67,10. Una
obra de caridad muy actual es la donación de
órganos para trasplantes. «La donación de órganos, después de la
muerte, es un acto noble y meritorio, que debe ser alentado» [105] .
Donar el
cadáver para que otra persona pueda recibir un órgano aprovechable es una obra
de caridad que deberíamos hacer todos.
Gino
Concetti, en el Osservatore Romano, comúnmente conocido
como «el periódico del Papa», 27 de Octubre de 1997, afirma: «la donación
de órganos es sin duda un gesto de caridad heroica –explica el teólogo–. Quien
lo realiza se conforma más íntimamente a Cristo, que dio su vida en rescate por
todos»[106] .
Sería bueno
llevar junto al Documento Nacional de Identidad, un papel firmado donde se haga
donación de todo órgano aprovechable después de nuestra muerte.
Actualmente
se puede solicitar la tarjeta de donante en las Residencias y Ambulatorios de
«Cuando se
trata del trasplante del corazón,
se requiere con absoluta necesidad que la persona cuyo corazón va a ser
trasplantado esté realmente muerta. (...) De lo contrario, los operadores
cometen un homicidio»[107] .
Por eso es
obligatorio legalmente, antes de extraer el órgano al donante, asegurarse de que
está cerebralmente muerto, para lo cual se le hacen tres encefalogramas,
espaciados por seis horas cada uno; y los tres deben estar
planos.
Si la donación es en vida, deben
darse algunas condiciones[108] :
a) que el
donante lo otorgue libre y responsablemente, después de haber sido
suficientemente informado.
b) que las
garantías de éxito sean proporcionales a los inconvenientes para el
donante.
c) que el órgano sea doble o
regenerable: como la sangre.
«Exceptuados
los casos de prescripciones médicas, de orden estrictamente terapéutico, las
amputaciones, mutilaciones o esterilizaciones
directamente voluntarias de personas inocentes son contrarias a la
ley moral»[109] .
67,11.
La Patria debe ser para ti la cosa
más grande después de Dios y de la Religión.
Patria no es
sólo el territorio en el que se ha nacido. Abarca también un entramado de ideas,
historia, tradiciones, costumbres, religión, etc., que identifican la
personalidad de un pueblo.
«Para un
soldado cristiano el morir por la Patria es un acto sublime de caridad. Si
mueres por la Patria en gracia de Dios, tendrás gran mérito y poco
purgatorio»(P. Vilariño,
S.I.).
La Patria
debe ser amada y defendida por los ciudadanos, incluso con la pérdida de la
vida[110] .
«Los que se
dedican al servicio de la Patria en la vida militar, son servidores de la
seguridad y de la libertad de los pueblos»[111] .
«Los poderes
públicos tienen el derecho y el deber de imponer a los ciudadanos las
obligaciones necesarias para la defensa nacional»[112].
«Los poderes
públicos atenderán equitativamente el caso de quienes, por motivos de
conciencia, rehusan el empleo de las armas. Éstos siguen obligados a servir de
otra forma a la comunidad humana»[113] .
El amor a la
Patria es uno de los amores más puros y más dignos que puedes encerrar en tu
pecho. «Cultiven los ciudadanos con magnanimidad y lealtad el amor a la Patria,
pero sin estrechez de espíritu, de suerte que miren siempre también por el bien
de toda la familia humana»[114] .
«El amor a
la Patria es legítimo, como es legítimo el amor al hogar y a la propia madre.
Es, mejor, una exigencia ineludible de todo corazón bien nacido. El que
desprecia a su madre o desprecia a su hogar es un descastado. El que desprecia a
su Patria o la injuria es también un mal nacido. El cristianismo prescribe y
fomenta el amor a la Patria y lo sobrenaturaliza. El amor ordenado a la Patria
es un deber moral para todo cristiano»[115] .
Todos
debemos esforzarnos por el engrandecimiento de la Patria con nuestro servicio,
con nuestra colaboración, con nuestro trabajo y hasta con el sacrificio de la
vida, si esto
Nuestros
deberes para con la Patria son: amarla, defenderla, cumplir sus leyes y
contribuir al bien común[117] .
Debemos
estar orgullosos de nuestra Patria. De sus cualidades y de sus virtudes. Pero
también debemos darnos cuenta de los defectos de nuestra raza, y trabajar para
corregirlos; contribuyendo así a su engrandecimiento.
No debemos
ser fanáticos nacionalistas creyendo que lo nuestro es siempre lo mejor. Pero
tampoco ingenuos admiradores del extranjero, creyéndolo siempre y en todo
superior[118] .
