos, pero ambos deberían ser agradables con los
amigos del otro.
Pero ambos, también, ser prudentes
para evitar que un antiguo amigo o amiga sea un «intruso» en su
matrimonio[86] .
¿Cómo
hacer fracasar un matrimonio?
1º Abandonar las muestras
de amor al otro cónyuge.
2º Dejarse llevar del
amor a tercera persona.
3º Supervalorar los
defectos del otro cónyuge.
4º Contestarle mal y
alzarle la voz.
5º Prolongar los pequeños enfados,
mantener la mala cara y ser difíciles para perdonar y pedir perdón, cuando sea
necesario.
6º Desinteresarse de las
cosas del otro.
Armonía
matrimonial
7º Despreocuparse de
hacerle feliz.
8º Molestarle
continuamente.
Para
salir del conflicto matrimonial:
1º Tomar conciencia del
problema.Nada se resuelve si no se conoce su
existencia.
2º Que los dos quieran
resolverlo.
3º Buscar las causas que
lo han originado.
4º No echarse la culpa
mutuamente.
5º Perdonar: pedir
perdón; ofrecer perdón.
6º Partir de lo que los
une, y apoyarse en ello.
7º Buscar posible
solución.
8º Diálogo: Ponerse a
hablar. Preguntarse, ¿qué nos pasa?
9º Escuchar. Aguantar.
Tolerar.
10º Buscar ayuda en tercera persona
(amigo, consejero, sacerdote); pero no para que nos dé la razón a
nosotros.
La felicidad del hogar no puede
buscarla cada uno independientemente del otro.
Ha de ser felicidad de los dos al
mismo tiempo.
El amor es un encuentro
interpersonal de un «yo» con un «tú» para formar un
«nosotros».
«El auténtico amor no busca que la
otra persona le haga feliz a uno, sino que uno busca hacer feliz a la otra
persona, y en hacerla feliz encuentra su propia felicidad»[87] .
La felicidad conyugal es una
conquista diaria.
Fuego que no se alimenta, se apaga.
Lo mismo ocurre con el amor
Exige a uno y otro un empeño
continuo para bien de la pareja y del hogar.
No siempre es fácil comprenderse.
Hace falta cierto esfuerzo para
salir de sí mismo y encontrar el camino de la armonía.
Hay matrimonios que se van a pique
por culpa del trabajo. Él vuelve muy cansado y no tiene tiempo para ella. Ella,
muy dedicada a sus hijos, no tiene tiempo para él. Así el matrimonio se va
enfriando, y terminan por acostumbrarse a vivir bajo el mismo techo como dos
personas solitarias. Son vidas paralelas. No es una vida en
común.
Amar es, ante todo, buscar el bien del otro.
Hay matrimonios que, después de
muchos años, se quieren más que en sus primeros tiempos, precisamente por el
mutuo perfeccionamiento conseguido con este continuo vencimiento para hacerse
mutuamente felices.
Si quieres evitar muchos disgustos
en el matrimonio, busca complacer y hacer feliz a tu cónyuge antes que tus
gustos y comodidades.
Cuando los dos esposos procuran
complacerse mutuamente, por encima de los intereses y gustos particulares de
cada uno, el matrimonio es mucho más suave.
Extremar la delicadeza en todo
momento, la higiene íntima, los modales educados.
La grosería, el descuido, la
indelicadeza, la suciedad, llevan al fracaso matrimonial.
La mayor intimidad exige el máximo
cuidado en la persona y en los actos, si no se quiere labrar la propia
desgracia, destrozando afectivamente el matrimonio.
Mujer, para tu armonía
matrimonial:
1. Acepta a tu marido
como es.
2. Admíralo en sus valores. Un
hombre se siente feliz al verse admirado por su mujer. En cambio una de las
cosas que más le humilla es ver que ella le desprecia. El desprecio mata el
amor.
3. Adáptate a su vida y
no intentes que la cambie por ti.
Para procurar la felicidad de tu
esposo, debes caer en la cuenta de que su psicología es muy distinta de la
tuya.
«La clave de la psicología masculina
está precisamente en el predominio de las facultades de acción (razón y voluntad) y
en el desarrollo menor de la sensibilidad. (...)
»La diferenciación sexual es algo
que va con
»Aunque ésta puede influir también.
»Si una niña de cuatro años coge el
lápiz de labios para pintarse delante de un espejo, piensas: «esta niña va a ser
presumidilla».Y no te preocupas. Pero si esto lo hace un niño, te preocupas de
que vaya a resultar afeminado. En cambio no te preocupas si le ves jugar con
coches y aviones.
