UENTOS PARA PENSAR Para seleccionar estos "CUENTOS PARA PENSAR" hemos utilizado especialmente los libros de Carlos Vallés y de Martin Descalzo. Lo que es propio del redactor de estos cuentos, el Pbro. Pedro Chinaglia Salesiano (SDB) son los comentarios que sugieren la manera de utilizar el cuento para la predicación y la catequesis. Nos ha animado a preparar estos "Cuentos" le utilidad de amenizar la predicación o las clases de catequesis, con hechos de vida, parábolas, ejemplos e imágenes. que son la única manera para tener atento cualquier tipo de gente. Evangelizar, predicar y enseñar la fe no significa presentar una serie de "verdades" reveladas sino ayudar al pueblo de Dios a juzgar la vida a la luz de Cristo.. Los cuentos sirven para ejercer este juicio de fe sobre la historia que estamos viviendo Huelga decir que los comentarios que se ofrecen no son los únicos posibles. Quien los utiliza puede muy bien mejorarlos o dar al cuento otra interpretación. 1º Con todo el corazón de Jesús Le preguntó el cura párroco a Juanito: "Juanito ¿amas a Dios nuestro Señor? ¡Oh sí, padre. ¿Y lo amas con todo tu corazón? Y Juanito se quedó pensativo. Pero de pronto se iluminó y dio esta respuesta: "No, padre, Mi corazón es demasiado pequeño para amar a Dios. Yo amo a Dios con todo el corazón de Jesús". ¡Estupenda respuesta! En realidad sólo podemos amar a Dios y a nuestros hermanos con el "Amor" que Dios Padre nos infundió enviándonos el Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo que nos hace llamar a Dios Abbà, es decir, papá y que nos da también la posibilidad de amar a nuestros hermanos como hijos del mismo padre: Dios. Todo el amor que hay en el mundo proviene del amor del Padre. Por eso, la expresión tradicional, amar al prójimo por amor de Dios, mejor se podría expresar así: amar a Dios CON el amor que Dios nos da. 2º La cosa más preciosa que tiene papá. Un papá preguntó a su hijo Alejo de cinco años de edad: "¿Qué es lo que más te gusta de papá?" Y el niño contestó: "Lo que más me gusta de papá es................. mamá". Se había dado cuenta Alejo que papá y mamá eran de veras una sola cosa, y que los dos se amaban como a sí mismos. "Los maridos deben amar a su esposas como aman a sus propios cuerpos. Amar a su esposa, ¿no es amarse a sí mismo?" (Ef 5,28). No es tan fácil llegar a "amar al otro como a sí mismo". El egocentrismo nos encierra en nosotros mismos y nos impide amar al otro identificándonos con él. Ni siquiera entre marido y mujer es fácil aquella identidad que en cambio fácilmente se realiza entre madre e hijo. Amando a sus hijos los padres se aman a sí mismos porque los hijos, en cierto sentido, son parte de los padres. Pero no se puede decir la misma cosa cuando se trata de marido y mujer. 4º Tienes que divorciarte y casarte con otra mujer "Una vez, cuenta el padre Carlos Vallés, asusté a un joven marido que me pedía consejo sobre su matrimonio en peligro. Este me había hablado de su esposa con tantos detalles negativos que parecía imposible que pudiera seguir viviendo con ella. Yo le di entonces mi consejo. "Tiene que divorciarte de tu mujer". Aquel joven marido quedó asombrado que un sacerdote le diera este consejo, y casi se cayó de espalda cuando el padre insistió diciéndole: "¡Sí, tienes que divorciarte y casarte con otra mujer! "Pero ¿cómo padre me dice esto? No entiendo." replicó. Y yo le expliqué sonriendo. "Sí , tienes que divorciarte de la mujer ideal de tus sueños, y casarte con la mujer de carne y hueso que tienes en tu casa". Amar de veras implica querer al otro como es, con todos los defectos que tiene y no como tendría que ser o cómo nos gustaría que fuese. Dios no nos ama porque somos dignos de amor sino que somos dignos de amor porque Dios nos ama. Y Dios nos ama como somos, así, en concreto, con los ojos abiertos sobre nuestras virtudes. y nuestros defectos. El amor de los novios es ciego en cuanto a los defectos del otro, pero también vidente en cuanto a las cualidades que sólo el enamorado es capaz de ver. Cuando, con el pasar de los años, las cualidades, que tanto los encantaban, disminuyen o desaparecen y quedan al descubierto los defectos, que antes estaban escondidos, entonces parece que el amor ya no existe y los esposos llegan a pensar que el amor se ha ido. En realidad, amor únicamente fundado sobre las cualidades, no es verdadero amor. Se aman las cualidades físicas o psicológicas o morales pero no se ama a la persona que es el sujeto profundo de las cualidades. Si el amor desaparece, es que probablemente, nunca existió. Pero si el amor llega a ser un amor personal, un amor a la persona única e irrepetible, entonces no va a desaparecer por el hecho de que desaparecen las cualidades. La persona es siempre la misma aunque cambia a lo largo del tiempo. 6º Cirugía plástica Un hombre muy feo se sentía acomplejado por su rostro. Se enteró un día de los avances de la cirugía estética y se fue a un experto cirujano para que le reformara su rostro. Gastó un dineral, pero consiguió tener un rostro del todo agradable. Esto le produjo una gran satisfacción al pensar en la alegría de pasearse en su pueblo con su rostro nuevo. Pero la transformación había sido tan radical que nadie, en su pueblo, lo reconoció. Con lo cual se vio privado del gozo de sorprender a la gente con su belleza. Si tenemos que amar al prójimo como a nosotros, tenemos que empezar primero con amarnos a nosotros mismos y tenemos que aceptarnos física y psicológicamente, como somos y dar gracias a Dios por los dones que nos ha dado, aunque tengan límites y defectos. Esto no excluye que se pueda a veces mejorar su propia estética, pero lo que sí no es correcto, es el abuso de esta posibilidad. No está mal recurrir al maquillaje y también, si el caso, a la cirugía plástica. pero tenemos que cuidarnos de caer en un complejo de inferioridad. Lo que verdaderamente vale no es ni el fruto del azar, ni de la naturaleza. Tiene un auténtico valor lo que depende de nosotros, de nuestra libertad, del como utilizamos los dones que Dios nos dio. Nadie es perfecto y sería una falta de agradecimiento a Dios si envidiáramos los dones que él dio a los demás sin apreciar los que nos dio a nosotros. Más que envidiar y quejarnos por las cualidades que no tenemos, importa hacer fructificar los dones que, como talentos a negociar, hemos recibido de Dios. No vamos a dar cuenta a Dios sino de los dones que hemos recibido. 