REDENCIÓN
33.-
DIOS SE HIZO HOMBRE PARA REDIMIRNOS
DEL PECADO Y DARNOS
33,1.
Redimir del pecado es rescatar a precio. Desde el pecado original que cometieron
Adán y Eva[1] , las
puertas del cielo estaban cerradas y nadie podía entrar allí. Por los méritos de
la Redención de Jesucristo se nos
perdonan todos nuestros pecados y se nos abren las puertas del cielo.
La Biblia de
la BAC del P. Manuel Iglesias,
S.I. explica la frase de San Pedro (1ª 3:19) «fue a predicar a los
espíritus encadenados» como el descenso de Cristo a la región de los muertos del
Antiguo Testamento para comunicarles la buena noticia de la
Redención.
Dios envió a
su Hijo para redimir a los hombres[2] : «Habéis sido rescatados..., con la preciosa sangre de
Cristo»[3]. «Habéis sido comprados a gran
precio»[4] . «Él
salvará a su pueblo de sus pecados»[5].
«Jesucristo se dio a sí mismo como rescate para
todos»[6]. «El Hijo del Hombre vino a dar su vida para redención
de todos»[7] . «Cristo murió por
nosotros»[8] .
San Pablo atribuye a la muerte de
Cristo la reconciliación de los pecadores con Dios[9].
Cristo murió por
todos[10] .
«El Padre envió a su Hijo para ser Salvador
del mundo»[11] .
Y San Pedro dice que Jesús es «el único Salvador del
mundo»[12] .
«Muchos» en
la Biblia significa «todos»[13] .
Dios ha
muerto por todos, pero para que la redención se aplique a cada hombre depende de
que él quiera aprovecharse de ella[14] . Dijo
San Agustín: «Dios que te ha
creado sin ti, no te salvará sin ti».
La
redenciópn es para todos. Pero cada uno debe poner de su parte. «Si nosotros no
recibimos la vida sobrenatural, o si habiéndola recibido la perdemos, y morimos
sin ella, no nos salvaremos»[15] .
Pero para
salvarnos hace falta creer en las verdades reveladas por Dios y hacer buenas
obras: «El que creyere, se salvará; y el que
no creyere, será condenado»[16] ,
«Si quieres entrar en la vida eterna, guarda
los mandamientos»[17] .
33,2. Iba el
filósofo franciscano irlandés Duns
Scoto paseando por un camino y se encontró con un labrador que,
sudoroso, hundía la reja del arado en la tierra dura. Empiezan a hablar de Dios.
A las pocas palabras el labriego le interrumpe:
- ¿Me
permite hacerle una pregunta?
- Vamos a
ver.
- Dios lo
sabe todo. Dios es infalible. No se puede equivocar.
En este
instante Dios sabe si me voy a salvar o si me voy a condenar.
Ahora bien,
si Dios sabe que me voy a salvar, por más que peque, me salvaré; en cambio, si
Dios sabe que me voy a condenar, por más que me esfuerce, me condenaré. Por
tanto, ¿para qué me voy a preocupar de hacer buenas
obras?
- Dios
conoce si te salvarás o condenarás, del mismo modo que conoce si este año
recogerás una cosecha espléndida o lo perderás todo en una helada.
Según tu
razonamiento, como Dios ya sabe lo que ocurrirá con tu cosecha, y Dios no se
puede equivocar, es inútil que te esfuerces en arar y sembrar
Y abriendo
su libro de rezos, siguió su paseo por el camino adelante.
El labriego
se quedó sin saber qué decir.
A pesar de
la ciencia infalible de Dios, si él no sembraba, era cierto
que no re-cogería cosecha.
Y es que el
recoger o no recoger cosecha, el que yo me salve o me condene, no ocurre porque
Dios ya lo sabe; sino que Dios ya lo sabe desde ahora porque, de hecho, ocurrirá
después.
Si tú dejas
caer una piedra desde tu ventana, antes de que llegue al suelo, sabes que dará
un golpe.
Efectivamente, a los pocos segundos
oyes el golpe.
Pero el
golpe no ocurrió porque tú lo sabías, sino que tú lo sabías porque de hecho iba
a ocurrir necesariamente.
La
diferencia está en que nosotros sólo podemos conocer el futuro cuando éste
depende de las leyes físicas necesarias, en cambio, Dios conoce también el
futuro de los seres libres; pues por Él no pasa el tiempo.
Dios conoce
ya la película de tu vida, y sabe cómo va a terminar.
