68,25.
«La castidad consiste en el
dominio de sí, en la capacidad de orientar el instinto sexual al servicio del
amor y de integrarlo en el desarrollo de la persona»[1] «La
castidad cristiana supone superación del propio egoísmo, capacidad de sacrificio
por el bien de los demás, nobleza y lealtad en el servicio y en el
amor»[2] .
«La castidad
es el gran éxito de los jóvenes antes del matrimonio. Es, además, la mejor forma
de comprender y, sobre todo, de valorar el amor.
»No es una
negación de la sexualidad, sino la mejor de las preparaciones para la vida
conyugal.
»Porque es
un entrenamiento en la generosidad, en el deber y en el dominio de sí mismo,
cualidades tan importantes para el ejercicio de la sexualidad
humana.
»En los
jóvenes, la castidad entrena y forma la personalidad.
»Supone un
esfuerzo que va dotando a la persona de solidez en la voluntad y de una
sensación de posesión y dominio de sí mismo, que, a su vez, es fuente de
profunda paz y alegría.
»Los jóvenes
castos, normalmente, son más constantes en el trabajo y en el estudio, tienen
más ilusiones, son más idealistas.
»La pureza
es una virtud eminentemente positiva y constructiva que templa el carácter y lo
fortalece. Produce paz, equilibrio de espíritu, armonía interior. Purifica el
amor y lo eleva; es causa de alegría, de energía física y moral; de mayor
rendimiento en el deporte y en el estudio, y prepara para el amor
conyugal»[3] .
El
Papa Juan Pablo II dijo a los
jóvenes en Lourdes el 15 de agosto de 1983: «Los que os hablan de un amor
espontáneo y fácil os engañan.
»El amor
según Cristo es un camino difícil
y exigente. El ser lo que Dios quiere, exige un paciente esfuerzo, una lucha
contra nosotros mismos. Hay que llamar por su nombre al bien y al
mal»[4] .
También
Juan Pablo II dijo a los miles de
jóvenes reunidos en Rímini (Italia) en agosto de 1985: «¿Quieres encerrarte en
el círculo de tus instintos? En el hombre, a diferencia de los animales, el
instinto no tiene derecho a tener la última palabra»[5] .
Paul Claudel
le escribe a su
hijo:
«Mi querido
hijo:
»No creas a
los que te dicen que la juventud ha sido hecha para divertirse. La juventud no
ha sido hecha para el placer sino para el heroísmo.
»Porque un
joven necesita heroísmo para resistir a las tentaciones que le
rodean»[6] .
«Los jóvenes
reciben de la oración fuego y entusiasmo para vivir con pureza y realizar su
vocación humana y cristiana con un sereno dominio de sí y con una donación
generosa a los demás»[7] .
Lo que es
imposible es guardar la pureza de cuerpo sin
guardarla también de corazón y de pensamiento[8] .
Si no
vigilas tu imaginación y tus pensamientos, es imposible que guardes castidad.
El apetito
sexual es sobre todo psíquico.
Si no se
arrancan las raíces de la imaginación es imposible contener las consecuencias en
la carne.
Por eso es
necesario saber dominar la imaginación y los deseos.
El apetito
sexual aumenta según la atención que se le preste.
Como
los perros que ladran cuando se les mira, y se callan si no se les hace
caso.
«La
sexualidad ha de ser vivida bajo el signo de la cruz y
La pureza
no puede guardarse sin la
mortificación de los sentidos.
Quien no
quiere renunciar a los incentivos de la sensual vida moderna, que exaltan la
concupiscencia, es natural que sea víctima de tentaciones perturbadoras, y que
la caída sea inevitable.
La
pureza no se puede guardar a medias.
Con nuestras
solas fuerzas, tampoco; pero con el auxilio de Dios, sí.
Quien -con
la ayuda de Dios- se decide a luchar con todas sus fuerzas, vence seguro.
No es que
muera la inclinación, sino que será gobernada por las riendas de la
razón.
«En la vida
hay que entrenarse.
»Entrenarse
es hacer un esfuerzo cuando no hace falta, para saber esforzarse cuando haga
falta.
»El que no
sabe decir no cuando pudiera decir
sí, no sabrá decir no cuando tenga que decir no.
»El que no
sabe privarse de lo lícito por ensayo, no sabrá privarse de lo ilícito cuando
sea necesario»[10] .
Muchos
quieren liberarse de la moral
católica que consideran represiva, y lo que hacen es caer en la esclavitud del
pecado que degrada al hombre.
El yugo de
Cristo es suave y
ligero[11] , si
se lleva con amor y voluntad corredentora.