7º Ni por un millón de dólares . Un periodista visitó un día a la madre Teresa de Calcuta mientras ella estaba ocupada en curar a un enfermo en un estado verdaderamente repugnante. "Yo no haría esto" - dijo el periodista a la madre Teresa - ni por un millón de dólares" "Por un millón de dólares tampoco yo lo haría", respondió la madre y siguió en su tarea tan repugnante para el periodista pero lo más natural para ella que veía en el enfermo el mismo rostro de Jesús.. Cuando nos presentaremos delante de los ojos de Dios, lo principal criterio de juicio, al que estaremos sometido es el amor: "Seremos juzgados por el amor" por la semejanza que hemos adquirido, a lo largo de nuestra vida, del rostro de Jesús. Él mismo nos juzgará diciendo: "Tuve hambre y me dieron de comer.....Cuando lo hicieron a una de estos mis hermanos más necesitados, a mi me lo estaban haciendo" (Mt 25,31-46).No nos preguntará si hemos recibido el bautismo cristiano, ni tampoco si tuvimos fe en Dios, lo que contará en aquel momento será el amor que hemos demostrado a nuestros hermanos. "Dios es amor. Quién ama conoce a Dios" (1 Jn 4,7-8). 8º La única manera para no tener enemigos El presidente de los EE.UU. Abraham Lincoln, era famoso por la extrema cortesía que dispensaba a sus adversarios políticos. La conducta del presidente no siempre era compartida por sus propios ministros. Uno de ellos, un día, le dijo fastidiado: ¿Por qué los tratas como si fueran tus amigos? ¡Merecerían más bien que los eliminaras! "Es lo que hago" respondió Lincoln. "¿Acaso no elimino a un enemigo cada vez que lo convierto en amigo? Jesús nos dio un mandamiento nuevo que nos amáramos como él nos ha amado y Jesús nos amó mientras éramos pecadores.(Ro. 5,6-10). Es por eso que tenemos que amar también a nuestros enemigos. Si el mismo Dios los ama. ¿por qué no tenemos que amarlos nosotros? "Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores. Así serán hijos de su Padre que está en los cielos" (Mt 5,44-45) El papa Juan XXIII, en su larga agonía, a quien le sugería que rezara y perdonara a sus enemigos, le dijo: "Pero, yo no tengo enemigos". ¿Es que no podía , entonces, practicar el mandamiento de Dios? Sí que lo practicaba, porque, a los que lo odiaban, él los amaba y por eso no eran ya enemigos para él. 9º Los hombres que vieron a Dios En una aldea vivían dos hombres que continuamente se peleaban y no podía vivir sin ofenderse el uno al otro. A cada rato, por cualquier motivo, surgía una pelea. La vida se hacía insoportable para los dos, pero también para todo el barrio. Un día, algunos ancianos le dijeron a uno de los dos: "La única solución es que tú vayas a encontrarte con Dios". Después de algunos días de camino difícil y fatigoso, aquel hombre llegó a la cumbre de la montaña. Dios lo estaba esperando allá, arriba. El hombre cuando vio a Dios no quería creer. Se frotó los ojos para ver mejor. Pero, no había alguna duda. Dios tenía el rostro de su vecino tan antipático e intratable. Lo que Dios le dijo, nadie lo sabe, Pero cuando volvió a su pueblo ya no era el mismo hombre que antes. Sin embargo, no obstante su amabilidad y deseo de reconciliación, todo seguía casi como antes porque el vecino inventaba continuamente nuevos pretextos para discutir y pelear. Los ancianos se dijeron entonces: "Es necesario que también el otro vaya a ver a Dios" Lograron convencerlo y también el vecino partió por la montaña para ver a Dios. Y allá arriba también él descubrió que Dios tenía el rostro de su, tan odiado, vecino. Desde aquel día todo ha cambiado y la paz reinó en aquel barrio... Es en verdad un gran acto de fe creer de veras que nuestros hermanos, también los más difíciles, son imagen del mismo Dios. Pero bastaría creer esto para que el mundo caminara en paz. Hay que creer sin ver y creer aún cuando el rostro de Dios esté cubierto de barro y de lodo mal oliente. Si hubiéramos tirado un puñado de piedras preciosas en un chiquero y los chanchos las hubieran pisado y cubiertas de fango, no por eso dejarían de ser perlas preciosas.. Así es el rostro de nuestros hermanos que, aunque ensuciados por el pecado, son siempre imagen y semejanza de Dios. Hay que creer que detrás de unas apariencias feas y antipáticas está escondido el mismo rostro del Hijo de Dios. 10º ¿Por qué no me lo dijiste antes? El marido era un hombre robusto, de la voz fuerte y los modales ásperos. Ella, la esposa, era una mujer dulce y delicada. Se habían casado. El no le hacía faltar nada, y ella cuidaba de la casa y educaba a los hijos. Los hijos crecieron, se casaron y se alejaron de sus padres. Una historia como tantas. Pero cuando todos los hijos se fueron de la casa, la esposa perdió su sonrisa, se hizo siempre más sutil y casi transparente. No podía ya comer y en poco tiempo no se levantó más de la cama. El marido preocupado la llevó a un hospital. Llegaron a visitarla los médicos y doctores más competentes y famosos. Nadie lograba descubrir el tipo de enfermedad que ella tenía. Sacudían la cabeza y se decían: "¿Quién sabe?" El último especialista, que la visitó, le dijo por separado al marido: "Yo diría, con toda franqueza, que su esposa no tiene ya ganas de vivir. Es por eso que ningún remedio le puede servir". Sin decir una palabra aquel hombre vigoroso y grande, se sentó al lado de la cama de su mujer, la tomó de la mano y, con su voz fuerte, le dijo decididamente: "Tú no morirás". "¿Por qué?" le preguntó con un hilo de voz su mujer. "Por qué yo te quiero y no puedo vivir sin ti". Y, entonces, la esposa, sonriendo y con un filo de voz, le contestó: "¿Por qué no me lo dijiste antes?" Y de aquel momento comenzó a estar mejor. "No basta amar", decía Don Bosco. Los jóvenes tienen que darse cuentas que los amamos. "Procura hacerte amar" le decía Don Bosco a Don Miguel Rua, al enviarlo como director a un Colegio de muchachos. Si los jóvenes se sienten amados aceptan a sus educadores y creen en lo que le dicen y aprender los valores que les quieren enseñar.. Pero si no se sienten amados, de nada sirve todo el esfuerzo para educarlos; si no aceptan al educador no va a aceptar nada de lo que se les dice. Se cierran en sí mismos y no se dejan educar. 