Pero la
película la haces tú, libre y voluntariamente.
Saldrá lo
que tú quieras.
Si yo veo
grabado en vídeo un partido de fútbol, al que he asistido personalmente, sé de
antemano el resultado, pero no por eso soy responsable de
El que se
condena es porque no ha querido cooperar a las gracias que Dios le ha dado:
«os he llamado y no me habéis
escuchado»[18] ;
«tú eres culpable de tu
perdición»[19] .
33,3.
Preguntaron a un niño en la escuela:
- ¿Quién
creó los demonios?
Respondió:
- Dios los
hizo ángeles; pero ellos se hicieron demonios.
Bien
respondido. Lo mismo ocurre con nosotros.
Dios nos
crea para el cielo; pero nosotros nos hacemos merecedores del infierno, si
morimos en pecado.
Dios no te
condena. Eres tú quien te condenas por no cumplir.
Lo mismo que
no es correcto decir que el profesor suspende. Es el alumno el que se suspende
al responder mal.
El profesor
justo lo único que hace es declarar que el alumno está mal preparado.
Lo mismo
Dios. Él te crea para que te salves, desea que te salves; pero si no cumples,
tendrá que declarar que no eres apto para la salvación, sino para el
infierno.
34.-
JESUCRISTO NOS REDIMIÓ OFRECIENDO EL
SACRIFICIO DE SU VIDA EN LA CRUZ, para perdonarnos nuestros pecados y
devolvernos la gracia y amistad de Dios.
34,1. La
muerte de Jesucristo clavado en la
cruz es el hecho más grande que ha visto la historia.
Para la
reparación del género humano, en plan de justicia estricta y perfecta
(condigna), fue absolutamente necesario la Encarnación y Redención de
Cristo[20] .
La ofensa
aumenta con la dignidad del ofendido.
Al ser el
pecado ofensa a un Dios infinito, su malicia es infinita.
No podía
reparase por un mero hombre.
Por eso Dios
se hizo hombre para ser Hombre-Dios y así reparar la ofensa del
hombre[21] .
Las obras
que hizo Jesucristo como hombre
las asumió su persona divina, por lo tanto son de valor infinito[22] .
«Jesús es Dios y hombre. En cuanto Dios,
todas sus acciones, incluso las acciones humanas más pequeñas, tienen un valor
infinito. En cuanto hombre, hecho hermano nuestro y cabeza de la humanidad,
puede ofrecer a Dios en nuestro nombre y en nuestro favor todo cuanto hace. De
ahí que ofrezca su obediencia hasta la muerte de cruz como reparación de nuestra
desobediencia.
Y al hacer
esto, Él mismo se convierte en reconciliación entre el Dios ofendido por la
soberbia humana, y los hombres que son los ofensores. Por eso es su sangre
derramada en la cruz la que pacifica todas las cosas»[23] .
«Por la
humanidad de Jesucristo entra la
Persona del Verbo en solidaridad con el género humano. Formamos con Él un todo.
Él es uno de nosotros. Así puede verificarse la Redención satisfactoria.
Nosotros ofendimos a Dios, y Él paga por todos. (...) Cristo es un eslabón que une lo sumo con lo
ínfimo. Levanta la humanidad a las alturas de la divinidad y como que inclina la
divinidad a nuestro barro»[24] .
Dice
San Gregorio el Magno: «El haberse
abajado Dios hasta la humanidad sirve para elevar al hombre hasta la
divinidad»[25] .
La gran prueba de
la divinidad de Cristo es la
resurrección, y para esto primero tenía que morir[26] . Pero la
muerte en cruz fue para demostrar su amor a nosotros.
Dios pudo
haber mandado al infierno a todos los hombres que hubieran pecado mortalmente;
pero -por el mucho amor que nos tiene- no hizo eso, sino que, al contrario,
quiso hacerse hombre para redimirnos. Y aunque hubiera bastado para esto una
sola lágrima de sus ojos o una palabra de sus labios[27] ,
quiso sufrir tormentos tan espantosos y muerte tan cruel, para que veamos el
valor de nuestra alma y tengamos horror al pecado, para darnos prueba de su amor
a nosotros, y para servirnos de ejemplo en nuestros trabajos y
penalidades.
Al Marqués de Comillas, que va camino de los
altares por las muchas buenas obras que hizo al disponer de una gran
fortuna, se le atribuyen estos
versos:
Sufre, pues por ti
sufrí.
