raciones por los difuntos

13.1. Oración para después de la muerte
13.2. Vigilia por el difunto
13.3. Preces en el cementerio y Bendición del sepulcro

13.1. Oaración para después de la muerte

Inmediatamente después de la muerte se puede rezar:

V. Venid en su ayuda, santos de Dios; salid a su encuentro, ángeles del Señor.

R. Reciban su alma y preséntenla ante el Altísimo.

V. Que te reciba Cristo, el mismo que te llamó; y que el coro de los ángeles te introduzca en el cielo. R. Reciban su alma y preséntenla ante el Altísimo.

Oremos: Te encomendamos, Señor, a tu hijo(a) N., a fin de que, muerto ya para el mundo, viva para ti. Con tu infinita misericordia perdona los pecados que la fragilidad humana le haya hecho cometer. Por Cristo, nuestro Señor. R. Amén.

13.2. Vigilia por el difunto

Es muy aconsejable que, según las costumbres y posibilidades de cada lugar, los amigos y familiares del difunto se reúnan para celebrar una vigilia de oración. Esta vigilia la preside un obispo, un sacerdote o un diácono o, en su defecto, la dirige un laico.

Hermanos: en estos momentos de dolor el Señor está con nosotros y nos. conforta con sus palabras: “Felices los que lloran, porque serán consolados». Por eso, vamos a escuchar su palabra de consuelo y a orar con la confianza de los hijos de Dios.

Salmo Responsorial (Salmo 23):

R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes pastos él me hace reposar y adonde brota agua fresca me conduce. R.

Fortalece mi alma, por el camino del bueno me dirige, por amor de su nombre. R.

Aunque pase por quebradas muy oscuras, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo, tu bastón y tu vara me protegen. R.

Me sirves a la mesa frente a mis adversarios, con aceites tú perfumas mi cabeza y rellenas mi copa. R.

Me acompaña tu bondad y tu favor mientras dura mi vida, mi mansión será la casa del Señor por largo, largo tiempo. R.

Oremos: Señor nuestro, que eres amor, recibe en tu presencia a tu hijo(a) N., a quien has llamado de esta vida. Perdónale todos sus pecados, bendícelo(a) con tu luz y paz eternas, levántalo( a) para que viva para siempre con todos tus santos en la gloria de la resurrección. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. R. Amén.

Lectura Bíblica Lc 23, 44-46 : Uno de los presentes o el ministro proclaman la palabra de Dios. Se puede utilizar una lectura de las siguientes:

Lectura del santo Evangelio según San Lucas

“Como al mediodía, se ocultó el sol y todo el país quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. En ese momento la cortina del Templo se rasgó por la mitad, y Jesús gritó muy fuerte: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu», y al decir estas palabras, expiró”.

Palabra del Señor . R. Gloria a ti, Señor Jesús.

El ministro introduce el padrenuestro con éstas u otras palabras semejantes :

Dios es infinitamente misericordioso para redimirnos; oremos como Jesús nos enseñó:

Padre nuestro…

Oración : Señor Jesús, redentor nuestro, tú te entregaste voluntariamente a la muerte para que todos pudiéramos salvarnos y pasar de la muerte a una vida nueva. Escucha, Señor, nuestras oraciones y mira con amor a tu pueblo, que ora entristecido por la muerte de su hermano(a) N. Señor Jesús, santo y compasivo: perdónale sus pecados a nuestro(a) hermano(a) N. Con tu muerte nos has abierto las puertas de la vida a aquellos que creemos en ti. No permitas que nuestro(a) hermano(a) se aparte de ti; al contrario, con tu supremo poder concédele gozar de la luz, la alegría y la paz en el cielo, en donde vives tú para siempre. R. Amén.

El sacerdote o el diácono pueden rociar el cuerpo con agua bendita.

13.3. Preces en el cementerio y bendición del sepulcro

Oración: Señor Jesucristo, tú permaneciste tres días en el sepulcro, dando así a toda sepultura un carácter de espera en la esperanza de la resurrección. Concede a tu siervo reposar en la paz de este sepulcro hasta que tú, resurrección y vida de los hombres, le resucites y le lleves a contemplar la luz de tu rostro. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Dicha la oración, si existe la costumbre, el sacerdote rocía con agua bendita e inciensa el sepulcro y el cuerpo del difunto, a no ser que esto se haga dentro del rito de la última recomendación.

Rito de Inhumación : El acto de sepultar al difunto se hace inmediatamente o al final del rito, según la costumbre del lugar. Mientras se coloca el cuerpo en el sepulcro, o en otro momento oportuno, el sacerdote puede decir:

Dios todopoderoso ha llamado a nuestro(a) hermano(a) y nosotros ahora enterramos su cuerpo, para que vuelva a la tierra de donde fue sacado. Con la fe puesta en la resurrección de Cristo, primogénito de los muertos, creemos que él transformará nuestro cuerpo humillado y lo hará semejante a su cuerpo glorioso. Por eso encomendamos nuestro hermano(a) al Señor, para que lo(a) resucite en el último día y lo(a) admita en la paz de su Reino.

Si hay homilía junto al sepulcro, téngase en este momento. Si también se hace junto al sepulcro la última recomendación y despedida, téngase en lugar de las siguientes preces finales. En este caso el rito de última recomendación y despedida concluye las exequias.

Seguidamente el sacerdote puede decir las siguientes preces finales:

V. Pidamos por nuestro hermano(a) a Jesucristo, que ha dicho: «Yo soy; la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá, y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre.»

V. Señor, tú que lloraste en la tumba de Lázaro, dígnate enjugar nuestras lágrimas.

R. Te lo pedimos, Señor.

V. Tú que resucitaste a los muertos, dígnate dar la vida eterna a nuestro hermano(a).

R. Te lo pedimos, Señor

V. Tú que perdonaste en la cruz al buen ladrón y le prometiste el paraíso, dígnate perdonar y llevar al cielo a nuestro hermano(a).

R. Te lo pedimos, Señor

V. Tú que has purificado a nuestro hermano en el agua del Bautismo y lo ungiste con el óleo de la confirmación, dígnate admitirlo entre tus santos y elegidos.

R. Te lo pedimos, Señor.

V. Tú que alimentaste a nuestro hermano con tu Cuerpo y tu Sangre, dígnate también admitirlo en la mesa de tu Reino

R. Te lo pedimos, Señor.

V. Y a nosotros, que lloramos su muerte, dígnate confortar nos con la fe y la esperanza de la vida eterna.

R. Te lo pedimos Señor.

Después todos pueden recitar el Padrenuestro, o el celebrante puede decir esta oración:

Señor, ten misericordia de tu siervo(a), para que no sufra castigo por sus faltas, pues deseó cumplir tu voluntad. La verdadera fe lo(a) unió aquí, en la tierra, al pueblo fiel, que tu bondad lo(a) una ahora al coro de los ángeles y elegidos. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

V. Dale, Señor, el descanso eterno. R. Brille para él (élla) la luz perpetua.

Como conclusión del rito puede entonarse algún canto apropiado.

 

 

Ordenación con San Juan Pablo II 1990

Con San Josemaría 16 de junio de 1974

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