Para un
español católico uno de los mayores valores de nuestra patria es su vinculación
con el catolicismo.
Empezó con
la conversión del rey Recaredo, en
Toledo en el siglo VI.
Durante los
siete siglos de la reconquista, lo que aglutinó a los españoles fue la lucha
contra el Islam.
Lo que
motivó a Isabel la Católica a
colaborar en la empresa del Nuevo Mundo fue la cristianización de aquellos
infieles, como ella dejó escrito en su testamento.
España hizo
un enorme esfuerzo para civilizar Hispanoamérica, mandando allí hombres
excepcionales que hubieran hecho aquí una gran labor.
Según
Pedro Borges, Profesor de
Y Julián Marías, miembro de
También se
levantaron maravillosas catedrales en Santo Domingo, Méjico, Puebla, Oaxaca, La
Habana, Quito, Lima, Arequipa, Cuzco, Santiago, Buenos Aires y muchísimas más.
Pero, sobre
todo, el gran exponente representativo de la conciencia cristiana de los
españoles fue el mestizaje, típico de Hispanoamérica, nacido del convencimiento
de que todos los hombres somos hermanos al ser hijos de Dios[119] .
Gracias a
España la mitad de los católicos del mundo está en
Hispanoamérica.
Lo que
movió, principalmente, a Felipe II
a intervenir en Europa fue la defensa del
catolicismo.
Muchas
ciudades y universidades españolas hacían el voto de defender hasta la muerte
Últimamente
se habla mucho de las dos Españas: la católica y
Hoy se
declara católico el 90% de los españoles[120]
Conocida es
la actitud de los Testigos de
Jehová hacia la Patria y
El saludo a
la bandera es un acto de contenido patriótico, que no tiene nada de
religioso[121] .
Para otros, la bandera no significa
nada.
La bandera
no es un trapo desplegado al viento: es el símbolo de nuestra historia, de
nuestras tradiciones, de nuestras virtudes y de nuestros
ideales.
67,12.
Las leyes civiles, moralmente
justas, ordenadas al bien común, obligan en conciencia. Pero no obliga la ley
injusta que va contra la razón, contra la conciencia o contra
Dios[122] .
«Cuando las
autoridades públicas, excediéndose a sus competencias, oprimen a los ciudadanos,
es lícito, a éstos, defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra el
abuso de esa autoridad, guardando los límites que señala la ley natural y la
evangélica»[123]: «Hay que obedecer a Dios antes que a los
hombres»[124].
Algunos
gobiernos de hoy, con sus leyes, más que defender la moralidad pública y
estimular el comportamiento moral, lo que hacen es autorizar con las leyes los
comportamientos inmorales, por ejemplo, el aborto.
No se
preocupan de lo que se debe hacer, sino de autorizar lo que se hace. Estamos en
una sociedad permisiva.
Por respeto
a la libertad se permite todo, sin preocuparse de orientar la libertad al bien
común[125] .
«El papel de
la ley civil no estriba en la legalización de lo que ocurre en
«El hombre
se realiza en sociedad. Es un ser sociable y social. Dios lo ha hecho así. Por
eso tienen que darse normas y haber autoridades al servicio del funcionamiento
de las sociedades... La autoridad es, por consiguiente, un servicio para la
comunidad, no un privilegio para el que
«Dios ha
querido que los hombres vivamos en sociedad. La organización social facilita el
desarrollo del hombre. En toda sociedad hay autoridades que dan leyes, y hacen
que estas leyes sean cumplidas. Todos los ciudadanos tienen el derecho y el
deber de elegir por votación a los gobernantes que consideren más capacitados
para conseguir el bien de
«Los que
ejercen una autoridad, deben ejercerla como un servicio»[129] .
«El
ejercicio de los derechos políticos está destinado al bien común de la nación y
de toda la comunidad humana»[130] .
«Los
católicos, peritos en asuntos públicos, y firmes, como es debido, en la fe y en
la doctrina cristiana, no rehúsen desempeñar cargos públicos, ya que por ellos,
bien administrados, pueden procurar el bien común y preparar el camino del
Evangelio»[131] .
El 28 de
septiembre de 1989
En él se
advierte el deber moral de votar para colaborar al bien común, y añadían que el
voto hay que darlo con responsabilidad, apoyando al partido que mejor defienda
el tipo de sociedad que esté de acuerdo con los valores de la propia
conciencia.
D.
En febrero
de 1977
En cuanto a
los sacerdotes y religiosos dice que, como cualquier ciudadano, tienen derecho a
asumir sus propias opciones políticas; pero no deben asumir funciones de
militancia activa ni de liderazgo en los partidos políticos.