Y cuanto adverso te
viene,
sabe que así te
conviene;
pues todo nace de mí.
Mi bondad me puso aquí.
Tu ingratitud me clavó.
Nadie como yo sufrió.
Y pues todo es por tu
bien,
bebe una gota, por
quien
un cáliz por ti
bebió[28] .
34,2.
Jesús quiere que correspondamos al
amor que nos tiene. Por eso, en muchas de sus imágenes, nos enseña su corazón,
pidiendo que nosotros le amemos también a Él y le consagremos y le dediquemos
todos los actos de nuestra vida, principalmente los que más nos cuestan. El
dolor y el sufrimiento son un tesoro, si se saben aprovechar para la otra vida
ofreciéndolos a Dios.
La vida
cristiana, aun en sus más mínimas acciones, posee una riqueza de valor
inapreciable, debido a la unión de todo bautizado con Cristo, de cuya misión y méritos redentores
participa.
Todo ese
valor y precio puede ofrecerse
El Apostolado de
la Oración, es una Obra de la Iglesia que
asocia a treinta y siete millones de personas, unidas en Cristo, para vivir los grandes intereses de
su Reino, mediante el sincero ofrecimiento del valor redentor de todas sus
acciones, sufrimientos, alegrías y oraciones.
La Dirección
en España del Apostolado de la Oración está en Núñez de Balboa 115, 1º E.
Madrid-28006, Telf.: 91 562 80 49. FAX: 91 562 17
85
Hay que
santificar el trabajo. Hacer las
cosas lo mejor que podamos, por amor de Dios.
El seglar no
puede santificarse a base de largos rezos y tremendas penitencias. Algo debe
rezar siempre, pero no podrá rezar mucho. Algo tendrá que sacrificarse siempre,
aparte de los muchos sacrificios que la vida trae consigo.
Pero lo
constante, lo que será de todos los días, y de todos los momentos de cada día,
es hacer bien lo que se está haciendo; y eso para complacer a Dios, cumpliendo
su santa voluntad. En esto ha de buscar el seglar su auténtica
santidad[29] .
Para
facilitarte el ofrecimiento de tus obras, te pongo en los Apéndices el
Ofrecimiento de Obras del Apostolado de la Oración, que te recomiendo reces
todos los días.
Este
ofrecerte a ti mismo a Jesucristo,
y contigo todas tus cosas, en correspondencia a su Amor Infinito y en reparación
de los pecados y ofensas que continuamente recibe, se llama culto al Sagrado Corazón de Jesús.
Este culto,
que lleva consigo la veneración de la imagen del Corazón Herido por la lanza del
soldado, es un verdadero compendio de nuestra Santa Religión y el mejor modo de
vivir nuestra fe, porque nos brinda la manera práctica de entregarnos a Cristo y al prójimo, amándolos de verdad y
reparando los pecados.
La
religiosidad popular, hoy revaluada, con su sentido concreto y sensible,
encuentra en el corazón de Cristo
el camino más fácil de llegar al amor de Dios.
La devoción
al Sagrado Corazón no es una devoción más. Es la respuesta a Cristo porque me ama. Es toda una
espiritualidad.
Tenemos que
caer en la cuenta del amor enorme que nos tiene Dios. Por eso se hizo hombre, y
murió por salvarnos. Por eso después de esta vida nos prepara otra maravillosa.
Y ese amor lo simboliza en su Corazón.
¡Dios nos
quiere como el mejor Padre! Sólo el cristiano llama Padre a
Dios.
Veamos el
amor de Dios en todas las circunstancias que nos rodean: buenas o malas.
Confiemos plenamente en ese inmenso amor de nuestro Padre: «Corazón de Jesús, en Ti confío, porque creo que me
amas»[30] .
Es muy
consolador saber que Dios no me ama por mis méritos. Aunque es cierto que «obras
son amores y no buenas razones», Dios lo que más desea es un corazón humilde,
contrito y amante.
34,3. La
devoción al Sagrado Corazón de
Jesús, nos consigue grandes beneficios por Él prometidos; sobre todo
nuestra salvación eterna, si comulgamos nueve Primeros Viernes de mes seguidos,
como Él mismo prometió
El Papa Juan
Pablo II, el 5 de Octubre de 1986, dijo en
Paray le Monial que se siga difundiendo la práctica de los Nueve Primeros Viernes de mes, y que se
ayude a los fieles a la participación en los sacramentos[31] .
La razón de
la devoción de los Nueve Primeros Viernes de mes, podría ser que Cristo murió un Primer Viernes de
abril[32] , y
estuvo nueve meses en el seno de María.