11º Un apretón de manos es más que una limosna Una señora, que siempre daba una limosna a un mendigo, que estaba pidiendo a la puerta de la Iglesia, se llevó aquel día la mano a la cartera, y cayó en la cuenta de que había dejado en casa su monedero.. El mendigo mantenía su mano extendida hacia ella. Con tacto y rapidez aquella señora le dijo: "Hoy no tengo nada que darte pero al menos puedo estrecharte la mano". Y así lo hizo, con sincera naturalidad de sentimiento. Y el mendigo no se dejó ganar en cortesía, aceptó el apretón de manos y dijo: "Hoy Ud. me ha dado más que todos los otros días". Además de las siete obra de misericordia corporal el catecismo nos sugiere también otras siete obra de misericordia espiritual: aconsejar a los dudosos; corregir a los extraviados; consolar a los afligidos; enseñar a los ignorantes; acompañar a los que están solos; soportar las personas molestas: y rezar por los vivos y difuntos." Lo que cuesta, mucho más que una simple limosna, es preocuparse por el necesitado, saber perder tiempo con los que necesitan de consuelo y compañía. La señora del cuento hizo lo que pudo con todo su corazón y el mendigo entendió y apreció su gesto de bondad. 12º La danza de los puerco espines . Erase de verano, cuando una familia de puercos espines vinieron a un selva para vivir allí. El tiempo era magnífico, hacía calor y todo el día los erizos se divertían bajo los árboles del bosque cazando moscas, mariposas y todo tipo de insectos para alimentarse abundantemente. Un día vieron una hoja amarilla que se caía. Había llegado el otoño . Jugaron con las hojas que en gran cantidad caían de los árboles y de noche se refugiaban bajo un colchón de aquellas hojas para dormir, porque ya hacía frío. Cada vez hacía más frío. En el río ya comenzaron a aparecer témpanos de hielo y llegó la nieve. Todas las hojas quedaron bajo un colchón de nieve. Los erizos temblaban de frío todo el día y de noche no podían cerrar los ojos. Decidieron excavar una cueva bajo tierra para refugiarse. Así que una noche decidieron entrar para dormir juntos acercándose el uno al otro bien apretados para calentarse y dormir. Pero, al acercarse, sin querer se pinchaban entre sí con sus agudas púas. Entonces tenían que salir afuera. Pero al frío era tan insoportable que de nuevo tenían que volver para calentarse entre sí. Y otra vez, se herían y no podían calentarse.. Finalmente, para poder estar cerca sin sufrir, decidieron retirar lo más posible sus púas y con mucha atención lograron encontrar la justa posición. El viento frío soplaba con fuerza, pero ahora podían dormir todos juntos. Esta parábola es del filósofo alemán Schopenhauer y, aunque no responde perfectamente a la realidad, sirve muy bien para expresar lo difícil que es la convivencia de los seres humanos que somos tan diferentes y muchas veces difíciles a soportar. . Aunque no es exacto que los puerco espines se pinchen unos con otros al estar juntos, la moraleja de la parábola es muy válida porque a menudo, con nuestros carácter, somos causa de sufrimiento para los demás. No nos damos cuenta, muchas veces, que hacemos sufrir a los que viven a nuestro lado. Hay que tener mucho cuidado para atenuar nuestras asperezas y poder convivir soportándonos como hermanos e hijos del mismo Padre Dios. No se pretende que seamos amigos de todos, porque la amistad tiene sus límites y condiciones, pero sí podemos respetarnos y buscar realizar una convivencia pacífica dado que somos muchos y vivimos en el mismo planeta y. Nos lo dice Jesús :"Si ustedes aman a los que los aman ¿qué premio merecen? ¿no obran así también los pecadores?(Mt 5,46) 14º Reformar el mundo sobre la base de la persona humana. Mientras su esposa estaba ausente, un importante hombre de negocios tuvo que permanecer en casa cuidando a dos chicos suyos muy traviesos. Tenía importantes problemas que resolver, pero los do pequeños no lo dejaban en paz. Buscó entonces una manera que los ocuparan intensamente por un buen rato de tiempo. Tomó de una revista un mapa de geografía que representaba el mundo entero. Era un mapa muy complicado por los distintos colores sobre los diversos estados. Con la tijera cortó en pedazos pequeños todo el mapa y lo dio a sus dos chicos, desafiándolos a recomponerlo todo como era. Pensaba que aquel rompecabezas los habría ocupado por algunas horas. Pero un cuarto de hora después, los dos chicos se presentaron al padre contentos con el rompecabezas perfectamente recompuesto. "Pero, ¿cómo hicieron para terminar en tan poco tiempo?" les preguntó el papá asombrado. "Ha sido fácil" le contestaron. En la parte atrás había una figura de hombre. Nosotros nos hemos dedicado a recomponer la figura del hombre y, del otro lado, el mundo entero se arregló sin problemas". Si se tomara la dignidad de la persona humana como base para arreglar todas las políticas, las economías y las relaciones internacionales, el mundo se encontraría armónicamente unificado. Es lo que tentaron hacer las Naciones Unidas cuando proclamaron, en 1948, los 30 derechos fundamentales de las persona humana. Juraron llevarlos a la práctica pero, lamentablemente quedaron con buenos propósitos escritos en el papel. Ya Santiago en su carta escribía: "Si a un hermano les falta la ropa y el pan de cada día, y uno de ustedes les dice: "Que les vaya bien; que no sienta frío ni hambre" sin darles lo que necesitan, ¿de qué les sirve? Así pasa con la fe; si no se demuestra por la manera de actuar, está completamente muerta." (St 2,15-16) No basta con reconocer los derechos humanos si no se promueven a las personas. ¿Qué falta para que estos derechos fundamentales de toda persona humana sean respetados? El haberlos puestos por escrito es algo, demuestra al menos que se conocen; lo que falta es "re-conocerlos" es decir, pasarlos del pensamiento a la voluntad, de la teoría a la realidad. ¿Será, como algunos dicen, que estos derechos no están fundamentado en Dios? En efecto, para conseguir la adhesión de muchas naciones con religiones diversas, se evitó de nombrar a Dios. 15º Seremos tus brazos, Señor Durante la guerra civil en España, una bomba destruyó una iglesia. El crucifijo quedó mutilado de los dos brazos. Al concluir la guerra, los obreros que reconstruyeron aquel templo, repusieron la estatua del crucifijo en su lugar pero no quisieron pegarle