Dice el gran
moralista belga José Creusen: «La
impureza, sin ser el más grave de los pecados, es el más frecuente de los
pecados graves.
»La
castidad, sin ser la más perfecta de las virtudes, es una de las más necesarias.
(...).
»En materia
de castidad lo más fácil es el dominio completo. Andar a medias es muy
peligroso»[12] .
«La
explotación de la sexualidad por sí misma y sobre todo, con el único fin de
conseguir la satisfacción sexual, es funesta, tanto para la vida individual como
colectiva»[13]
Aunque los
pornócratas, para defender su
negocio, dicen que la virginidad ha dejado de ser virtud, y nos
presentan la homosexualidad y la masturbación como cosas naturales, por encima
de todas las palabras de los hombres está la ley de Dios que nos señala lo que
es bueno y lo que es malo.
Hoy se oyen
con frecuencia palabras de menosprecio hacia
Como en el
cuento de la zorra y las uvas, es natural menospreciar lo que uno no es capaz de
conseguir.
Pero las
joyas no pierden valor porque haya personas que son incapaces de
apreciarlas.
«Si
hubiéramos de responder ateniéndonos a duros hechos externos que definen
masivamente nuestra sociedad, tal vez hubiéramos de concluir que, a juicio de
muchos, la castidad, hoy, es todo lo contrario de un valor: es un antivalor que
hay que arrumbar para siempre. Si fue un valor, hoy es un
lastre.
»Pero si la
respuesta la damos analizando la naturaleza misma de la castidad, contrastada
con el concepto filosófico del valor para el hombre, entonces hay que concluir
que la castidad es un valor, un valor por sí mismo, primario y absoluto por su
bondad intrínseca y por la conveniencia esencial con la naturaleza
humana.
»Acaso todo
depende del concepto que tengamos de castidad. Si la entendemos como una
represión, una mutilación, un comportamiento negativo, una actitud
desnaturalizante, entonces no es ni puede ser un
valor.
»¿Qué es
entonces la castidad? Sencillamente, la castidad es el ordenamiento de la
potencialidad sexual del hombre en consonancia con su condición específica de
persona racional, inteligente y
autodeterminativa...
»Ser un
esclavo de los instintos en el campo sexual, le convierte en animal, lo
desnaturaliza de su condición de persona libre y de su condición de sujeto
autodeterminativo. Usar mal de la capacidad sexual, es una traición a la
sexualidad humana.
»Al ser la
castidad la recta ordenación de las fuerzas sexuales y de la afectividad en el
hombre en consonancia con los fines específicos de la sexualidad y con la
condición integral de la persona como ser inteligente y dueño de sus instintos,
no cabe duda que la castidad perfecciona al hombre en su misma condición de
hombre.
»Una
perfección en lo esencial siempre es un bien. El bien, en sus múltiples formas,
es un valor.
»Una joven de 16 años
dice:
»Con la
castidad yo pienso que aprendemos a respetarnos a nosotros mismos y a no
hacernos animales.
»Los
animales lo hacen todo por instinto.
»Si nosotros
no tuviéramos un principio regulador, un medio para dominar nuestros instintos
nos haríamos como ellos.
»Es bonito
que aprendamos a valorar algo que nosotros tenemos y ellos no tienen.
»Es una
satisfacción disfrutar de algo adquirido por tu propio esfuerzo, por tu
decisión, por tu voluntad.
»Con la
castidad voluntaria yo me hago superior a los animales. Esto creo que tiene su
belleza y su valor...
-¿Te es fácil vivir la castidad a
los dieciséis años?
-En
principio, me cuesta, como creo que les cuesta a los demás. Pero debo confesar
que a mí me es fácil vivirla.
-¿Por qué te es
fácil?
-En primer
lugar, me doy cuenta de que no merece la pena perder la castidad por el placer
sexual de un momento. Pero acaso me cueste poco por la educación que he recibido
desde mi infancia...
-¿Encuentras valores en la
castidad?
-El saber
que nuestro cuerpo tiene un destino superior al de dejarlo aquí en
»Y una joven
madre soltera contesta:
-En
realidad, no ha sido la castidad mi fuerte. Para mí prácticamente no ha
existido. No he sido casta. Pero hoy, que me he dado cuenta, la considero
maravillosa. Para mí la castidad no ha entrado en mi vida por el hecho de
haberme apartado de Dios. Hoy creo que la encontré y la veo
fenomenal.
-¿Te atreverías a decirme por qué no
has sido casta?
-Sí. No he
sido casta por el hecho de no pensar, por vivir al margen de todo. Tal vez por
comodidad, por dejadez. Te dejas llevar por cualquier
impulso.