Se conmemoran así dos grandes hechos de la Redención: la Encarnación
y la Muerte.
Es evidente
que quien hace los Primeros Viernes y después, fiado de esta promesa, se dedica
a pecar a sus anchas, se está burlando del Corazón de Jesús; y no parece éste el mejor camino para
alcanzar el cumplimiento de
Si alguien
comulgase presuntuosamente, es decir, sin propósito de enmienda, pensando pecar
después, está claro que su comunión sería sacrílega, no válida, y no ganaría la
promesa.
La promesa
del Corazón de Jesús no es un
seguro de salvación para los que quieran llevar una vida de pecado. El Concilio
de Trento condena -y es de fe- a los que presumen de tener seguridad absoluta de
salvarse. A no ser que hayan tenido revelación especial de ello[34] .
No podemos
tener una certeza infalible y de fe, pero sí podemos tener una certeza moral;
pues nadie pierde la gracia si no peca mortalmente, y nadie peca mortalmente si
no es responsable de lo que hace.
Lo que
ocurre es que hay hechos de los que no somos responsables, pero sí somos
responsables de las causas remotas: hoy no vemos, porque la vista la perdimos
poco a poco voluntariamente, y por lo tanto responsablemente.
También
puede ocurrir que el acto lo cometí libre y voluntariamente, y después me olvido
del grado de voluntariedad que tuve.
Por eso es
conveniente terminar las confesiones diciendo:«Me arrepiento además de todos los
pecados de mi vida pasada y de aquellos de los que me haya
olvidado».
Hay que
tener en cuenta que la promesa del Corazón de
Jesús sólo sirve para los que quieran salvarse; pues esta promesa no
aniquila nuestra libertad.
Quien se
empeñe en ir por el camino del infierno, y no quiera rectificar, se condenará
aunque haya hecho los Primeros Viernes.
Pero a quien
los ha hecho bien, y tiene voluntad de ir por el camino de salvación, aunque
tenga caídas por fragilidad, hay muy sólidos fundamentos para creer que Dios se
encargará de protegerle con una Providencia especial para que muera en estado de
gracia.
Deberías
tener en tu casa una imagen, cuadro o placa del
Sagrado Corazón, pues Él también ha prometido que bendecirá las casas en
las que su imagen esté expuesta y sea honrada.
Harías bien
en consagrar tu casa al Sagrado Corazón. En los Apéndices te pongo una fórmula
para que puedas hacerlo estando la familia reunida.
35.- JESUCRISTO
DESPUÉS DE SU MUERTE RESUCITÓ Y SE FUE AL CIELO.
35,1.
Jesucristo, después de ser
crucificado, estuvo muerto y enterrado, y al tercer día[35] resucitó juntando su cuerpo y
su alma gloriosos para nunca más morir[36] .
Por tanto,
Jesucristo está ahora en el cielo
en cuerpo y alma.
La
resurrección de Cristo es dogma de fe. Está definido en el IV
Concilio de Letrán (1215): «Creemos y confesamos que Jesucristo resucitó de entre los muertos y
subió al cielo en cuerpo y alma»[37].
La
resurrección de Cristo es «el
dogma fundamental del cristianismo»[38] .
La expresión
del Credo: «subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre» significa que
tiene el mismo poder de Dios-Padre.
«La
expresión de San Mateo atribuye
a Jesús sepultado una duración de
“tres días y tres noches”[39] . Pero
tal expresión venía a ser idéntica a la duración hasta el tercer día, al
juzgarse el día como una unidad de día-noche. El decir “tres días y tres noches”
es un modismo equivalente a “al tercer día”»[40] .
Jesucristo
murió un viernes por la tarde
y resucitó un domingo por la mañana: es decir que estuvo en el sepulcro un día
entero y dos medios días. Pero para el modo de hablar hebreo esto equivale a
tres días[41] , o lo que
es lo mismo,«al tercer día». Dijo San
Pedro: «resucitó al tercer
día»[42] .
Antes de
morir Jesús había profetizado
varias veces su resurrección[43] . Por
lo tanto, al resucitar por su propio poder, demostraba nuevamente, y con la
prueba más convincente, que era Dios.
Dice
San Mateo, que los fariseos
mandaron a sus soldados que habían estado guardando la tumba, que dijeran: «Sus
discípulos vinieron de noche estando nosotros dormidos y lo
robaron»[44] .