»El hombre, tiene necesidad de
trabajar, organizar, construir.
»Puede pasar durante el noviazgo o
los primeros meses de casado, por un período en que el amor lo ocupe todo. De
ordinario esto no le dura mucho tiempo.
»Un hombre, verdaderamente tal, que
pueda vivir del amor, no existe. Una mujer no puede ser más feliz que si se
entrega a seres de carne y hueso.
»El hombre no tiene más dicha que
cuando se entrega a los negocios, a la actividad, a una obra, sin que esto
excluya su dedicación a la familia.
»Por eso debes comprender esta
necesidad de acción de tu marido. Y no debes asombrarte de que tu marido no
piense tanto en ti, como tú piensas en él o en tus hijos.
»No acoses a tu marido exigiéndole
que te dedique más tiempo. Agobiarle así es contraproducente.
»Todo hombre se vuelve hacia la
actividad exterior. Es feliz cuando construye, crea algo.
»La mujer no desenvuelve su
verdadera naturaleza más que cuando se entrega a un gran amor, y puede
sacrificarse por los seres a quienes ama»[88] .
No exijas a tu marido una delicadeza
y una ternura que «a él no le va».
Los hombres son más fáciles a
expresar su desagrado que su satisfacción.
Tú procura hacer bien todas las
cosas.
Pero no esperes una alabanza de tu
marido por ello.
Él está acostumbrado a que en su
trabajo no se le suele felicitar por lo que está bien hecho.
Eso suele ser lo normal.
En cambio se le reprende si algo no
está bien.
Fácilmente él emplea la misma
táctica en casa.
Es lógico que a ti te gustaría que
te agradezca el esmero que pones en tus cosas.
Pero a él, ni se le ocurre.
No lo lleves a mal.
Es el modo de ser del
hombre[89] .
La esposa debe ayudar al marido a
que vaya conociéndola cada vez mejor «descubriéndole cada vez más el alma
femenina: sus anhelos íntimos, sus quejas, sus ilusiones, lo que le duele,
desanima o humilla, lo que espera o desencanta de él»[90] .
Tu marido quiere que necesites de su
amor.
Disfruta, si tú disfrutas con él.
Procura conseguirlo y decírselo.
Le llenará de
satisfacción[91] .
Puede ocurrir que tu amor no sea tan
apasionado como el suyo; pero siempre puedes mostrarte cariñosa y complaciente.
No es el momento de hablarle de
temas que nada tienen que ver con este asunto.
Cuando tengas que negarte, hazlo con
delicadeza.
Que quede bien claro que no lo
rechazas a él, que estás deseando complacerle, pero en otro
momento.
El hombre es consciente de su fuerza
física en contraposición a su esposa.
Y
no es haciendo prueba de fuerza como la esposa obtendrá algo de su marido, sino
tomándolo en el momento oportuno por la ternura.
La mujer es débil ante el marido
cuando pretende usar la fuerza; es fuerte y omnipotente sobre él cuando obra por
Para saber interpretar diversas
actitudes de tu esposo, te conviene saber que el hombre es más amigo de sus
comodidades y de su bienestar, que la mujer.
Es sensual en todo el sentido de la
palabra.
La mujer sacrifica regularmente sus
comodidades a su vanidad. Es capaz de hacer grandes sacrificios para estar
bella.
El hombre, por el contrario,
sacrifica alegremente su vanidad a sus comodidades: se quita la corbata, o crea
modas que la suprimen; se pone en mangas de camisa, se instala cómodamente en el
mejor sillón, ronca allí. Y no se molestará en echar la ceniza dentro del
cenicero.
He aquí unas normas para tu
vida como esposa y madre:
Serás una celosa
y prudente administradora. No permitas lujos que
tu posición no te admita.
Tampoco pasarás la vida protestando
porque los cortos ingresos de tu marido te impiden competir socialmente con
amigas tuyas.
No le darás
demasiada importancia a tu propia familia, ni le darás demasiada poca a la de tu
esposo.
Aunque ames
a los tuyos como siempre y te encante visitarlos frecuentemente, tendrás
presente que el primero y más grande amor de tu vida es tu marido.
No amargues
la vida de tu esposo manteniendo relaciones tirantes con su familia.
A sus
padres, míralos como si fueran los tuyos.
Nunca hables
mal a tu marido de su familia, y menos de su madre. Instintivamente cogemos
antipatía a las personas que nos hablan mal de quienes amamos.
La esposa no
debe tener celos de que su marido tenga con su madre las atenciones que no
pueden faltar en todo buen hijo; ni de que su suegra tenga por su hijo el
interés natural en toda madre.