los dos brazos rotos; dejaron el crucifijo mutilado. En cambio, al pie de la cruz grabaron esta inscripción: "Jesús, queremos ser tus brazos". Dios no interviene directamente a resolver nuestros problemas; quiere servirse de nosotros que somos sus brazos, sus manos y su corazón, para que el mundo crea que Dios nos ama. ¿Cómo podríamos creer que Dios es padre si al llegar a este mundo no encontráramos el amor de nuestros padres y hermanos?: El que no recibe amor desde niño con gran dificultad podrá un día creer que Dios lo ama.. " Hijos míos, no amemos de puras palabras y de labios afuera, sino verdaderamente, con obras". (1 Jn 3,18) 17º El mundo es bueno o malo según que se lo mira. Lord Krishna quería saber cuán sabios eran sus gobernantes, y por eso quiso probarlos de la siguiente manera.. Llamó a uno, famoso en su reino por su crueldad y avaricia, y le ordenó de buscar por todo el reino a un hombre que fuera verdaderamente bueno. Este gobernador viajó mucho y a la vuelta le dijo a Krishna :que: "Un hombre verdaderamente bueno no se pueden encontrar. Todos son egoístas y malvados. No hay lugar donde se pueda encontrar a un hombre bueno".. Lord Krishna entonces llamó a otro gobernante, conocido por su bondad y generosidad, y a éste le ordenó de dar vuelta al reino hasta encontrar a un hombre verdaderamente malvado. También este gobernante obedeció y a la vuelta tuvo que decirle a Lord Krishna: "No he encontrado a nadie que fuera verdaderamente malo. Todos, decía, en el fondo de su corazón son buenos, no obstante tantos errores que cometen. Y así pudo comprobar lo que todos decían de los dos gobernantes: malo el primero porque no supo encontrar ningún hombre bueno y bueno el otro porque no supo encontrar ningún hombre malo. E motivo es que cada uno ve al mundo según lo que uno es. Dijo Jesús: "Lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Si el ojo es bueno el cuerpo ve; si es malo el cuerpo anda ciego".(Mt 6,22) Si nosotros viéramos el mundo como lo ve Dios, que es infinitamente bueno, veríamos que la bondad supera inmensamente la maldad y que valía la pena crear a los hombres aunque, siendo libre, abusen muchas veces de su libertad. Hay que ser buenos para ver la bondad. Un dicho famoso afirma que: "En este mundo traidor nada es verdad y nada es mentira; todo es según el color del cristal con que se mira". Por el hecho que no somos buenos como Dios, Jesús nos prohibió juzgar a los demás: "No juzguen y no serán juzgados; porque de la manera que juzguen serán juzgados y con la medida con que midan los medirán a ustedes"(Mt 7,1-2).
19º El juguete que faltaba Una joven pareja entró en el mejor negocio de juguetes de la ciudad. El marido y la esposa miraron con mucha atención los juguetes que estaban expuestos en los escaparates o colgados al techo o en desorden sobre los bancos o por tierra. Había muchas muñecas que lloraban y reían al moverlas, juguetes eléctricos, cocinillas que hasta se calentaban para cocinar tortas y pizzas. No se decidían sin embargo a elegir. Se le acercó una simpática dependiente de mostrador. "Mire" le explicó la esposa, "nosotros tenemos una niña muy pequeña, pero estamos fuera de casa todo el día y a menudo también de noche". "Es una niña que sonríe poco, añadió el marido". "Querríamos comprarle algo que la haga feliz" prosiguió la esposa, "feliz también cuando nosotros no estamos con ella...Algo que le dé alegría cuando está sola". ........................ "Lo lamento" contestó amablemente la empleada, "pero nosotros no vendemos padres". Muchos padres, ansiosos de dar lo mejor a sus hijos, les hacen faltar lo que más vale: su presencia, su compañía y su interés por lo que a los hijos les interesa. Nunca aquella niña podrá sonreír por cuantos juguetes les van a regalar sus padres siempre ausentes y ocupados en otros asuntos que no son ella misma. 20º En cambio ............yo te doy: amor Una niña de seis años no dejaba en paz a sus padres porque siempre les pedía cosas y cosas que ellos les tenían que comprarle cuando iban a la ciudad. Al final el papá un día perdió la paciencia y le dijo: "Cómprame esto, cómprame aquello...Tú piensas sólo a lo que tus padres te tienen que comprar. Pero yo querría saber lo que tú le das a cambio." Y la respuesta pronta de la niña fue: "Yo les doy amor". Es exactamente esto lo que Dios Padre quiere de nosotros: que aprendamos a amarlo como él nos ama. El mejor regalo que le podemos dar a Dios es nuestro amor agradecido, nuestra confianza y nuestra fe en el creer que él se preocupa de nosotros. Dios no recibe nada de nuestras alabanzas de nuestros rezos ni tampoco de nuestra obediencia. Los que ganan somos únicamente nosotros. A Dios le basta con que lo amemos con todo el corazón y, con el amor que Dios nos da, nos amemos los unos a los otros como buenos hermanos. 21º El chino ...el arroz...en el infierno y en el paraíso. Después de una larga y honesta vida un chino murió y fue destinado al paraíso. Como era un tipo muy curioso, pidió permiso para dar primero un vistazo al infierno. Un ángel le acompañó y pudo así mirar desde la ventana lo que sucedía allá dentro. Y se cayó de espaldas al ver un inmenso salón lleno de luz y de mesas con todo tipo de comida. Mesas y mesas preparadas con platos de arroz humeante y apetitoso. Pero los que estaban alrededor de estas mesas, eran flacos, piel y huesos, pálidos y ojerosos. ¿Cómo es posible que sean así?" les preguntó al ángel, "con tanto arroz que tienen delante?" "Mira bien" le contestó el ángel, "cuando llegan aquí reciben todos dos palitos de los que se usan en china para comer. Pero tienen un metro de largo y, para llevar la comida a la boca, los dos palitos largos un metro no le sirven por ser demasiado largos. De manera que no pueden llevarse el arroz a la boca y sufren un hambre tremenda con tanta comida delante. El buen chino quedó horrorizado. Era verdaderamente un terrible castigo que sufrían aquellos condenados que, por más que esfuerzos que hacían, no podían probar ni siquiera un granito de arroz. No quiso ver nada más y se fue al cielo. Allí lo esperaba otra sorpresa. El paraíso parecía la misma cosa que el infierno. Un inmenso salón lleno de gente alrededor de mesas con arroz humeante y...los convidados todos con dos palitos laaaaaaar.... gos un metro cada uno. Pero