San Agustín dio a esto una
respuesta definitiva: «Si estaban durmiendo, no pudieron ver nada. Y si no
vieron nada, ¿cómo pueden ser testigos?»[45] .
Los teólogos
modernos buscan diversas explicaciones al hecho de la resurrección de Cristo. Pero cualquiera que sea la
interpretación debe incluir la revivificación del cuerpo, si no se quiere hundir
la teología de la resurrección[46] .
Para el
protestante Bultmann, la
resurrección de Cristo es un
mito[47]. . Pero
para el Nuevo Catecismo de
Algunos
dicen que la resurrección de Cristo no es un hecho histórico, pues no
hay testigos. Este modo de hablar es ambiguo y puede confundir; pues «no
histórico» puede confundirse con «no real». Por eso no debe emplearse, como
recomienda el padre José Caba,
S.I., Catedrático de
«Aunque no
haya habido propiamente ningún testigo del hecho de la resurrección, en cuanto
tal, es histórica en razón de las huellas dejadas en nuestro mundo y de las que
dan testimonio los Apóstoles»[50] .
Si aparece
un coche en el fondo de un barranco y está destrozado el pretil de la curva que
hay en ese sitio, no necesito haber visto el accidente, para comprender lo que
ha pasado.
De la misma
manera puedo conocer la resurrección de Jesucristo.
Para otros
sí se puede considerar como hecho histórico, pues puede localizarse en
el.espacio y en el tiempo; y según Pannemberg es histórico todo suceso que
puede ser colocado en unas coordenadas de espacio y tiempo[51].
«Con otras
palabras: es histórico todo lo que ha sucedido en un determinado momento y en un
determinado sitio»[52] .
Por eso para
el P.Ignacio de La Potterie, S.I.,
que es uno de los mejores especialistas en el mundo del Evangelio de
San Juan, la resurrección de
Cristo tuvo una realidad física,
histórica[53] Dice
Max Meinertz: «La resurrección
entra en el campo de la realidad histórica»[54] .
La
resurrección de Cristo
Y lo
atestigua San Pedro: «De Jesús
resucitado todos nosotros somos testigos»[56] .
San
Lucas lo afirma enfáticamente: «El Señor ha resucitado
verdaderamente»[57]
35,2.
Cristo estaba muerto en la
cruz[58] .
Por eso los
verdugos no le partieron las piernas como solían hacer para rematar a los
crucificados.
Si no
hubiera estado muerto, le hubiera matado la lanzada que le abrió la aurícula
derecha del corazón.
La cantidad
de sangre que salió después de la lanzada, según el relato de San Juan, que estaba allí presente, dicen
los médicos, sólo se explica porque la lanza perforó la aurícula derecha que en
los cadáveres está llena de sangre líquida[59] .
Al tercer día el
sepulcro estaba vacío: no estaba el cuerpo de Cristo.
La fe en la
resurrección de Jesucristo parte
del sepulcro vacío. Oscar
Cullmann, protestante, de la Universidad de Basilea, dice: «la tumba
vacía seguirá siendo un acontecimiento histórico»[60] .
Los
Apóstoles «no habrían creído en la resurrección de Jesús de haber encontrado su cadáver en el
sepulcro»[61] . Los
cuatro evangelistas relacionan el sepulcro vacío con la resurrección de Cristo.
a) San Mateo: «No está aquí, pues ha resucitado»
[62] .
b) San Marcos: «Ha resucitado, no está
aquí»[63] .
c) San Lucas: «No está aquí, sino que ha
resucitado»[64] .
d) San Juan al ver la tumba vacía y la
disposición de los lienzos «vio y
creyó»[65] que
había resucitado; pues si alguien hubiera robado el cadáver, no hubiera dejado
los lienzos tan bien puestecitos.
San Juan
vio la sábana, que había cubierto el
cadáver de Jesús, yaciendo en el
suelo, y doblado aparte el sudario que había estado sobre su cabeza.
Según los
especialistas[66] la
palabra ozonia usada por San Juan debe traducirse por «lienzos» y no
por «vendas» como hacen algunos equivocadamente. Es verdad que las vendas son
lienzos, pero no todos los lienzos son vendas.
El sepulcro
vacío sólo tiene dos explicaciones. O alguien se llevó el cadáver o Cristo resucitó.
El cadáver
no lo robaron los enemigos de Cristo, pues al correrse la noticia de la
resurrección la mejor manera de refutarla hubiera sido enseñar el cadáver. Si no
lo hicieron, es porque no lo tenían[67] .