-¿Cuándo diste el
cambio?
-Al mes de
dar a luz tuve la oportunidad de estar sola, pensar mucho, y me di cuenta
de que había algo más que todo aquello que había vivido. Y vi claro que aquel
Dios que mis padres y mi colegio me habían enseñado, existía realmente y era
algo verdadero... Si amo ahora la castidad es porque le amo a Él... Dios importa
mucho para mi vida.
-¿Qué otros valores crees que tiene
la castidad?
-Creo que
hay otros valores. Antes, que no era casta, que me dejaba llevar por los
impulsos, no era libre. En cambio, ahora que tiendo más a ser casta, me siento
más libre, me he liberado de mis impulsos.
»Al dejar
esos impulsos a un lado, el mismo cuerpo gana serenidad, dominio, salud,
belleza.
»Y hasta
dignidad, porque el cuerpo no debe ser sólo un instrumento del placer, sino un
medio de realizarse en la vida cumpliendo una misión»[14] .
Por otra
parte, la castidad es fácil de
guardar, si se busca el auxilio de la gracia de Dios, y se fortifica
el alma con los sacramentos de la confesión y la
comunión.
El mejor
consejo que se puede dar al que ha empezado a rodar por la pendiente del vicio
es comunión frecuente y confesión con un Director Espiritual fijo.
Es un
remedio seguro para corregirse y salir del pecado. No hay pecador que resista.
El
sacramento de la confesión, además de ser un remedio curativo, es un remedio
preventivo.
La Comunión
y
«Se puede,
por tanto, hablar, y hay que hacerlo, de un imperativo de la pureza que se
impone a los novios, no como una coacción penosa cuya única finalidad
sería crearles molestias, sino como una fuerza interior que vivifica el amor
elevándolo y manteniéndolo en un plano superior.
»Esta pureza
pretende estar libre de todo desprecio hacia el cuerpo y se basa, al contrario,
sobre el respeto soberano a la carne, a la que restituye su equilibrio,
eliminando los elementos de defección que son un peligro para ella.
»En cuanto
al amor mismo, lo consolida; y prepara así la felicidad de que gozará la pareja
cuando se halle ligada por la vida común»[15]
.
«El que la
castidad prematrimonial sea perjudicial a la salud es ya un mito descartado hace
tiempo por la ciencia médica y la psicología, y algo en que sólo tratan de creer
los que buscan una excusa para no ser castos.
»Para
Freud toda neurosis era de origen
sexual. Hoy sus mismos discípulos no sostienen esta doctrina.
»Adler afirma: “No siendo verdad que la
libido reprimida sea causa de la neurosis, el dar salida al instinto sexual no
cura por sí mismo esta neurosis”.
»La castidad
educa la voluntad por el vencimiento que supone. Una educación que no exige
esfuerzos, conduce a la anarquía, no forma adultos sino desequilibrados, sin
aptitud para hacer frente a las dificultades de la vida.
»El
vencimiento propio
»La biología
moderna declara que los reflejos genitales pueden dominarse con el ejercicio de
la voluntad.
»El poder
del espíritu sobre el cuerpo, de lo psíquico sobre lo físico es muy grande. Esto
lo confirma la psicología actual»[16] .
«La castidad
protege vuestro futuro amor. Los jóvenes que han sabido estar a la altura de su
deber son los que sabrán después estar a la altura de su amor. El amor conyugal,
les va a exigir entrega, generosidad y sacrificio, y ellos ya traen un buen
entrenamiento en todo esto.
»Además, el
mejor regalo que podréis haceros unos esposos es el de un cuerpo y un alma
íntegros.
»La castidad
juvenil es un esfuerzo. Pero es un esfuerzo que lleva consigo una recompensa
inmensa.
»Un esfuerzo
que va reforzando y madurando tu personalidad. Es un esfuerzo que lleva consigo
una profunda alegría. Un esfuerzo que comprenden y practican los que saben qué
es el amor»[17] .
Los jóvenes
reciben de la oración «fuerza y entusiasmo para vivir con pureza y realizar su
vocación humana y cristiana con un sereno dominio de sí y con una donación
generosa a los demás»[18] .
El mundo se
ríe de la pureza y de la castidad, como si se tratara de cosas trasnochadas y
pasadas de moda.
El mundo
dice: «Hay que darse el máximo de satisfacciones en la vida».
Pero
Cristo dice: «Véncete a ti mismo, toma tu cruz, procura entrar por
la puerta estrecha»[19] .
El mundo
dice: «¡Hay que liberarse de viejos tabúes!».