Embellecerás tu
hogar y serás tú misma el motivo central de la decoración.
Con eso
lograrás que tu esposo no pierda el gusto hacia el hogar y hacia ti.
Por muy
modesto que sea tu hogar, si despliegas tu ingenio y tu buen gusto, puedes
convertirlo en un bello retiro lleno de luz y alegría, donde tu esposo ansíe
refugiarse después de las largas jornadas de trabajo.
Que el
marido esté en casa cómodo y a gusto. Los griegos decían: «Mucho hogar, esposo
firme».
En el
modo de arreglarte, no te olvides que debes resultar atractiva sólo para tu
marido.
Ante las
demás personas basta que estés presentable. Domina tu
vanidad.
[1] Evangelio
de San Marcos, 10:11
[2] Evangelio
de San Lucas, 16:18
[3] Evangelio
de SAN MATEO, 19:9
[4] SAN PABLO,
Primera Carta a los Corintios, 5:1ss
[5] Hechos de
los Apóstoles,15:20-29; 21:25.
[6] MIGUEL ÁNGEL
FUENTES,V.E.:Apologética católica, MORAL.
En INTERNET:
http://catholic-church.org/russia-ive/apologética/homepage.htm
[7] Nuevo Catecismo de
[8] ANTONIO
ROYO MARÍN, O.P.:Teología Moral para
Seglares,2º,2ª,VII,nº 491,7º.Ed.BAC.
Madrid
[9] DENZINGER:
Magisterio de la Iglesia, nº1560.
Ed. Herder. Barcelona
[10] Nuevo Catecismo de
[11] Nuevo Catecismo de
[12] Nuevo Catecismo de
[13] JUAN
EGUREN, S.I.: Matrimonio cristiano, hoy,
VII, 7. Ed. EDICEP.
Valencia.
[14] Revista ECCLESIA,
2707 ( 22-X-94 ) 37, nº4
[15] Diario
YA, 26-X-80, pg. 12
[16] Diario YA,
31-III-92, pg. 25
[17] Nuevo Catecismo de
[18] JUAN PABLO
II:Las tareas de la familia cristiana, nº
84. (1982).
[19] Diario LA
RAZÓN, 30-IX-2000, pg. 45
[20] Diario YA,
7-III-81, pg. 6
[21] Diario YA,
25-XI-79
[22] Diario YA,
5-XII-80, pg. 27
[23] Diario YA,
27-I-85, pg. 26
[24] Revista
ECCLESIA, 1999(27-IX-80)16
[25] Diario YA,
17-IV-88, pg. 14
[26] ANDREW
GREELEY: Revista Selecciones del Reader’s Digest, XI-76, pg.
15
[27] Revista
RAZÓN Y FE, XI-80, pg. 262
[28] DIARIO DE
CÁDIZ, 12-X-95, pg.25
[29] Revista
BLANCO Y NEGRO, 4032 (6-X-96) 16
[30] Diario ABC
de Madrid, 19-IX-98, pg.77
[31] Diario YA,
14-XI-80, pg. 8
[32] JOSE Mª
LAHIDALGA: Matrimonio civil y canónico, VI. Servicio Editorial del Arzobispado
de Madrid
[33] Nuevo
Código de Derecho Canónico, nº 1141
[34] Diario YA,
30-V-80, pg. 35
[35] Conferencia
Episcopal Española: La estabilidad del
matrimonio. Madrid, 1977
[36] Conferencia
Episcopal Española: Ésta es nuestra Fe, 2ª,
II, 6. EDICE. Madrid, 1986
[37] ALBERTO
BERNÁLDEZ: El divorcio en el Concilio
Vaticano II, I. A. Ed. BAC. Madrid,
1977
[38] Nuevo Catecismo de
[39] Diario YA,
28-II-80, pg. 4
[40] Revista
ECCLESIA, 1244(15-V-65)4
[41] Diario ABC,
12-VI-95,pg.66
[42] Diario YA,
9-VIII-80, pg. 29
[43] Diario YA,
7-III-81, pg. 6
[44] Diario ABC
de Madrid, 4-VI-97, pg. 58
[45]
[46] Diario ABC
de Madrid, 22-XII-97, pg.66
[47] LUIS
RIESGO: Éste es el camino, XIII, 2.
Ed. San Pío X. Madrid. 1990. Libro de oro sobre el noviazgo y el
matrimonio. El matrimonio Riesgo, los dos psicólogos, unen en este libros sus
conocimientos de psicología con su experiencia de padres
cristianos.