Tampoco lo
tenían sus amigos, pues los Apóstoles murieron por su fe en Cristo resucitado, y nadie da la vida por
lo que sabe es una patraña.
Se puede dar
la vida por un ideal equivocado, pero no por defender lo que se sabe que es
mentira. Dice Pascal: «Creo de
buena gana las historias cuyos testigos se dejan matar para
defenderlas»[68] .
Es evidente
que los Apóstoles no escondieron el cadáver.
Luego si
Cristo estaba muerto, y el
sepulcro estaba vacío, y nadie robó el cadáver, sólo queda una explicación:
Cristo resucitó[69] .
San Pablo
nos habla también de la resurrección
de Cristo en
Una
confirmación de la resurrección de Cristo es
Sobre
La resurrección
de Jesucristo es totalmente distinta de la
resurrección de Lázaro o de la del
hijo de la viuda de Naín: éstos resucitaron para volver a morir, pero Cristo resucita para nunca más
morir[73] .
«Cristo
resucitado de entre los
muertos, ya no vuelve a morir»[74] .
La
resurrección de Cristo no fue una
reviviscencia para volver a morir, como le pasó a Lázaro; tampoco fue una
reencarnación, propia del budismo y del hinduismo; menos aún fue el mero
recuerdo de Jesús en el ánimo de
sus discípulos.
Fue el
encuentro con Jesús resucitado lo
que provocó la fe de los discípulos en la resurrección, y no viceversa. «La
resurrección no fue la consecuencia, sino la causa de la fe de los discípulos.
(...) Jesucristo fue restituido
con su humanidad a la vida gloriosa, plena e inmortal de Dios. (...) Se trata de
la transformación gloriosa del cuerpo»[75] .
Después de
resucitar subió a los cielos. «La expresión “subir a los cielos” es un recurso
literario muy en consonancia con la cultura de aquellos hombres. También
nosotros expresamos nuestros anhelos levantando hacia el cielo nuestras
manos»[76] .
Después de
resucitar, antes de subir al cielo con su Padre[77] ,
estuvo varios días apareciéndose a los Apóstoles[78] .
Estas
apariciones las expresa el Nuevo Testamento con la palabra griega «ófze», que
significa «se mostró», «se hizo ver», «se dio a ver», lo que da a entender que
se trataba de un cuerpo real[79] .
Los
apóstoles comieron[80] con
Él y le palparon con sus propias manos.
Los
fantasmas no comen ni se dejan palpar.
Cristo resucitado
cenó con los Apóstoles[81] y se
dejó palpar por Santo
Tomás[82] .
Decía Cristo: «Soy Yo. Tocadme y ved. Un espíritu no tiene carne y
hueso, como veis que Yo tengo»[83] .
San
Pedro lo recuerda: «Nosotros hemos comido y bebido con Él después
que resucitó de entre los muertos»[84] .
La
resurrección de Cristo está
confirmada por sus apariciones
En una
ocasión se apareció a más de quinientos estando reunidos. Así nos lo cuenta
San Pablo escribiendo a los
Corintios, y añadiendo que muchos de los que lo vieron, todavía vivían cuando él
escribía aquella carta[86] , en
los años 55-56 de nuestra Era[87] .
El verbo
empleado por San Pablo excluye una
interpretación subjetiva del término, «aparición»[88] .
Las
apariciones de Jesús son un motivo
de credibilidad en la resurrección de Cristo[89] .
Jesús resucitado
tiene un cuerpo glorioso con propiedades distintas a las de un cuerpo
material[90] .
En
«Sabemos con
certeza que existieron unas actas oficiales de Poncio Pilato, Procurador de Judea, al
Emperador Tiberio, como era
obligación y costumbre en el Imperio»[92] por
testimonio de Tertuliano (siglo
III) [93] .
El
historiador Jacques Perret,
Catedrático de
36.-
36,1.-La
palabra «religión» viene de la palabra latina«religare», que significa «atar
fuertemente».
Por eso la
religión es el lazo que une al hombre con Dios[95] .
El camino
para llegar a Dios es el que Él mismo nos ha señalado revelándonos una
religión.
La religión
verdadera sólo puede ser una, pues las religiones se contradicen entre sí, y la
verdad sólo puede estar en uno de los dos campos: si sobre un punto concreto, y
desde un mismo punto de vista, unos dicen que sí y otros que no, no pueden los
dos tener la razón al mismo tiempo.
