El Opus Dei fue fundado en Madrid, España, el 2 de octubre de 1928 por San Josemaría Escrivá de Balaguer. En 1982, el Papa Juan Pablo II lo erigió en prelatura personal de ámbito internacional mediante la Constitución Apostólica Ut sit. Su nombre completo es Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei.
Las prelaturas personales son figuras jurídicas, previstas por el Concilio Vaticano II, que se constituyen para llevar a cabo peculiares tareas apostólicas: en el caso del Opus Dei, para difundir en todos los ambientes de la sociedad una profunda toma de conciencia de la llamada universal a la santidad y al apostolado, y más concretamente del valor santificador del trabajo ordinario.
En la actualidad, pertenecen a la prelatura alrededor de 80.000 personas, sacerdotes y laicos, de los cinco continentes. Junto a ellos están los cooperadores, miles de hombres y mujeres, que promueven en todo el mundo, iniciativas asistenciales, humanitarias y educativas.
¿Qué es un cooperador del Opus Dei?
Los cooperadores del Opus Dei son personas que, sin ser fieles de la prelatura, ayudan a sus apostolados de diversas maneras. Para ser cooperador, no se requiere una vocación específica. Por lo general, los cooperadores provienen de los parientes, amigos, colegas y vecinos de los fieles del Opus Dei, o bien de quienes tienen devoción al Beato Josemaría, participan en los apostolados de la prelatura, o se interesan por la tarea de promoción humana y social que se realiza a través de las diversas labores apostólicas que atiende la prelatura. El vicario del Prelado en cada país nombra cooperador a una persona, a propuesta de un fiel del Opus Dei. Pueden ser cooperadores también los no católicos y los no cristianos.
¿Qué beneficios reciben?
Los cooperadores de la Obra se benefician de la oración que sus fieles ofrecen diariamente por todos los que de un modo u otro ayudan o han ayudado a la prelatura. En determinadas ocasiones, además, los sacerdotes ofrecen el Santo Sacrificio de la Misa por el eterno descanso de las almas de los cooperadores fallecidos. Por otra parte, la Santa Sede ha concedido unas indulgencias que los cooperadores pueden lucrar, en unas determinadas fechas del año, observando las condiciones establecidas por la Iglesia –confesión sacramental unida a la conversión del corazón, comunión eucarística y oración por las intenciones del Papa- y siempre que renueven, por devoción, sus obligaciones como cooperadores.
¿Qué lleva consigo?
El cometido de los cooperadores es ayudar a los apostolados de la prelatura, cuyo objeto es promover, en todos los ambientes de la sociedad, una profunda toma de conciencia de la llamada universal a la santidad, y especialmente del valor santificante y santificador del trabajo profesional y del cumplimiento de los deberes ordinarios. Esta ayuda puede ser espiritual o material. La faceta espiritual de la condición de cooperador se traduce en el compromiso de rezar, diariamente si es posible, por la prelatura y sus trabajos de apostolado. La aportación material puede concretarse en forma de limosna, dedicación del propio tiempo o prestación de servicios para alguna labor apostólica de la prelatura.