estaban todos alegres y gorditos, rozagantes de salud. "¿Cómo puede ser esto?" le preguntó el chino al ángel." Y éste le sonrió diciendo: "Mira bien como se ayudan el uno al otro. Aquí cada uno se preocupa de dar de comer al que está en frente o al vecino de la derecha y de la izquierda. Y todos comen en abundancia porque cada uno se preocupa por el otro. Esta parábola no pretende describir lo que pasa en el infierno o en el paraíso, sino que imagina lo que sería este mundo si superando nuestro egoísmo individualista, nos preocupáramos del bien de los demás. Y el paraíso se encuentra donde existe un grupo de personas que se preocupan los unos por los otros y viven como hermanos. Y el infierno se anticipa cuando nos encerramos en nosotros mismos buscando únicamente nuestro interés. Quién sabe abrirse al amor tiene ya un pie en el paraíso. La muerte consistirá en retirar el pie que está aquí para colocarlo donde está el otro, en el cielo. De la misma manera, el egoísta tiene ya un pié en el infierno y su muerte, a menos que no se arrepienta, consistirá en colocar el pie donde ya está el otro, en el infierno . 22º "Usted no me habló de Dios pero me lo hizo ver" En un hospital una hermana había curado con infinita ternura a un paciente totalmente incrédulo. Nunca le pudo hablar de Dios ni de Jesucristo. Cuando le dieron de alta, este hombre le dijo a la religiosa: "Hermana, usted no me habló de Dios, pero hizo mucho más: me lo hizo ver". Sabemos que más que predicadores el mundo de hoy necesita testigos. De nada sirven las palabras que no sean una explicación de los hechos concretos, del testimonio de vida que las precede. Lucas escribe de Jesús que empezó a hacer y predicar.(He 1,1). Primero “hacer” luego “predicar”, es decir, explicar el sentido de sus acciones. Hoy día el mundo está nauseado de palabras, de discursos bonitos y de buenas intenciones. Ya nadie cree en las palabras. Si el anuncio del evangelio no está precedido de signos claros de amor verdadero, de caridad concreta y de testimonio de que el mismo Cristo está actuando en nosotros, nadie va a creer en lo que anunciamos. "Cuando venga el Defensor que yo les enviaré y que vendrá del Padre, él dará pruebas en mi favor. Y ustedes serán mis testigos ya que han estado conmigo desde el principio". (Jn 15,26-27) Si el cristiano vive del Espíritu de Jesucristo, que es Amor, entonces el Espíritu Santo hablará por medio de él y dará testimonio de la resurrección de Jesús. 23º Un ciego y un cojo se salvaron de un incendio. Un día, en un bosque muy visitado, se desató un incendio Todos huyeron, llenos de miedo. Quedaron solamente un ciego y un cojo. Asustado por el fuego, el hombre ciego se dirigía, sin saberlo, directamente hacia el bosque en llamas. "No vayas allá - le gritó el cojo - .acabarás en el fuego". "¿Hacia dónde entonces?". "Yo puedo indicarte el camino" contestó el cojo, pero no puedo caminar. Si tú me tomas sobre tus hombros, podríamos huir de aquí y salvarnos los dos". El ciego siguió el consejo del cojo; lo tomó sobre sus hombros y se dejó guiar por él que veía muy bien. Esto es lo que significa la comparación que S. Pablo hace del “Cuerpo místico” de Jesucristo. Somos miembros los unos de los otros y los carismas se distribuyen siempre para el bien de todos. Nadie recibe un don sólo para sí sino para utilidad de los demás. Si supiéramos juntar nuestras experiencias, nuestras capacidades y colaborar juntos para una tarea común, podríamos resolver tantos y tantos problemas que no pueden resolverse sin la unidad y el servicio recíprocos. 24º Dígale al cura ese que me olvidé de sus pecados" Se decía en una aldea que una anciana señora era una vidente. El cura quiso averiguar la autenticidad de sus visiones. La llamó y le dijo: "La próxima vez que Dios te hable pídele que te revele mis pecados, que sólo Él conoce. La mujer regresó pocos días más tarde y el cura le preguntó si Dios se le había vuelto a hablar. Y, al responderle que sí, le dijo: "¿Y le pediste lo que te ordené? "Sí, lo hice" ¿Y qué te dijo? Dile al cura que he olvidado sus pecados". Perdonar de veras es olvidar, pero no el en sentido psicológico de no recordar lo que pasó como si no hubiera pasado, sino en el sentido de no echarle en la cara al ofensor lo que él había hecho y sobre todo de no pensar en ninguna venganza. Algunos dirá que Dios no sabe perdonar del todo porque nos hará sufrir en el Purgatorio por los pecados que hemos cometido y que él nos perdonó. Dios ¿no nos perdona entonces del todo? ¿Qué respondemos a esta sospecha?. Si Dios nos perdona del todo, ¿por qué entonces las penas del purgatorio? El motivo está no en que Dios no sabe perdonar sino en que nosotros no nos arrepentimos de veras. Muchas veces nuestro arrepentimiento tiene poco que ver con el amor, nos arrepentimos porque tenemos que pagar las consecuencias de nuestros errores y culpas pero no tanto porque hemos ofendido a Dios y les hemos dado un disgusto. Pagaremos en el Purgatorio aquella pena del pecado cometido que no pudo ser eliminada del todo por nuestro insuficiente arrepentimiento. 25º La estatua de allá arriba la verán los ojos de Dios." Un escultor estaba cincelando con mucho cuidado y dedicación un grueso bloque de mármol. Un visitante, después de contemplar con ojos extasiados la belleza perfecta que iba logrando el escultor, le preguntó: " ¿adónde se va a colocar esta estatua?" La vamos a colocar allá, arriba de esa torre", contestó el escultor. "¿Cómo? ¿Allá arriba, tan lejos del suelo? ¿Y para qué elaborar con tanto detalle una estatua cuya belleza nadie podrá apreciar a esa altura?" Y el escultor respondió con una sonrisa: "La verán los ojos de Dios". Lo que cuenta, en nuestra vida, es lo que vale a los ojos de Dios y no tanto lo que piensa la gente. Jesús nos invita a hacer el bien no para gloria nuestra sino del Padre que está en los cielos: "Así debe brillar su luz antes los hombres para que vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre de ustedes que está en los cielos." (Mt 5,16). No hay que preocuparse de lo que dirá la gente, tampoco esconder el bien que estamos haciendo, sino estar seguros de que estamos haciendo la voluntad del Padre. Lo que dice la gente se puede comparar con la sombra que proyectamos en el suelo cuando salimos a la calle con el sol. Si salgo