Pero
Cristo dijo: «Bienaventurados los limpios de
corazón»[20] .
El mundo
dice: «El amor no es pecado. Lo que se hace por amor es bueno». Pero la Biblia
limita las relaciones sexuales al matrimonio: «Absteneos de la
fornicación»[21]
«Dios juzgará a los fornicarios y a los
adúlteros»[22] .
68,26.
El pudor es un mecanismo de
defensa, propio de la castidad, que protege instintivamente la intimidad sexual
con la vergüenza.
Es un muro
protector de la pureza.
Pudor
no es miedo al cuerpo desnudo, sino respeto a él.
No es casto
el que trata de ignorar lo sexual, sino el que sabe mirarlo con ojos
limpios[23] .
«El pudor distingue al hombre de los
animales»[24] .
El pudor
protege la propia intimidad.
El
pudor es propio de la persona humana. Los animales no tienen pudor.
Por so hacen
en público sus funciones más íntimas.
Esta
protección de la intimidad que es el pudor se expresa en tres cosas: la
vivienda, el vestido y el lenguaje.
La casa es
un lugar íntimo. A un amigo se le invita para compartir intimidad. Pero esto no
se hace con un desconocido.
El pudor
también se expresa en el vestido. Por eso se cubren las partes más íntimas, que
no se comparten con cualquiera.
De ahí el
celo que muestra el marido o el novio por la decencia en el vestir de su esposa
o de su novia.
El tercer
ámbito del pudor es el lenguaje.En su modo de expresarse no hace «de dominio
público» sus estados afectivos[25] .
El pudor
ayuda a evitar eficazmente excesos y peligros morales de todo tipo en materia
sexual.
Además,
evita aquellos aspectos de vulgaridad, chabacanería y desorden que acompañan a
ciertas expresiones sexuales.
«El pudor no
indica gazmoñería, apego irracional a costumbres pacatas. Supone respeto a lo
más personal del hombre.
»Protegerse de la mirada
ajena, no indica ñoñería sino salvaguardar su sexo del uso posesivo de los
demás.
»Palpar algo
es, en cierta medida, un acto de posesión. Ver es como tocar a distancia.
»Ofrecer a
la mirada ajena las partes íntimas del cuerpo supone dejarse poseer en lo que
tiene uno de más íntimo.
»Toda
exhibición sugiere un acto de entrega. Hacerlo en público se asemeja a la
prostitución»[26] .
Dice el
psicopedadogo Bernabé
Tierno:
«La educación del pudor sólo es posible allí
donde imperan ideas nobles y sentimientos limpios.
»El pudor
sólo es sentido por quien todavía es sensible a las amenazas que sufre
»Pero no
podemos cometer el error pedagógico de atribuir a toda realidad sexual una
sensación de vileza o un sentimiento de vergüenza que se identifica muchas veces
con el pudor.Los educadores hemos de poner el acento, no sobre la educación
sexual, sino sobre la educación de la
persona.
»No educamos
la sexualidad del muchacho; es él el verdadero artífice de su educación como
persona, que, en consecuencia, se expresa también en sus comportamientos
sexuales. Lo que debe ser educado, no es la sexualidad, sino la
persona.
»La actitud
egocéntrica de la persona hace neuróticamente compulsiva, especialmente en la
adolescencia, la necesidad de autoafirmación que se manifiesta claramente en el
sector de
»Está claro
que una atmósfera cargada de hedonismo sexual que se nos cuela de rondón en casa
a través de la “ventana televisiva”, envuelve al joven por doquier, y no
contribuye lo más mínimo a una higiene mental que favorezca el dominio normal
sobre los propios impulsos.
»La
trivialización de la sexualidad conduce a la desvalorización de las relaciones
heterosexuales, cada vez más frecuentes y precoces. En el fondo es la
desvalorización misma de la persona del “otro” que queda reducida a la condición
de simple instrumento al servicio del placer...
»La apología
que ciertos medios de comunicación hacen de aberrantes conductas sexuales
contribuye a deformar el concepto y la naturaleza de los papeles sexuales con
los que deben identificarse los jóvenes»[27] .
Esforcémonos por ver
todo lo que tiene el vicio de repugnante y abominable. Esto nos ayudará a amar
la castidad.
Todo lo que
tiene ella de grande y de noble, de dominio propio y de respeto, lo tiene el
vicio impuro de bajo y despreciable.
La persona
impura es una persona sin voluntad.
La razón,
que debería ser la señora, se vuelve esclava de los instintos animales; el
hábito vicioso se convierte en el peor de los tiranos, exige cada vez más y
vuelve a la persona egoísta, con un egoísmo de la peor especie: la persona
impura lo sacrifica todo para satisfacer su propia pasión.