Si uno dice
que Cervantes nació en
España y otro dice que nació en Inglaterra, es evidente que no pueden tener los
dos razón al mismo tiempo. Uno de los dos se equivoca.
Los
católicos decimos que Cristo es
Dios. Otros lo niegan. Es claro que no podemos tener todos la
razón.
Por eso
sólo hay una religión verdadera.
Pero para
conocerla no hace falta estudiar todas las religiones.
Basta
conocer los motivos de credibilidad del cristianismo para saber que es la
religión verdadera.
Sería
absurdo pensar que Dios ha revelado varias religiones contradictorias entre sí.
La única
religión verdadera es
La religión
católica ha sido fundada por Cristo-Dios.
Todas las
demás religiones han sido fundadas por hombres. Ni Buda, ni
Confucio, ni Mahoma, ni
Lutero, etc., pretendieron ser
Dios.
Jesucristo afirmó
repetidas veces en su vida que Él era Dios (ver nº 32).
La ocasión
más solemne fue ante el sanedrín cuando la interpelación de Caifás.
Caifás ante esta
afirmación de Cristo le llama
blasfemo y le condena a muerte. La blasfemia se castigaba con la pena de muerte
entre los hebreos.
Para
confirmar que era verdad lo que decía, Jesucristo hizo varios milagros. Sobre todo
su propia resurrección (ver nº 35).
36,2. Antes
de resucitar a Lázaro, dirigió
Los milagros
de Jesucristo nos constan por la
historicidad y autenticidad de los Evangelios, que se demuestran científicamente
muchísimo mejor que la de otros libros de los que no duda ninguna persona
culta.
«Bultmann ha escrito “la mayor parte de los
relatos milagrosos narrados en los Evangelios son leyendas”. Pero hay una
evidencia insoslayable: Jesús se
presentó ante sus contemporáneos como un taumaturgo dotado de poderes
extraordinarios»[97].
«El
prejuicio sistemático de sospecha que ha recaído sobre los Evangelios, durante
casi un siglo, recae actualmente, gracias al estudio de los criterios de
autenticidad, sobre quienes niegan su autenticidad.
»Esta inversión de las posiciones no
es un retorno a la ingenuidad crítica, sino la consecuencia de que los
Evangelios han encontrado de nuevo crédito a los ojos de la crítica
histórica»[98] .
[1] ver números 41-43
[2] SAN PABLO: Carta a los
Gálatas, 4:
5
[3] Primera Carta de SAN
PEDRO, 1:18
[4] SAN PABLO: Primera
Carta a los Corintios, 6:
20
[5] Evangelio de SAN
MATEO, 1:21
[6] SAN PABLO: Primera
Carta a Timoteo, 2:6; Evangelio de
SAN MARCOS, 10:45
[7] Evangelio de SAN
MATEO, 20:28
[8] SAN PABLO: Carta a los
Romanos,5:8
[9] SAN PABLO: Carta a los
Romanos, 5:10
[10] SAN PABLO: Segunda
Carta a los Corintios, 5:15
[11] Primera Carta de SAN
JUAN, 4:14
[12] Hechos de los
Apóstoles, 4:12
[13] HANS URS von
BALTHASAR: Puntos Centrales de la Fe, 2ª,
XI,3. Ed. BAC. Madrid. 1985.
[14] ANTONIO ROYO
MARÍN,O.P.: ¿Se salvan todos? 2ª, V.
Ed. BAC. Madrid. 1995
[15] SHEED: Teología y sensatez, XIX, 3. Ed.
Herder. Barcelona.
[16] Evangelio de SAN
MARCOS, 16:16
[17] Evangelio de SAN
MATEO, 19:17
[18] Proverbios, 1:24
[19] Profeta OSEAS,
13:9
[20] ANTONIO ROYO MARÍN,
O.P.: Jesucristo y la vida cristiana, nº
29. Ed. BAC. Madrid, 1961.
[21] JESÚS Mª GRANERO,
S.I.: Credo - Jesucristo, V.
Ed. Escelicer. Cádiz. 1943.
[22] SHEED: Teología y sensatez, XIX, 1. Ed.
Herder. Barcelona.
[23] LUCAS F. MATEO-SECO:
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Ed. Palabra. Madrid. 1990.
[24] JESÚS Mª GRANERO,
S.I.: Credo - Jesucristo, III.
Ed. Escelicer. Cádiz. 1943.
[25] SAN GREGORIO MAGNO:
Homilia II in Ev., nº 2.