a la calle cuando se levanta el sol o cuando se pone mi sombra se alarga enormemente, mientras si salgo al mediodía, mi sombra apenas la veo a mis pies, larga unos pocos centímetros. Y sin embargo no soy más grande de mañana o de tarde ni más pequeño de mediodía. Soy lo que soy, siempre de la misma estatura. Así es de nuestra personalidad, tenemos el valor que sólo Dios conoce, los demás nada pueden añadir o quitar con sus juicios. Ninguno de los que nos juzgan ahora estarán presentes cuando seremos juzgados por Dios. 26º "En aquellos días yo te llevaba en mis brazos" Tuve un sueño. Me parecía caminar sobre la arena de una playa al lado del Señor Jesús. Nuestros pasos dejaban en la arena una doble serie de huellas: las mías y las de Jesús. Pensé que cada uno de mis pasos representaba un día de mi vida. Entonces, siempre en sueño, me di vuelta para volver a ver todas aquellas huellas en la arena, y me fijé que a veces en lugar de dos series de huellas, aparecía solamente una. Rehice todo el camino de mi vida y con asombro me di cuenta que los trechos de mi existencia, en que aparecía una sola serie de huellas, correspondían a los días más tristes de mi existencia. Días de angustia y de tristeza, de rabia y mal humor, días de pruebas y de sufrimientos. Entonces le dije a mi Señor Jesús: "Tú nos has prometido quedarte con nosotros todos los días de nuestra vida. ¿Por qué no cumpliste con tu promesa y me dejaste solo precisamente en los días más difíciles de mi vida, cuando más yo necesitaba tu presencia? Y el Señor me contestó sonriendo. "Hijo mío, yo no he dejado de amarte ni un solo instante de tu vida. Las huellas que tu ves en los días más difíciles de tu vida y que aparecen solas, son las mías. En aquellos días yo te llevaba en mis brazos. Para comprender mejor la relación entre la providencia de Dios y nuestra libertad, puede ser útil pensar que comúnmente, somos como un niño pequeño que Dios toma de la mano y lo sostiene cuando amenaza de caer. Si un niño de pocos años se encuentra en medio del tráfico tumultuoso de una ciudad, tiene miedo y se desespera. Pero si camina a lado de su padre o su madre que lo tiene bien estrecho en su grande mano, ya no llora ni se desespera; se siente seguro y camina sorteando piedras y charcos. Pero a veces Dios nos levanta y toma en sus brazos llevándonos a salvación. Lo único que Dios nos pide es que tengamos confianza en él y no nos dejemos arrastrar por el miedo y la angustia como si estuviéramos solos sin su paterna presencia. Dios Padre nunca duerme, siempre vigila para nuestro bien aunque normalmente nos deja aparentemente solos para que podamos desarrollar todas nuestras capacidades.. 27º "Llévate a tu casa lo que te parece más precioso". Dice la leyenda que el hijo del rey se enamoró, como sucede siempre en las fábulas, de una pobre mujer, hija de un panadero. Era pobre pero hermosa fuerte y buena y se casó con ella. Por algunos años vivieron felices, en plena armonía, pero, cuando se murió el rey y el príncipe subió al trono, los ministros y consejeros se apuraron para hacerle entender que, por el bien de su reino, tenía que divorciarse de aquella mujer. ¿Cómo puede un rey presentar al mundo como esposa la hija de un panadero? Tendría que divorciar y casarse con la hija de un rey poderoso para asegurar con el matrimonio paz y prosperidad para todo su reino. "Abandónela. majestad. Al fin y al cabo no es sino la hija de un panadero. La dignidad del trono y de todos sus súbditos es lo más importante". Las insistencias de los ministros se hacían siempre más urgentes e insistentes., tanto que al final el joven rey tuvo que ceder a tantas presiones. Aquella noche cenaron juntos el rey y su esposa, por última vez. "Llévate a tu casa todo lo que quieres de este palacio, hasta las joyas más preciosas que se encuentran en mi tesoro" le decía.. En silencio la mujer, aparentemente serena, echaba vino en el vaso del rey y volvía a llenarlo repetidamente. Al término de la cena el rey se quedó profundamente dormido.. Cuándo todos los invitados se fueron, la mujer envolvió en una frazada al rey, su marido, se lo puso al hombro y, (¡era hija de un panadero!) se lo llevó a su casa. La mañana siguiente, el rey se despertó en casa del panadero. "Pero, ¿cómo es que me encuentro aquí?" dijo asombrado. Y la esposa le contestó: "Me dijiste que podía llevar conmigo la joya más preciosa del reino. Y, para mi, lo que consideraba más precioso eres tú." Así le contestó la mujer. hija de un panadero. . La realidad más preciosa que hay en el mundo es el amor, es la familia, la unión de varias personas que, como Dios, uno y trino se aman y se quieren como una sola cosa realidad. La fe nos dice algo asombroso: Cualquier persona es más preciosa que todos los tesoros del mundo. Aquella humilde panadera no se dejó seducir por las riquezas del palacio real y no se resignó a perder a su marido que ella amaba más que todas las joyas del reino. Y no se resignó tampoco a que su marido, casi obligado por sus ministros, hubiera preferido el reino a su amor. No se resignó a ser abandonada y usó toda su astucia para no perderlo. Cuando se ama de veras se pueden superar dificultades consideradas imposibles. 28º Dios al banquillo de los acusados Cuenta C. Vallés que hace algunos años aficionados al teatro asistían, con un silencio profundo, a una obra de teatro en que se acusaba y juzgaba a Dios por los sufrimientos que él había infligido a la humanidad. El fiscal habló de guerras y violencias, hambre y destierro, enfermedades y muerte. Los testigos se alineaban en una barra larga como la humanidad misma. Dios, representado por un hombre, no se defendía, no tuvo abogado, no interrogó a los testigos; se limitó a permanecer de pie, en silencio, en mitad de la sala, a la espera de la sentencia final. Por fin el juez se levantó, resumió las acusaciones, apreció su peso y, dado que el imputado no respondió a las acusaciones, pronunció la sentencia final: Dios era condenado a nacer como cualquier hombre, a sufrir pobreza, a ser desterrado, a ser mal entendido, calumniado, insultado, perseguido, traicionado por sus propios amigos y abandonado por todos, a ser torturado en su cuerpo y a morir con muerte violenta en la flor de su vida. La sentencia resonaba en la sala. Se hacía el silencio. Un largo y apretado silencio. Y allí acababa la obra. Todos cayeron en la cuenta de que Dios había ya cumplido la sentencia. Los evangelios nos dicen que Jesús sufrió la pobreza, el destierro, la incomprensión, la traición y la muerte más horrorosa que los romanos habían inventado para ejecutar a esclavos y revoltosos. "Dios amó tanto al mundo que envió a su Hijo Jesucristo".