El vicio
impuro quita a la persona la tranquilidad de conciencia, la alegría, la
libertad, la fe, la esperanza, el verdadero amor, la honra, la fortuna, la salud
y, en fin, la gloria del cielo.
No es
raro que a la persona que se deja
dominar del vicio impuro le sobrevenga, antes o después, la dureza de
corazón, la pérdida de la fe, y al fin la condenación
eterna.
Hay que
tener en cuenta que los pecados contra la pureza no son los únicos, ni los más
graves.
No podemos
olvidarnos que el buen cristiano, además de la virtud de la pureza, debe tener
la de la justicia y la caridad.
Hay entre
nosotros demasiada ambición, avaricia, egoísmo, soberbia, odio, envidia, ruindad
de corazón y falta de honradez profesional.
Los fieles tienen derecho a ser informados fielmente
en la doctrina católica.
El 7 de
enero de 1987
«A quienes
elaboran materiales catequéticos, de enseñanza religiosa o de divulgación
teológica, les pedimos que pongan un empeño especial en transmitir con fidelidad
e integridad la enseñanza de la Iglesia sobre estos temas.
»A los
fieles cristianos les asiste el derecho a que no sean difundidas, con ligereza y
arbitrariedad, doctrinas parciales o hipótesis relacionadas con la moral, y en
concreto con la moral sexual, sin que previamente hayan sido sometidas al
estudio y al parecer de la comunidad teológica y, en última instancia, al
discernimiento de los pastores»(nº18)...
«El fin de
las normas objetivas morales no es la represión de la sexualidad, sino
proteger y favorecer que el dinamismo profundo de la sexualidad llegue a su
plenitud y sentido»(nº15)[28] .
Un resumen de la concepción
cristiana de la sexualidad podría ser:
a) Dios
estableció la institución matrimonial como principio y fundamento de la familia
y de la sociedad.
b) El sexto
precepto del Decálogo -no fornicar- protege el amor humano y señala el camino
moral para que el individuo coopere libremente en el plan de la creación, usando
la capacidad de engendrar, que ha recibido de Dios, solamente dentro del
matrimonio.
c) El sexo
d) La
generación no es el resultado de una fuerza irracional, sino de una entrega
libre y responsable -es decir, humana- de acuerdo con la dignidad natural de la
persona creada por Dios.
e) Como los
demás mandamientos, el sexto precepto del Decálogo está impreso en la naturaleza
humana, es parte de la ley natural, y, por tanto, obliga a todos los
hombres.
f) La virtud
de la castidad consiste esencialmente en la ordenación de la función sexual al
fin que Dios le ha señalado; por eso es una virtud positiva que se ha de vivir
según las características de la vocación regida por Dios: virginidad o
matrimonio.
g) Con
frecuencia, la corrupción de las costumbres comienza por los pecados contra la
castidad; se tiende a querer justificarlos, de modos diversos, a través de la
deformación del juicio de la conciencia.
h) Por
tratarse de una exigencia de la ley natural, todos los hombres reciben de Dios
la ayuda necesaria para cumplir este precepto del Decálogo. Por otra parte se
señala la necesidad de medios sobrenaturales que Dios no niega nunca a los
creyentes que los imploran por medio de la oración»[29] .
68,27. Nada
tiene de particular que sientas
fuertemente el instinto sexual. Lo que no puedes permitir es que te
domine.
Todo en este
mundo tiene su tiempo y su medida.
A los
animales los regula el instinto: fuera de los períodos de celo sienten frigidez
absoluta.
Como no
tienen inteligencia, Dios ha regulado su reproducción con una ley fisiológica.
Pero como el
hombre es un ser racional, Dios no ha querido sujetar esta importante función a
leyes puramente fisiológicas, sino que ha dejado en esto el influjo de la
libertad.
La
sexualidad es mucho más que una tendencia instintiva para la transmisión de la
vida.
La
sexualidad penetra toda la persona y especifica la comunicación entre las
personas.
El hombre
debe gobernar esta tendencia con
la razón y la voluntad.
Dios
fiándose del hombre ha dejado en sus manos el instinto sexual, marcándole con
las barreras infranqueables de su ley el único camino lícito para el ejercicio
de su función reproductora: el matrimonio.
El instinto
sexual es tan fuerte que necesita una ley que lo encauce.
Lo mismo que
es necesario una ley que controle la energía atómica.
El sexto
mandamiento es un beneficio de Dios en bien de la humanidad.