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[26] M.BERNABÉ
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VIII. Ed. P.P.C.
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[27] LEEN, C.S.Sp.:
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Rialp. Madrid.
[28]
[29] Nuevo Catecismo de
[30] JOSÉ LUIS DE URRUTIA,
S.I.: Espiritualidad del Sagrado
Corazón. Ed. Sal Terrae. Santander, 1972. Magnífico libro que expone
de un modo teológico y posconciliar la auténtica devoción al Corazón de
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[31] Diario ABC de Madrid,
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[32] JOSÉ
RICCIOTTI: Vida de Jesucristo, nº
181. Ed. Miracle.
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[33] SAN PABLO: Carta a los
Gálatas,
6:7
[34] DENZINGER: El Magisterio de la Iglesia, nº 805 y 826.
Ed. Herder. Barcelona
[35] Evangelio de SAN
MATEO, 20:19
[36] Evangelio de SAN
MATEO,28:6s; de SAN LUCAS,
24:36-43; de SAN JUAN, 20:19-29
[37] DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n º
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Ed. Herder Barcelona.
[38] SANTOS SABUGAL,
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[39] Evangelio de SAN
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[40] JUAN Ml. IGARTUA,
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IV, 5. Ed. Mensajero, Bilbao.
[41] JESÚS Mª
GRANERO, S.I.: Credo - Jesucristo,
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[42] SAN LUCAS: Hechos de
los Apóstoles, 10:
40
[43] Evangelio de SAN
MATEO, 12:39s; 16:21; 17:22; 20:19; de SAN LUCAS, 9:22
[44] Evangelio de SAN
MATEO, 28:13
[45] SAN AGUSTÍN: Enarratio in psalmum, 63(64) MIGNE:
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[46] BALDOMERO JIMÉNEZ
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[47] JOSÉ ANTONIO
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[48] Nuevo Catecismo de
[49] JOSÉ CABA,
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[50] JOSÉ ANTONIO
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[54] MAX MEINERTZ: Teología del Nuevo Testamento, 1ª, IV, 5.
Ed. FAX. Madrid
[55] SAN PABLO Primera
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[56] Hechos de los
Apóstoles, 2:32
[57] Evangelio de SAN
LUCAS, 24:34
[58] Evangelio de SAN
MATEO, 27:50; de SAN MARCOS,
15:37; de SAN LUCAS, 23:46; de SAN JUAN, 19:30
[59]
[60] JOSÉ LUIS CARREÑO,
O.S.B.: El último reportero,
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1975
[61] JOSÉ ANTONIO
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[62] Evangelio de SAN
MATEO, 28:6
[63] Evangelio de SAN
MARCOS,
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[64] Evangelio de SAN
LUCAS,
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[65] Evangelio de SAN
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[66] M.BALAGUÉ: Revista
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[67] JOSÉ MOINGT, S.I.:
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[68] JOSEPH HUBY, S.I.:
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[69] JOSÉ CABA,
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[70] JOHANNES BEUMER:
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[71] SAN PABLO: Primera
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[72] SAN PABLO: Primer a
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[73] Nuevo Catecismo de
[74] SAN PABLO: Carta a los
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[75] VV. AA.: El Salvador del mundo, VI, 3s. Ed. B.A.C.
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[76] MIGUEL PEINADO:
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[77] Evangelio de SAN
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[78] Hechos de los
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[79] CÁNDIDO POZO, S.I.:
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[80] Hechos de los
Apóstoles, 10:41
[81] Evangelio de SAN
LUCAS, 24:41ss
[82] Evangelio de SAN JUAN,
20:27
[83] Evangelio de SAN
LUCAS, 24:39
[84] Hechos de los
Apóstoles, 10:41
[85] EDUARDO MALVIDO:
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Ed. San Pío X. Madrid. 1997.
[86] SAN PABLO: Primera
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[87] JOHANNES BEUMER:
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[88] JOSÉ CABA,
S.I.: Resucitó Cristo mi esperanza, 2ª, II,
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[89] JOSÉ CABA,
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[90] Nuevo Catecismo de
[91] Biblioteca Nacional de
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[92] JUAN M.
IGARTUA,S.I.:La Resurrección de Jesús y su
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[93] Apologeticum,
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[94] VITTORIO MESSORI:
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[95] FELIPE CALLE, O.S.A.:
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[96] Evangelio de SAN JUAN,
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[97] X. LEON-DUFOUR:
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[98] RENÉ LA TOURELLE:
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