(Jn 3,16). Y cuando se habla del mundo, se entiende toda la humanidad y cuando se piensa en la humanidad hay que entender a cada hombre. S. Pablo afirmó, y es el único texto del Nuevo Testamento que habla al singular, que "El Hijo de Dios me amó y se entregó por mí" (Gal 2,20) Cada uno de nosotros costó toda la pasión, la sangre y la cruz del Hijo de Dios. El amor infinito de Dios no se puede dividir en tantas partes cuantos son los seres humanos; el infinito no soporta división alguna. Por cada hombre Cristo murió y cada hombre cuesta toda la sangre de Jesús. Así lo asegura la carta de Pedro: "No olviden que han sido liberados no con algún rescate material de oro o plata, sino con la sangre preciosa del Cordero sin mancha ni defecto. Ese es Cristo, en el que pensaba Dios ya desde el principio del mundo" (1 Pe 1,18-19) 29º ¡Mi oración llegó hasta Dios y esto me basta! Un piadoso musulmán rezaba todos los días ante Dios, y todos los días le suplicaba una gracia que deseaba le concediese. Se colocaba siempre, para su oración, en el mismo rincón de la mezquita y tantos años pasaron y tantas veces repitió su oración que, según cuentan, las señales de sus rodillas y de sus pies quedaron marcadas sobre el mármol del suelo sagrado. Pero Dios parecía no oír su oración, parecía no enterarse siquiera de que alguien le invocaba. Un día, por fin, se le apareció al devoto musulmán, un ángel de Dios y le dijo: "Dios ha decidido no concederte lo que le pides". Al oír el mensaje del ángel, el buen hombre comenzó a dar voces de alegría , a saltar de gozo y a contar lo que le había sucedido a todos los que se reunían al verlo. La gente le preguntó, sorprendida: "¿Y de qué te alegras, si Dios no te ha concedido lo que le pedías?" A lo que él contestó, rebosándole el gozo sincero en cada palabra: "¡Es verdad que me lo ha negado, pero, al menos, ahora sé que mi oración llegó hasta Dios! ¿Qué más puedo desear? ¿Qué me importa el haber recibido o no lo que le pido a Dios? Lo que cuenta es que Dios me oyó, que la oración me puso en contacto con él". Ése es el sentido auténtico de la oración. Así concebida la oración de petición, es casi independiente de su resultado. Yo, por ejemplo, escribe C. Vallés, sané de mi pulmonía, después de tres meses en la cama y tres meses de oraciones de mi mamá por mí. Y, en cambio, no obstante que mi mamá y yo hemos rezado mucho, mi padre murió. En la oración no se trata de manipular a Dios para que se acomode a nuestros gustos personales y cambie las leyes de la naturaleza en nuestro favor. No podemos dar consejos a Dios, sino rezar convencidos, ya desde el comienzo, que Dios ya nos ha atendido y respondido a nuestras oraciones. "Por eso les digo: todo lo que pidan en la oración, crean que ya lo han recibido y lo obtendrán" (Mc 11,24) 30º La fe puede mover las montañas o hundirlas en el mar. En un país de mucha fe, los habitantes decidieron tomar literalmente aquella promesa del evangelio de que la fe aun como un grano de mostaza puede hacer cambiar de sitio a las montañas. Uno pidió: "Que este monte que limita mis campos se pase al otro lado del río"; y el monte se trasladó. Otro pidió: "Que esta montaña que me quita la vista desaparezca de repente de mi horizonte"; y la montaña desapareció. Pero aquel otro, que vio aparecer de repente una montaña en sus terrenos, le mandó que volviese adonde estaba...Y entonces hubo conflictos de intereses, y resolvieron la dificultad recordando que el evangelio, además de decir que la fe puede hacer cambiar de sitio las montañas (Mt 17,20), dice también que puede hacer que se lancen al mar (Mt 21,21), con lo cual todos los montes de la región, después de haber sido ubicados en distintos lugares, según el capricho de los creyentes, acabaron por ser todos arrojados al mar. Así parecía que quedaban todos tranquilos, Pero, al desaparecer los montes, desaparecieron también los valles, y al desaparecer los valles, desaparecieron también los ríos; y al desaparecer los ríos, se secaron los prados, se marchitaron las flores, se murieron los árboles, y toda la región se convirtió en un desierto. Los habitantes andan ahora buscando algún pasaje del evangelio que diga que las montañas que se encuentran en el fondo del mar, pueden también ser mandadas para que vuelvan a la tierra. Esta parábola nos dice, a todas luces, como no hay que tomar al pie de la letra el texto bíblico. La Biblia nos propone la palabra de Dios en distintos y muy diversos géneros literarios. Si uno no los conoce y quiere adherirse al texto como suena, tendía que, por ejemplo, "cortarse la mano, el pie y arrancarse un ojo"(Mt 5,30 ss) u ofrecer la otra mejilla al que te pega (cosa que ni siquiera Jesús practicó). Cuando un soldado le pegó en la cara durante su proceso en el tribunal de Caifás, Jesús pidió razón por esta ofensa..(Jn 18,22-23). 31º "La puerta sin manijas representaba el corazón del hombre. Un famoso pintor expuso, un día, toda la serie de sus cuadros en una galería de arte de una famosa ciudad. Todos admiraban sus cuadros: paisajes, retratos, naturaleza muerta, objetos simbólicos etc. y quedaban admirados de las obras de arte. Pero una pareja se acercó al pintor que estaba presente y le dijeron: "Disculpe maestro, nos parece que usted dejó sin terminar el cuadro de aquella casa con un hombre que está fuera a la puerta. ¿No le falta la manija a la puerta? Y el pintor amablemente le respondió: "¡No!, no me olvidé de la manija; es que aquella puerta simboliza el corazón del hombre que no se puede abrir sino desde dentro. Aquél hombre que está golpeando es Jesús que, como se dice en la Apocalipsis : "Yo estoy a la puerta y llamo" (3,20) para que me abran. Ni Dios, con todo su infinito poder, quiere forzar la libertad del hombre y obligarlo a responder con un sí a su amor infinito. El amor: o es libre o no es amor. Es por eso que el Apocalipsis compara a Dios a un mendigo que llama a la puerta del corazón y espera