Si en
circunstancias concretas y excepcionales el bien de la comunidad exige tales
compromisos, se ha de obtener previamente el consentimiento del Obispo,
consultado el Consejo Presbiteral y, si el caso lo requiere, también la
Conferencia Episcopal[133] .
«El
pensamiento religioso y el pensamiento político-económico parecen moverse en dos
planos distintos.
»Daniel
Villey ha escrito: “El Catolicismo no es
una doctrina económica: es una religión.
»Un católico
es un hombre que reza sus oraciones, que confiesa sus pecados ante un sacerdote
para que éste se los perdone en nombre de Dios, que recibe la Eucaristía, que
cree que el Espíritu Santo está presente en
»El
contenido del mensaje cristiano es la salvación de las almas, no la organización
de las sociedades”.
»Pero, por
otra parte, (...) hace unos años un prelado francés decía: “Transmitir
el mensaje evangélico al mundo
actual implica que la iglesia tome partido sobre problemas temporales”. (...)
»A través de
la Historia, muchos eclesiásticos y pensadores cristianos han intervenido en
política, y el resultado, en conjunto, ha sido bueno.
»No todas
sus actuaciones han sido acertadas, se han equivocado, a veces, en estos
problemas complicados y opinables, como se equivocan también en ellos los no
cristianos. (...)
»Es cierto
que del Evangelio se desprenden normas que han de influir en toda la conducta
del hombre. La vida política, económica y social de los pueblos cristianos será
distinta de la de los pueblos a los que no llegó la influencia del
cristianismo»[134].
«
»Esta
obligación será más o menos grave según la situación y la inteligencia de cada
uno.
»Para el
hombre moderno que haya alcanzado cierto desarrollo intelectual, esta obligación
incluirá, probablemente, la de escoger un determinado sistema político,
económico y social, y propugnarlo. (...)
»El mejor
sistema económico será el que asegure a los hombres el mayor bienestar material
y la mayor libertad.
»Es decir,
el que determine la mayor producción de bienes, la distribución menos desigual
de los mismos, y la menor coerción de las autoridades sobre las ideas y las
actividades de los ciudadanos»[135].
Pero lo más
importante es la ideología.
Por eso
Monseñor Gea Escolano, Obispo de
Mondoñedo-El Ferrol, en una carta dirigida a sus diocesanos, con motivo de las
elecciones, les decía que es natural que un católico no apoye a un partido que
atenta contra la doctrina católica.
«La Iglesia
recuerda que el aborto debe condicionar el voto de los católicos. (...) Aunque
ningún partido político de los que concurren a las elecciones lleva un programa
claro para proteger la vida humana (...), el católico debe votar a aquellos que
ofrecen más posibilidades de no hacer más mal»[136].
«La fe debe
iluminar con su luz la política, como actividad de los hombres; lo cual no
quiere decir que la Iglesia, como comunidad de fe, deba ACTUAR EN POLÍTICA, SINO
QUE CON SU MAGISTERIO doctrinal, a la luz de la fe, ha de iluminar las actitudes
políticas y decir cuáles son o no conformes con la doctrina de la
fe»[137] .
La Iglesia
es por naturaleza apolítica.
Pero tanto
la Iglesia como el Estado deben buscar el bien integral de los individuos.
Cada cual en
su esfera.
Si esto se
hace correctamente, no tiene que haber conflictos.
Si el Estado
no respeta los bienes espirituales de la persona humana, la Iglesia tiene
obligación de denunciarlo.
«La religión
no se puede separar de la política, porque si la política es el arte de bien
gobernar, la religión no puede desentenderse de ese gobierno del cual depende la
prosperidad material y religiosa. (...) En este sentido, la política no es sólo
un derecho, sino un deber inalienable de la Iglesia y de todos los ciudadanos,
que están obligados a procurar el bien común de la sociedad»[138] .
La Iglesia
quiere que los seglares católicos estén presentes en la vida política para
ofrecer a la sociedad los valores cristianos que la hagan más humana, justa y
solidaria.
Una
sociedad que vive de espaldas a Dios, se vuelve contra el hombre[139].
«La Iglesia
alaba y tiene como digna de consideración la obra de aquellos que para servicio
de los hombres se consagran al bien del Estado, y aceptan las cargas de este
deber[140]
«Sólo el
abandono de los deberes ciudadanos explica que pueblos eminentemente católicos
estén dominados por un puñado de hombres anticatólicos»[141] .