Dios ha
querido que la transmisión de la vida
humana se realice por la unión de los órganos sexuales de los dos esposos de
modo que el marido derrame dentro del cuerpo de su mujer las semillas de la vida
que han de germinar en un nuevo ser, si encuentran el organismo de ella
preparado con un óvulo reciente.
Este acto
sexual, realizado dentro del matrimonio, conforme a la ley de Dios, no tiene
nada de malo.
Todo lo
contrario. Puesto según la ley de Dios es
meritorio; pues es cumplir una ley puesta por Dios.
Y el placer
que Dios ofrece como aliciente al cumplimiento del fundamental deber conyugal,
es lícito y bueno, y está santificado por Jesucristo que elevó el matrimonio a
la dignidad de sacramento.
Poner este
acto fuera del matrimonio es pecado grave.
Para que el
género humano no se acabe es
necesario que sigan naciendo niños.
El acto,
pues, de la generación es un acto necesario en el matrimonio, instituido por
Esta misión
perpetuadora del matrimonio, en cuanto a la crianza y educación de los hijos,
lleva consigo gran esfuerzo y sacrificio.
Para que el
hombre no rehuyera este sacrificio y se garantizara la conservación del género
humano, Dios imprimió en el hombre y en la mujer un impulso que les moviera a
amarse y unirse en matrimonio.
El placer es
bueno cuando lo usamos para el fin que Dios lo estableció; pero es malo cuando,
por buscarlo, nos apartamos de la voluntad de Dios.
Dios pudo
haber creado a los hombres directamente, por sí mismo, como lo hizo con los
ángeles; pero no quiso.
Fue su
voluntad que el hombre mismo se encargara de procrear al hombre. Dando al hombre
una prueba de confianza, le asoció a su obra creadora. Le da poder de transmitir
la vida.
Con ello
llenó la vida terrena de encanto.
¡Qué
diferente sería la vida, si Dios hubiese dispuesto que los hombres viniesen al
mundo ya mayores!
No se oiría
la risa alegre de los niños.
No habría
amor de padres, de hijos, de hermanos. Cada cual se encontraría sólo en el
mundo; sin amor y sin familia.
La pureza es
una virtud que salvaguarda este
poder creador del hombre.
Es una
virtud positiva, que ennoblece y que requiere el valor de los héroes y de los
mártires.
Virtud noble
que defiende este acto sagrado que Dios ha querido santificar con un sacramento:
el sacramento del matrimonio, que es una fuente de gracias sobrenaturales.
Por eso el
matrimonio es, en el cristianismo, un camino de santidad, de unión con Dios.
San
Pablo habla de «sacramento
grande»[30] ,
símbolo de la unión perfecta e indisoluble de Cristo con la
Iglesia.
Por eso es
infame burlarse de la paternidad y del amor; y la pornografía es una
perversidad, pues traiciona uno de los deberes más sagrados del
hombre.
La
pornografía, como dice Emilio
Romero, es el recurso de anormales sexuales. Un hombre bien
constituido no necesita esa excitación[31] .
La
transmisión de la vida es un poder
sagrado que Dios ha dado al hombre. Es una participación del poder
creador de Dios.
Por eso se
llama procreación de los hijos.
A este acto
humano colabora Dios con un acto divino, y crea un alma humana e inmortal, para
que habite en el nuevo ser en el momento de su
concepción.
De aquí
la responsabilidad que supone para
el hombre todo lo relacionado con el acto que engendra la vida.
Profanar
este poder del hombre es traicionar uno de los deberes y responsabilidades más
sagrados.
«La
sexualidad por su misma naturaleza está ordenada a la procreación y educación de
los hijos, a establecer entre padres e hijos una comunidad de vida: una familia.
La familia es la primera y definitiva muestra de la dimensión socio-cultural de
Siempre se
ha dicho que la familia es la célula de la sociedad, el crisol donde se forja la
educación de los hijos. Hoy hay algunos que anuncian la desaparición de la
familia, diciendo que es una reliquia del pasado, y que debe desaparecer en una
sociedad progresista.
Pero cuando
no quede ni el eco de las voces que anuncian su destrucción, la familia seguirá
en pie, pues siempre ha sobrevivido a todas las crisis, porque la familia es una
forma permanente de la vida humana.
La familia
vuelve por encima de las ideologías[33] .
«Los que,
para justificar su situación personal, desean que la familia desaparezca,
repiten machaconamente que la familia está en crisis, que hay que cambiarla por
otra cosa. Pero la familia no desaparecerá nunca, pues es una institución
natural de origen divino; y porque es la única institución que valora a las
personas por lo que son, no por lo que valen. Unos padres quieren a sus hijos
porque son sus hijos, no por lo que valen. Pero una empresa sólo los quiere si
valen»[34] .