[48] MATEO
ANDRÉS, S.I.: Matrimonio adulto, VIII,
4. Encuentros matrimoniales. Santo Domingo. Rep. Dominicana,
1987
[49] Diario YA,
5-XII-80, pg. 27
[50] Diario YA,
19-XI-91, pg. 26
[51] Diario YA,
4-XII-91, pg. 25
[52] Diario YA,
15-III-87, pg. 40
[53] Diario YA,
31-XII-90, pg. 54
[54]Nuevo Catecismo de
[55] Evangelio
de SAN MATEO, 5:28
[56] Deuteronomio, 22:22ss
[57] ENRIQUE
ROJAS. El amor inteligente, II
Ed. Temas de hoy. Madrid. 1997.
[58] ENRIQUE
ROJAS. El amor inteligente, III
Ed. Temas de hoy. Madrid. 1997.
[59]
ENRIQUE ROJAS. El amor inteligente,
XI Ed. Temas de hoy. Madrid.
1997.
[60] Mons.
STRENG: Amor y vida conyugal, VII.
Ed. Daimon. Barcelona. Cuarta
edición.
[61]
ENRIQUE ROJAS. El amor inteligente, XI
Ed. Temas de hoy. Madrid. 1997.
[62]
[63] BERNABÉ
TIERNO: Dos en uno. Revista
EL SEMANAL, 610 (4-VII-99)
85.
[64] XAVIER
LACROIX: El matrimonio, VI, 1s.
Ed. Mensajero. Bilbao.1996.
[65] IÑAKI AYA,
S.I.:
[66] ABC
Cultural, 192(7-VII-95)49.
[67] Con
vosotros está, 2º, XXXIX, 2. Madrid, 1976
[68] MELCHOR
ESCRIVÁ, S.I.: Medicina de la personalidad,
XIV - XXIII. Ed. Sal Terrae.
Santander.
[69] Dr.
FERNANDO BALLESTER: Problemas matrimoniales,
V, 8. Hermandad de San Cosme y San Damián.
Barcelona
[70]
[71] Concilio
Vaticano II: Gaudium et Spes:
Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual, nº
48
[72] ANA
MOW: El secreto del amor matrimonial, 2ª,
VIII. Ed. SAL TERRAE.
Santander.
[73] PABLO
POVERA: Vive tu vocación, XVII.
Ed. Herder. Barcelona
[74] ROBINSON: Educación sexual y conyugal, 4ª, III, 2.
Ed. Mensajero. Bilbao. Este magnífico libro deberían leerlo todos los chicos y
chicas a partir de los 18 años. Informa admirablemente de todo lo que deben
saber los jóvenes, los novios y los esposos sobre la vida
sexual.
[75] MARABEL
MORGAN: La mujer total,VI. Ed.
Planeta. Barcelona. 1976. Este libro deberían leerlo todas las casadas. Si
cumplieran los consejos que aquí se dan, muchos matrimonios irían
mejor.
[76] Dr.
VALLEJO-NÁJERA en TVE el 8-II-
[77] CHARBONNEAU: Noviazgo y felicidad, V, 2. Ed. Herder.
Barcelona, 1970
[78] Evangelio
de San Mateo, 18:22
[79] CHARBONNEAU: Noviazgo y felicidad, V, 3, c. Ed.
Herder. Barcelona, 1970
[80]
[81]
[82] ÁNGEL DEL
HOGAR: Felicidad conyugal. Ed.
Desclée. Bilbao
[83]
[84] JOSÉ Mª
CONTRERAS: Pequeños secretos de la vida en
común, IV, 3.
Ed.Planeta+Testimonio
[85] ANA MOW:
El secreto del amor matrimonial, 2ª,
IX. Ed. SAL TERRAE.
Santander.
[86] ANA MOW:
El secreto del amor matrimonial, 2ª,
X. Ed. SAL TERRAE.
Santander.
[87]
[88] PAULA
HOESL: Joven, si quieres ser moderna..., IV,
5. Ed. Studium. Madrid. Excelente libro que deberían leer todas las
muchachas.
[89] VICENTE
LOUSA, S.I.: Tu marido y tú.
León
[90] FRANCISCO
DE LA VEGA, S.I.: El amor no se improvisa.
Apéndice IV. Ed. Mensajero. Bilbao
[91] MARABEL
MORGAN: La mujer total, X, 5s.
Ed. Planeta. Barcelona, 1976. Excelente libro que deberían leer todas las
casadas de cuando en cuando, para no olvidar sus
consejos.
[92] Padres
Oblatos de María Inmaculada: Curso de
preparación al matrimonio. Lección XV. Diego de León, 36.
Madrid