como respuesta un acto libre de amor. Con la violencia se puede entrar en todas partes, menos que en el corazón. Una caja fuerte, se abre si se descubre la combinación de los números. Sólo se puede abrir desde fuera sin pedir que la caja fuerte nos dé el permiso o se abra de su espontánea voluntad. El corazón en cambio se abre solo desde dentro 34º El zapatero no se dio cuenta de las visitas de Jesús. E n una fábula oriental se cuenta que un zapatero en la oración oyó una voz que le anunciaba que aquel día vendría Cristo a visitarle. El zapatero se llenó de alegría y se dispuso a hacer, lo más deprisa posible su trabajo del día para que, cuando Cristo viniera, pudiese dedicarse enteramente a atenderle. Y apenas abrió su tienda llegó una mujer de la vida y le pidió que arreglara sus zapatos. El viejo la atendió con cariño e incluso soportó con paciencia que la pobre mujer charlase y charlase contándole todas sus penas aunque, con tantas charlas, casi no le dejaba trabajar y tardase mucho más de lo previsto en arreglar los zapatos. Cuando ella, al fin, se fue, vino a visitarle otra mujer. Era una madre que tenía un niño enfermo y que también le daba prisa para que arreglase con urgencia unos zapatos. Y el zapatero la atendió, aunque su corazón estaba en otro sitio en su deseo de terminar cuanto antes su trabajo, no fuera a llegar Cristo cuando él no hubiese terminado A la tarde llegó un borracho que charlaba y charlaba y que, con tanta cháchara apenas le dejaba rematar aquel par de zapatos que había llevado para reparar. Así que cayó la noche sin que el zapatero hubiera tenido un minuto de descanso. Pero, aun así se preparó para recibir la venida de Cristo como se le había prometido en la oración. Pero, seguían pasando las horas, y se hizo noche cerrada. El zapatero comenzó a temer que Cristo ya no vendría mas.. Y dudaba si acostarse o no. Y sólo entonces escuchó una voz que le decía: "¿Por qué me estas esperando? ¿No te diste cuenta de que he estado contigo tres veces a lo largo del día?" Así sucede que muchas personas esperan a Dios pero no acaban de descubrir que Dios está ya en lo que están haciendo y viviendo. Dios siempre viene; lo que cuenta es descubrirlo en los encuentros del día. Recuerdo que hace más de cincuenta años leí un libro que me impactó profundamente; llevaba como título "La vida como encuentro" y todo lo que recuerdo es que decía que el método más al alcance de todos, para hacer conocer a Cristo, es el encuentro con las personas, la relación personal. Más que todos los medios y técnicas de comunicación, cuenta el encuentro personal con los que el Señor nos envía en cada momento de nuestra jornada. "La vida como encuentro", la vida es un continuo encuentro con el Señor. 35º Si Ud. me da un caballo le voy a decir la verdad. Cuentan que un jeque árabe llamó a uno de sus consejeros para pedirle que le contara lo que de él se decía en el país. Y dicen que el consejero respondió: "Señor, ¿que desea?, ¿una respuesta que le agrade o la verdad? "La verdad - dijo el jeque - Por dolorosa que sea". "Se la diré - dijo el consejero - si me prometes, a cambio, el premio que yo le pida" "Está concedido - dijo el jeque -. Pide lo que desee, porque la verdad no tiene precio". "Me basta - dijo el consejero - que se me de un caballo para escaparme apenas termine de decirle la verdad". Corregir a nuestro hermano que se porta mal es uno de los actos más exquisitos de amor. Así leemos en el evangelio de Mateo al capítulo 18, 15-17. "Si tu hermano ha pecado contra ti, anda a hablar con él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Si no te escucha, lleva contigo a dos o tres de modo que el caso se decida por boca de dos o tres testigos. Si se niega a escucharlos, dilo a la Iglesia reunida. Y si tampoco lo hace con la Iglesia, será para ti como un pagano o un pecador". "La verdad engendra el odio" decía S.Agustín, pero hablaba de aquella verdad que no viene de Jesucristo y es signo de amor, sino de aquella otra verdad que utilizamos como una espada para herir a nuestros hermanos. La verdad no es el valor supremo; la verdad está en función de la caridad y tiene que usarse para construir y no destruir la unidad de los hombres. ¿Por qué tenemos miedo a corregir a nuestros hermanos? o lo hacemos cuando no están presentes? Porque, quizá, tenemos miedo a que se nos rebelen, por interpretar nuestra crítica como odio o maldad o que se desquiten luego hablando mal de nosotros que no somos tan perfectos que se diga. Pero ayudar a nuestros hermanos a descubrir sus defectos, que quizás ignoran, es un acto exquisito de caridad. 36º ¿Por qué los cristianos no tienen cara de resucitados? "¡Cristianos!: ¿Qué han hecho de la alegría que le anunciaron hace dos mil años" Así escribió el gran filósofo Nietzsche, criticando a los cristianos que, por un lado se dicen discípulos de Cristo resucitado y por otro lado manifiestan una cara apagada y triste. Julien Green, cuando la idea de la conversión comenzaba a rondarle la cabeza, solía apostarse a la puerta de las iglesias para ver los rostros de los que de ella salían y pensaba: "Si ahí se encuentran con Dios y si ahí asisten a la muerte y resurrección de Jesucristo, tendrían que salir con rostros alegres, serenos, luminosos. Y se preguntaba: ¿dónde dejaron la alegría de la Pascua?. Es verdad que nosotros los cristianos por un lado nos decimos discípulos de un hombre que venció la muerte con su resurrección y nos prometió que lo seguiríamos todos hasta donde él se iba, y por otro lado manifestamos una cara de gente golpeada y amargada.. Nos resuenan como una denuncia las palabras de Nietzsche: " Tendrían que cantarme mejores cánticos para que yo aprendiera a creer en su Salvador; sería necesario que tuvieran un aire más alegre, de resucitados". ¿Cómo podemos decirnos discípulos de Jesucristo resucitado si no damos testimonio de alegría? 37º Hizo pedazos el ídolo porque no curó a su hija. Recibí una vez, escribe C.Vallés, una carta desgarradora de un amigo. La carta era un gemido por la muerte de su única hija. Pequeña y encantadora hija a quien él adoraba y que había cambiado su vida con su llegada. La carta contaba su dolor inconsolable y pasaba después a la reacción que en él había provocado. Se fue, decía, al pequeño altar que tenía en su casa y ante al que |