«El
cristiano no debe someter su conciencia a las imposiciones del partido en que
milite»[142] .
«Los
cristianos al ejercer el derecho del voto tienen obligación de elegir aquellos
partidos y aquellas personas que ofrezcan más garantías de favorecer realmente
el bien común considerado en toda su integridad...
»El bien
común no puede reducirse a los aspectos materiales de la vida, con ser éstos de
primera importancia.
»La
concepción cristiana del bien común incluye también otros aspectos culturales y
morales»[143] .
«Es
gravísimo deber de los católicos votar a los candidatos que ofrezcan mayores
garantías sobre la defensa de los derechos de Dios y de la Iglesia, y cometerían
fácilmente pecado mortal votando a los indignos, o absteniéndose de votar, con
peligro de contribuir al triunfo de los candidatos
anticatólicos»[144] .
El 29 de
mayo de 1986
»La gestión
política y económica de la sociedad no entra directamente en su misión.
»Pero el
Señor Jesús le ha confiado la
palabra de la verdad capaz de iluminar las conciencias (nº 61).
»La misión
esencial de la Iglesia, siguiendo
»En esta
misión la Iglesia enseña el camino que el hombre debe seguir en este mundo para
entrar en el Reino de Dios. Su doctrina abarca todo el orden moral...
»La Iglesia
quiere el bien del hombre en todas sus dimensiones: en primer lugar como miembro
de la Ciudad de Dios, y luego como miembro de la ciudad terrena (nº 63).
»La Iglesia
no se aparta de su misión cuando se pronuncia sobre la promoción de la justicia
en las necesidades humanas. Sin embargo procura que su misión no se reduzca a
ella (nº 64).
»La Iglesia
es fiel a su misión cuando se opone a los intentos de instaurar una forma de
vida social de
[105] Nuevo Catecismo de
[106] ZENIT, Boletín informativo
del Vaticano en INTERNET: ZE971027-6.
[107]
[108] Nuevo Catecismo de
[109] Nuevo Catecismo de
[110] DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº 1936a.
Ed. Herder. Barcelona
[111] Nuevo Catecismo de
[112]
Nuevo Catecismo de
[113] Nuevo Catecismo de
[114] Concilio Vaticano
II:Gaudium et Spes:
Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual, nº
75
[115]
[116] Sobre deberes de los
ciudadanos para con la Patria, merece leerse lo que dice el P. Royo, O.P. en
su Teología Moral para Seglares, tomo 1º,
nn. 860-70
[117] Catecismo: Texto
Nacional, Tercer Grado, nº 250. Madrid
[118] EUSTAQUIO GUERRERO,
S.I.: Revista Razón y Fe, 163(II-61)183
[119] JULIÁN MARÍAS:
sobre el cristianismo, III, 5.
Ed. Planeta-Testimonio. Barcelona.
1997.
[120] Diario EL PAÍS,
3-VIII-97, pg.10
[121] JUAN ANTONIO MONROY:
Apuntando a la torre, XIII. Ed.
Irmayol. Apartado 2001, Madrid. Este libro refuta muy bien los errores de los
Testigos de Jehová, y puede servir para que ellos se den cuenta de lo
disparatada que es su doctrina.
[122] Nuevo Catecismo de
[123] DOMÈNEC MELÉ: Cristianos en la sociedad, IX, 8.
Ed. Rialp. Madrid. 1999.
[124] Hechos de los
Apóstoles, 5:29
[125] Revista ROCA VIVA, 336
(VIII,IX-1996) 339
[126] DOMÈNEC MELÉ: Cristianos en la sociedad, IX,7.
Ed. Rialp. Madrid. 1999.
[127] BALDOMERO JIMÉNEZ
DUQUE: Volver a lo esencial, XXV,
2. Ed. Tau. Ávila, 1985.
[128] Conferencia Episcopal
Española: Ésta es nuestra fe, 2ª, III, 7,
[129] Nuevo Catecismo de
[130] Nuevo Catecismo de
[131] Concilio Vaticano II:
Apostolicam Actuositatem, nº
14.
[132] Revista
ECCLESIA, 2246(23-XI-1985)16
[133] Diario YA, 3-II-77,
pg. 24
[134] LUCAS BELTRÁN:
Cristianismo y economía de mercado, I.
Ed. Unión Editorial. Madrid.
1986.
[135] LUCAS BELTRÁN:
Cristianismo y economía de mercado,
II. Ed. Unión Editorial. Madrid.
1986.
[136] Diario LA RAZÓN,
4-II-2000, pg. 23.