El Papa
Juan Pablo II, en su discurso al
Congreso Mundial de la Familia, celebrado en Manila en Enero de 2003, dijo: «La
familia es el futuro de la sociedad. (...) «Hoy hay caricaturas de familia que
no tienen futuro».
68,28.
Son pecados graves contra el sexto
mandamiento todas las acciones -hechas a solas o con otra persona- que tiendan a
buscar el placer sexual completo fuera del uso lícito del matrimonio.
También es
pecado ponerse voluntariamente, y sin razón que los justifique, a sí mismo o a
otros, en peligro próximo de cometerlas.
El
condescender con pensamientos, deseos o caricias íntimas apasionadas es
pecaminoso, porque este tipo de actividad sexual tiene la finalidad natural de
preparar los órganos generativos para la unión y producir el deseo de esta
unión.
Por tanto,
las acciones directamente venéreas, es decir, aquellas que por su naturaleza
están íntimamente relacionadas con el apetito sexual y tienen por finalidad
única estimular o provocar la función generadora, son siempre deshonestas para
los no casados.
Los actos
indirectamente venéreos son lícitos con tal de que se den las circunstancias
siguientes:
1) Que la
intención del que los realiza no sea impura, es decir, que no se realicen con
intención de excitar la propia pasión sexual.
2) Que no
encierren un peligro próximo de pecado grave.
3) Que
exista relativa razón suficiente, la cual no puede medirse matemáticamente sino
teniendo en cuenta el carácter más o menos estimulante de la acción en cuestión,
ya que cuanto más estimulante sea ésta, tanto más fuerte debe ser el motivo,
porque habitualmente el peligro de pecar y la inseguridad crecen con la
vehemencia de la pasión.
Teniendo en
cuenta estos principios, podemos afirmar que dos personas que se aman y
pretenden casarse pueden darse testimonio físico de su afecto con la seguridad
razonable de dominar sus pasiones en el caso de que se exciten contra su
voluntad. Para dar una respuesta más concreta y satisfactoria hay que
tener en cuenta la frecuencia de los actos, el temperamento de los interesados,
sus vicios y virtudes, etc.
De ahí la
necesidad en este punto, como en tantos otros, de un director espiritual
personal .
El
adulterio es siempre pecado grave.
Se comete,
no solamente cuando una persona casada tiene relaciones sexuales con quien no es
su consorte, sino también con cualquier otra acción que despierte el instinto
sexual hacia tercera persona, y voluntariamente se consienta en el deseo
pasional, aunque no se llegue al acto sexual propiamente dicho: «Quien mira a un mujer con intención deshonesta -
dice Jesucristo- ya ha cometido adulterio en su
corazón»[35] .
Entre
casados es pecado grave desear tener el
acto conyugal fuera del matrimonio, o imaginarse que se hace con quien no es su
consorte.
Pero muchas
cosas que en los solteros son pecado grave, son lícitas a los casados, siempre
que se hagan en orden al acto conyugal, o lo acompañen. El placer venéreo
completo, el orgasmo, buscado directamente, sólo está permitido dentro del
matrimonio, dentro del acto conyugal o enlazado inmediatamente con el mismo, de
suerte que forme parte de las relaciones matrimoniales normales.
Son lícitos
a los esposos los pensamientos, imaginaciones y deseos que tienen por objeto las
relaciones permitidas entre casados[36] .
No es lícito
en el matrimonio ni la masturbación ni la relación
anal.
Podría ser
pecado grave negarse al acto conyugal sin motivo cuando el propio cónyuge lo
pide razonablemente[37] .
El acto
conyugal está permitido en todo tiempo.
Pueden
elegirse los días que se quieran, aunque sean de ayuno o cuaresma. Pero el
marido debe tener consideración con la esposa los días en que ésta se encuentre
indispuesta.
Las
relaciones sexuales en el matrimonio son lícitas en todo momento, pero por
razones de higiene es mejor evitarlas en los días de la
menstruación[38] .
Deben abstenerse, sobre todo, unas semanas después de haber dado a luz. Lo mejor
es esperar alrededor de un mes. Nunca hacerlo antes de los quince días. Pero con
permiso del médico quizás no sea necesario esperar un mes entero. También hay
que abstenerse, por lo menos, el último mes del
embarazo.
Los médicos
desaconsejan el embarazo después de los cuarenta años.
Al hablar
del matrimonio expongo los métodos lícitos del control de la
natalidad.