[137]
[138] ÁNGEL AYALA,S.I.:
Formación de selectos, XXIV, 1, 1º.
Ed. Atenas. Madrid.
[139] BARTOLOMÉ SORGE, S.I.:
La propuesta social de la Iglesia,
3ª,XII,1. Ed. BAC. Madrid
1999.
[140] Concilio Vaticano II:
Gaudium et spes, nº
75.
[141] ÁNGEL AYALA, S.I.:
Formación de selectos, XXIV, 4.
Ed. Atenas. Madrid.
[142] Conferencia Episcopal
Española: Los católicos en la vida pública,
nº 74. Ed. PPC. Madrid, 1986.
[143] Conferencia Episcopal
Española:Los cristianos en la vida pública,
nn. 118-120. Ed. PPC. Madrid
[144] ANTONIO ROYO
MARÍN,O.P.: Teología Moral para seglares,
1º, 2ª, III,
nº869,3º.Ed.BAC.Madrid
[145] Revista SILLAR,
2(VI-81)104
[146] Acta Apostolicae Sedis
del 2-VII-49. Pg. 334
[147] L’Osservatore Romano
del 15-XII-75
[148] L’Osservatore Romano del
29-X-75
[149] Sputnik ateísta,
pg.179. Moscú. 1961.
[150] FRANCISCO SKODA:
L’Osservatore Romano del 10-X-80, pg. 7
[151] BARTOLOMÉ SORGE,
S.I.: La opción política del cristiano,
X. Ed. BAC Popular, nº 3. Madrid
[152] Diario EL PAÍS
del 27-X-77, pg. 7
[153] PABLO VI: Octogessima adveniens, nº 26 y
31
[154] ENRIQUE TIERNO GALVÁN:
¿Qué es ser agnóstico?, Pg. 95.
Madrid. 1986.
[155] DOMÈNEC MELÉ: Cristianos en la sociedad, I,7,b.
Ed. Rialp. Madrid. 1999.
[156] JOSÉ LUIS IDÍGORAS,
S.I.: Balance de la Teología de
[157] Sagrada Congregación
de la Doctrina de la Fe: Libertatis nuntius,
Introducción
[158] JOSÉ RATZINGER:
La sal de la Tierra, II,2.
Ed. Palabra. Madrid.1997.
[159] ZENIT, Boletín
informativo del Vaticano en INTERNET:
ZE980522-1
[160] Diario YA, 17-VII-91,
pg.52
[161] ISABEL VIDAL: Revista
ARBIL en INTERNET.
http://www.ctv.es/USERS/mmori
[162] Revista ROCA VIVA:338
(XI-96) 479s
[163]
[164] Diario LA RAZÓN,
13-XI-2002, pg.33
[165] VICENTE
CÁRCEL:La gran persecución. Historia de cómo
intentaron aniquilar a la Iglesia católica en España los socialistas, comunistas
y masones, X. Ed. Planeta+Testimonio.
Barcelona..
[166] L'OSSERVATORE ROMANO:
del 23-II-1985, pg.1
[167] ACTA APOSTOLICAE
SEDIS, 76 (1984) 300
[168] ZENIT, SEMANA
INTERNACIONAL: Boletín informativo del Vaticano en INTERNET del
26-VI-99.
[169] Diario LA RAZÓN,
8-V-2002, pg.34
[170] PAUL PAUPARD: Diccionario de las religiones.
Ed. Herder. Barcelona 1987, pp.
1546-1547
[171] Nuevo Catecismo de
[172] BRUNO BISIO: Los efectos de las drogas, II. Ed.
Mensajero. Bilbao, 1969
[173] Diario YA, 31-III-84,
pg. 33
[174] Diario YA, 6-VIII-88,
pg. 12
[175] Diario YA, 15-III-92,
pg. 29
[176] Dr. R. ALCALÁ
SANTAELLA: Diario YA Dominical, 2-IV-78, pg.
27
[177] Revista IBÉRICA de
Actualidad Científica, 127(I-73)44
[178] Entrevista por Radio
Nacional de España, 12-I-
[179] JUAN ANTONIO
VALLEJO-NÁJERA: La Puerta de la Esperanza,
X. Ed. Planeta.
Barcelona
[180] Dr. LUIS
RIESGO: Diario de Cádiz, 11-XII-91, pg. 34
[181]
[182] Nuevo Catecismo de
[183] Nuevo Catecismo de
[184] Evangelio
de San Mateo,
18:6
[185] ANTONIO
ROYO MARÍN, O.P.: Teología Moral para
seglares, 1º, 2ª, III, nº 549. Ed. BAC.
Madrid