En general,
hay que recomendar a los casados moderación, porque la mortificación
cristiana
Pero siempre
teniendo ideas muy claras de todo lo que abarca el campo de lo lícito y dónde
empieza el pecado. Si hay dudas, preguntar a un sacerdote. Mientras no haya
pecado, los esposos no deben considerar los actos de su vida matrimonial como un
obstáculo para recibir
El que fue
Premio Nobel de biología, Jérôme
Lejeune, describía así los abusos de la sexualidad: «La
anticoncepción es hacer el amor sin hacer el niño. La fecundación 'in vitro' es
hacer el niño sin hacer el amor. El aborto es deshacer el niño. Y la pornografía
es deshacer el amor»[39]
[1] Sagrada Congregación
para la educación católica: Pautas de educación sexual, nº 18. Revista ECCLESIA,
2155 (24-XII-83)23
[2] Conferencia Episcopal
Española: Ésta es nuestra fe, 2ª, III, 7, 2,
1, b. EDICE. Madrid, 1986.
[3] MANUEL VIERA: Vida sexual y psicología moderna, VI, 1.
Ed. Mensajero. Bilbao.
[4] Diario YA, 16-VIII-83,
pg. 15
[5] Diario YA, 27-VIII-85,
pg. 30
[6] BERNABÉ TIERNO:
Valores humanos, 4º, III, 2.
Ed. Taller de Ediciones. Madrid.
1998.
[7] Sagrada Congregación
para
[8] ANTONIO ROYO MARÍN, O.P:
Teología Moral para
seglares, 1º, 2ª, II, nº 492s.
Ed.BAC.Madrid.
[9] R. SIMÓN: Una educación sexual dinámica, Colofón.
Ed. FAX. Madrid.
[10] EDUARDO ARCUSA,
S.I.: Eternas Preguntas, VIII, 4.
Ed. Balmes. Barcelona.
[11] Evangelio de San
Mateo, 11:28ss
[12] EDUARDO ARCUSA,
S.I.: Eternas preguntas, IV, 2.
Ed. Balmes. Barcelona.
[13] Varios autores:
Sexualidad y vida cristiana, 3ª,
VI. Ed. Sal Terrae. Santander,
1982.
[14] J. R. LEBRATO:
Junto al erotismo, 1ª, II. Ed.
Studium. Madrid, 1974. Breve pero interesantísimo libro en el que se exponen
unas entrevistas sobre la castidad a gran variedad de
personas.
[15] CHARBONNEAU: Noviazgo y felicidad, VI, 3. Ed. Herder.
Barcelona, 1970
[16] MANUEL VIERA: Vida sexual y psicología moderna, VI, 1.
Ed. Mensajero. Bilbao
[17] ROBINSON: Educación sexual y conyugal, 1ª, III, 12.
Ed. Mensajero. Bilbao. Precioso libro que deberían leer todos los jóvenes a
partir de los 18 años. Informa admirablemente de todo lo que deben saber los
jóvenes y los esposos sobre la vida sexual.
[18] Sagrada Congregación
para
[19] Evangelio de San
Mateo, 16:24
[20] Evangelio de San
Mateo, 5:8
[21] SAN PABLO: Primera
Carta a los Tesalonicenses, 4:3
[22] Carta a los Hebreos,
13:4
[23] Nuevo Catecismo de
[24] Dr. JUAN PABLO D’ORS:
Diario YA, 16-I-84, pg. 5
[25] ALBERTO SÁENZ:
El hombre moderno, IX. Ed.
APC. Guadalajara. México.1999.
[26]
[27] BERNABÉ TIERNO, Fichas
58 y 59 de Aprender a Educar. YA Domingo, 17 y 24-III-
1991
[28] Revista ECCLESIA,
nº2303(24-I-87)33
[29]
[30] SAN PABLO: Carta a los
Efesios, 5,32
[31] Diario YA, 10-VI-84,
pg. 6
[32]
[33] JOSÉ LUIS PINILLOS:
Académico y Catedrático, Diario YA, 15-I-89, pg.
14
[34] JOSÉ Mª CONTRERAS:
Pequeños secretos de la vida en común,VI,
11. Ed.Planeta+Testimonio
[35] Evangelio de San
Mateo, 5:28
[36] CAMACHO: Moral íntima de los cónyuges, I, 8. Ed.
Studium. Madrid
[37] ANTONIO ROYO MARÍN,
O.P.: Teología Moral para seglares, 2º, 2ª,
VII, 613. Ed. BAC. Madrid
[38] Dr. J.
DOMÍNGUEZ: Felicidad sexual, V,
7. Ed. Plus Ultra. Nueva York,
1971
[39] ZENIT: Boletín
informativo del Vaticano en INTERNET:
ZE980724-5